Cometas volaron sobre el río entre Guayaquil y Santay

Ernesto José y su padre, Juan Carlos, llegaron hasta el puente peatonal que conecta a Guayaquil con la isla Santay llenos de ilusión.

Para Juan Carlos, ingeniero civil, esta visita era significativa: llevaba a su hijo a que volara su primera cometa tal como lo había hecho él con su padre hace 27 años, en el cerro de Bellavista, sector en donde vivía en aquel tiempo.

“Toda la vida me gustaron las cometas. Tuve 12, cuatro de ellas traídas de Estados Unidos. Mi papá siempre me llevaba al parque.

Estaban de moda. Todos teníamos una, mis primos, mis amigos... Y ahora que soy papá quiero inculcarle el amor por este entretenimiento a mi hijo para mantener viva la tradición de mi padre (+)”, comentó.

“Me gustan los colores porque parece un avión”, aseguró el pequeño Ernesto, de 7 años, quien ayudó a su padre a elaborar la cometa hace dos semanas.

Padre e hijo formaron parte de las decenas de personas que visitaron, la mañana de ayer, el puente peatonal para participar del festival organizado por el Ministerio del Ambiente.

Liliana Chóez Loor, oriunda de Portoviejo, también fue al lugar acompañada de su hijo, Samer Suárez, de 11 años.

“Siempre me han gustado las cometas. Cuando vivía en Portoviejo todos teníamos una y jugábamos en el parque o en la calle”, contó esta “guayaquileña de corazón”.

“A mi hijo también le gustan y no es la primera vez que volamos una cometa porque siempre estoy pendiente de que él haga cosas sanas. Además, esta actividad no es costosa y como actualmente está difícil la situación no hubo cómo salir de la ciudad. Con algo de suerte podemos ganarnos los premios que están dando”, agregó.

El pequeño Samer esperaba ganar porque su cometa era una de las más grandes y coloridas. “Parece un avión y tiene los colores de la bandera del Ecuador. Me gusta mucho”, destacó.

Además del festival de las cometas, los visitantes aprovecharon la oportunidad para visitar la isla Santay, hacer senderismo y estar en contacto con la naturaleza.

“No había venido en meses y ahora por las fiestas quisimos pasar un rato agradable en familia y estar cerca de la naturaleza. El manglar le hace bien a nuestra salud”, manifestó Juanita Zúñiga, sexagenaria que acudió al lugar con toda su familia.

En octubre del año pasado, una embarcación impactó un tramo del puente que une a Guayaquil con Santay, de modo que estuvo en reparación hasta junio pasado, cuando fue reabierto.

“Desde que se reabrió el puente tenemos la visita de 200 personas diarias, mientras que los fines de semana vienen aproximadamente 1.000”, reveló José Morán, administrador del área protegida, quien cuenta con un equipo de 27 personas para asistir a los visitantes quienes además pueden degustar algunos platos típicos. (I)