Criterios divididos sobre impacto ambiental de fundas plásticas
Profesionales de las áreas química, las ciencias ambientales y fabricantes de plásticos señalan que las fundas tienen diversos impactos en la ecología del planeta.
Las que contienen aditivos oxo- biodegradables, según empresarios del sector y académicos, tardan entre uno y seis años en degradarse; y las que son producidas sin este componente químico, entre 100 y 300 años en descomponerse.
David Matamoros, director del Instituto de Ciencias Químicas de la Escuela Politécnica del Litoral (Espol), explica que los hidrocarburos, que son parte de algunas bolsas, no tienen una rápida degradación.
El polietileno, materia prima con la que se fabrican todas las fundas de plástico (inclusive las biodegradables), es un derivado del petróleo (hidrocarburo).
Los derivados de hidrocarburo, señala, se degradan hasta en 200 años.
Los animales que ingieran el material tendrán problemas de digestión, porque lo almacenarán en sus estómagos. “Al experimentar una sensación de llenura, no comerán y morirán de inanición”, concluye.
El especialista explica que actualmente en el país no se han realizado estudios profundos sobre el daño que causa el plástico en la cadena alimenticia local. “Algunas entidades se han conformado con decir que el plástico se degrada en 400 años, pero esos estudios requieren de grandes inversiones”.
El Ministerio del Ambiente del Ecuador (MAE), autoridad encargada del tema en el país, antes del cierre de esta edición señaló que la próxima semana se pronunciará, a través de un especialista, sobre el impacto de los desecho sólidos, como los plásticos, en el Ecuador.
Por su parte, Francisco Torres, director del Centro de Estudios del Medio Ambiente de la Espol, asegura que las fundas no representan peligro para la composición del suelo. Él afirma que el polietileno tiene cadenas moleculares profundas, que necesitarían de temperaturas mayores a las registradas en el medio ambiente para que exista una reacción de estas cadenas con los nutrientes del suelo.
Actualmente, en el país existe un proyecto que pretende gravar con $0.10 las fundas de plásticos.
Para Ivonne Yánez, presidenta de la Organización no Gubernamental Acción Ecológica, la medida puede tener un impacto considerable en el medio ambiente nacional si viene acompañada de una campaña de información sobre políticas que signifiquen una reducción del uso de combustibles fósiles.
“Si se aplica junto a una política seria y consecuente de dejar el petróleo en el Yasuní, me parece absolutamente válido”, opina.
La propuesta que trascendió en los últimos días es un impuesto de 10 centavos que se aplicaría a las fundas “no biodegradables”. Las “biodegradables” son utilizadas por las tres grandes cadenas de supermercados que existen en la ciudad. El impuesto no se aplicaría a las bolsas de las tiendas de barrio o mercados.
Producción local de fundas con oxo-biodegradables.
Según datos de la Asociación Ecuatoriana de Plásticos (Aseplas) de las 100 empresas productoras de plástico de Guayaquil, 10 se encuentran actualmente fabricando fundas que contienen aditivos oxo-biodegradables, es decir, el 10%.
Caterine Costa, presidenta del gremio, señala que aunque no conoce el costo de los aditivos oxo- biodegradables (elemento que acelera el proceso de degradación del material), las asociadas no pueden asumir los costos de producción que implica producir estas fundas porque aumentaría la inversión.
La medida, señala, no tendría un impacto ambiental visible que compense el gasto que tendría que realizar el sector al que representa. “No nos han enviado el proyecto de reformas tributarias, cuyo impuesto es del 800% al producto”, se queja.
Para ella una solución ambiental es el reciclaje de plásticos, práctica que actualmente realizan dos empresas productoras de plástico.
Una de ellas es colchones Paraíso, que recicla 20 toneladas diarias de plástico, sostiene su gerente administrativo, Francisco Cevallos.
El material recolectado lo emplean en la producción de mangueras, plástico para fundas de basura y láminas plásticas.
Acosta sostiene que según estudios de la Aseplas y de la Escuela Politécnica del Litoral, los plásticos en Guayaquil representan un 8% del total de desperdicios sólidos producidos.
Aseplas no cuenta con datos sobre cuántos kilos de fundas producen mensualmente sus asociadas.
Una de las 10 empresas que se encuentra fabricando fundas de polietileno mezclado con oxo-biodegradables es Plastichime S.A.
La empresa, que exporta el 70% de su producción total, actualmente ingresa al mercado local produciendo fundas para centros comerciales.
Alfredo Menoscal, gerente de la empresa, señala que producir una funda con aditivos oxo-biodegradables sube los costos en un 5% por unidad. El aumento se produce por la compra del aditivo. Considera que la medida puede causar resistencia en el consumidor. “La funda con oxo-biodegradable tiende a ser más amarillenta, se mezclan en un 5% estas resinas con los polímeros de uso común”, dice.
De acuerdo con los costos de producción de la empresa, producir 1.000 fundas tipo supermercado, sin aditivo, cuesta $43; y con aditivo, $45.
La certificación que les permite utilizar este tipo de aditivos fue otorgada por la empresa inglesa Wells Plastic Limited.
Lorena Criollo, gerente de Plastichime, explica que este proceso les tomó dos meses. “La certificación cuesta $300, incluidas las pruebas del producto; posteriormente, se compra el aditivo solamente a la empresa”, dice.
El precio de las fundas tamaño supermercado no degradables en un corto plazo es de 4 centavos. Los empresarios traen del extranjero el polietileno, el polyester y nylon, materias primas de las fundas. También se importan los aditivos que las vuelven degradables en menor tiempo. Estos químicos se venden solo con licencia.
Fuentes del sector productor de plásticos y de la universidad señalan que la empresa Química Comercial estaría produciendo estos aditivos en el país, pero su representante no desea dar declaraciones.
Fundas biodegradables.
Dos profesionales de la Química sostienen que el nombre “bio-degradable” no debería aplicarse a las fundas fabricadas con aditivos que aceleran su proceso de oxidación. Consideran que debería llamárselas “fundas de rápida degradación”.
Jenny Venegas, profesora de Química de Polímeros, señala que el vocablo “bio” implica que el organismo puede ser consumido por otro ser vivo para darle vida.
“En este caso no sucede, se trata de un proceso de oxidación de los polímeros que forman el plástico, se convierten en pedazos más pequeños, pero no los consume nadie”, dice. Ella explica que las cadenas de carbono que forman el plástico normalmente son largas, pero se acortan con este material, perdiendo fuerza. “No pueden ser absorbidas por la tierra”, dice.
Matamoros señala que llamar “bio-degradables” a los aditivos de oxidación, es un recurso de mercadeo. Explica que los derivados de hidrocarburos son sensibles a los rayos ultravioletas. Los aditivos colocados en las fundas de rápida degradación están realizados con químicos que permiten acelerar el proceso.
“En el mundo actual se procesan 80.000 químicos, de esa gama se patentan muchos para este propósito”. Las empresas patentan los aditivos y por su carácter de reservado, protegido por leyes de propiedad intelectual, no se puede conocer su contenido, concluye.
Uno de los productos oxo-biodegradables utilizados está compuesto por polietileno y manganeso, cobalto, níquel, hierro y cobre, un antioxidante para proteger la sal y otro que estabiliza el plástico aditivado. Los aditivos para la degradación se activan 12 meses después de fabricada la funda.