A cinco minutos de Guayaquil se encuentra la isla Santay -2.179 hectáreas-, en donde 56 familias esperan la entrega de igual número de viviendas, del programa Ecoaldeas.

Ester Véliz, de la empresa Kiluani, manifiesta que esta contratista se encargó de la construcción de la caminera, casa comunal y pérgola del proyecto, por un valor de 650.000 dólares, y en este instante se encuentran en el período de entrega-recepción de la obra por parte del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi), que a su vez hará la entrega final a la cartera de Ambiente.

Jorge Parrales, uno de los beneficiados, recuerda los infortunios vividos a lo largo de los años en la isla, “abandonados a su suerte”, según dice. Pero hoy tiene motivos para estar contento. “No solo es la entrega de las nuevas casas, que cuentan con todos los servicios, sino también la ayuda que nos brindará el Gobierno”, señala.

Entre esos otros beneficios enumera los cursos de capacitación que recibirán, desde este lunes, los comuneros por parte del Ministerio de Turismo, como guías y en el área de la microempresa, “para poder atender a los visitantes como se debe”, acota Parrales.

Y es precisamente la llegada de nuevos turistas lo que devuelve la esperanza a las 235 personas que habitan en la isla. “Hasta ahora vivimos de la pesca y quienes saben de otros oficios nos ganamos la vida yendo a trabajar a Guayaquil”, indica Parrales, quien trabaja con la constructora de las viviendas.

Elena Rodríguez, que llegó con 19 años a la isla, es hoy una de las líderes de la comuna y quien, además, ejerce  como guía turística.

Un estudio del Comité Ecológico del Litoral (CEL) determinó que en la isla habitan 69 especies vegetales, 12 de reptiles, 2 de anfibios, 13 de mamíferos y 128 clases de aves, de las cuales 12 son vulnerables. “El presidente -Rafael Correa- vio cómo vivíamos cuando vino hace dos años a la reinauguración de la escuela Jaime Roldós... estaba todo lleno de agua y lodo, no se podía caminar por el fuerte aguaje de ese día”, expresa Rodríguez.

A raíz de esta visita y de los proyectos que está ejecutando el Gobierno, esta comunera siente que la vida cambiará totalmente. “Ya no vamos a pisar lodo, podremos atender a los turistas como se debe y los hombres podrán embarcar los productos sin problemas a las lanchas y canoas”, asegura.

Si bien los comuneros agradecen la ayuda recibida por parte del régimen, rechazan la construcción de dos viaductos que conectarán a la isla con el cantón Durán y con Guayaquil.

“Los hombres se dedican a la pesca, salen muy temprano, y las mujeres -alrededor de 100- se quedan solas”, comenta doña Elsa, que pide revisar la conveniencia de la obra.

Igual criterio comparte Parrales, quien ha visto llegar en estos últimos días a gente “que anda por todos lados y viendo todo”.

Por ello, Rodríguez y Parrales opinan que es importante que, de construirse los puentes peatonales, se controle el ingreso de las personas, para evitar situaciones desagradables.

Del problema de la delincuencia puede dar fe la contratista Elsa Véliz, quien afirma que, mientras levantaban la infraestructura, herramientas y materiales eran sustraídos por personas que no eran de la isla.