Consumo de drogas y mal uso de las puertas afectan a la Metrovía

Es la ‘hora pico’, 08:00, y estaba lleno el paradero de la Metrovía de la Universidad de Guayaquil. Los articulados circulaban hacinados de pasajeros y todos pugnaban para entrar y trasladarse hacia el norte del puerto principal.

Pero un hombre, de alrededor de 50 años, que también esperaba la próxima unidad, impidió que se cerrará la puerta de la estación. Luego de que el bus partió colocó un pie debajo de los sensores.

Los portones automáticos se volvieron lentos y desde dentro de la parada se observaron los carros pasar cerca, cualquiera hubiera caído y ser atropellado. Pero el usuario, un adulto, no dejó que se cerraran. Las demás personas, que también esperaban, no dijeron nada.

Un equipo de EL TELÉGRAFO   recorrió varias estaciones y corroboró la destrucción y el mal uso que varios usuarios hacen del sistema de transporte.

Los problemas son recurrentes. Era sábado y  un grupo de técnicos de la Metrovía estaba en la parada de la avenida Carlos Julio Arosemena revisando las puertas de embarque y desembarque. Sin embargo, había trabajadores de un supermercado cercano que salieron por los portones automáticos. Algunos los obstaculizaron con las manos.

Uno de los técnicos dijo a los empleados del mercado que no dañaran las puertas, pero los trabajadores se rieron y se fueron corriendo. “Es que tenemos prisa”, se excusó una mujer que pese al llamado de atención salió por el sitio de desembarco.

El presidente de la Fundación Metrovía, Federico von Buchwald, comentó que frecuentemente receptan reportes de puertas dañadas por el mal uso que le dan algunos usuarios.

Aunque el funcionario de la entidad municipal no precisó el perjuicio económico, señaló que cuentan con videos que son evidencias de lo que ocurre.

En el mismo sector este medio de comunicación constató que estudiantes de un plantel público cercano abrieron con las manos, desde el exterior de la parada, las puertas. Otros ingresaron segundos después de que pasó el articulado, sin temor de ser atropellados en el carril exclusivo.

Von Buchwald señaló que ya han mostrado videos a los directivos de los establecimientos para que tomen los correctivos. En las imágenes, además, hay casos de jóvenes que se paran en los torniquetes.

De la misma manera, en los dispensadores de recarga de los pasajes se encontraron chicles y otros tipos de objetos.

El equipo de EL TELÉGRAFO también observó a jóvenes inhalando droga en los paraderos de la avenida Carlos Julio Arosemena. Luego se subieron a las unidades.

El directivo de la Metrovía indicó que están abiertos a cualquier acción conjunta que desee realizar la Policía Nacional.  

María Calle, usuaria de la Metrovía, cuenta que ha presenciado a   jóvenes consumiendo drogas en los paraderos y nadie dice nada. “Hay chicos, con uniformes y otros con ropa de calle, que andan en grupos y entran a las unidades a robar a los pasajeros”, denunció.

Al final de 2014, la buena aceptación ciudadana respecto del servicio de la Metrovía se ubicó en el 76%, según un estudio que realizó la fundación que regula el sistema. Al concluir 2013, el índice de aceptación fue de 89%. Se registró una baja del 14% en los 2 últimos años.

La invasión a los carriles exclusivos, el bloqueo de intersecciones y el aumento progresivo de la demanda fueron factores que incidieron en la percepción negativa de los usuarios, explicó Leopoldo Falquez, gerente de la fundación.

Con el mejoramiento del flujo vehicular de las unidades, la potenciación de la flota y cambios en las estaciones, la entidad aspira a ascender en la calificación del servicio al finalizar 2015. (I)