Comercio de años viejos aumenta en varias zonas
La compra y venta de los años viejos, en los últimos días de 2011, se incrementó en varios sectores de la ciudad, aunque, según varios comerciantes, la demanda fue menor en relación con el año pasado.
Aceras, pasos a desnivel, pasos peatonales, parterres... casi cualquier sitio del sur, este y norte de la urbe resultó válido para exponer los tradicionales monigotes cuyos precios variaban entre 5 y 200 dólares, dependiendo de la calidad de la elaboración.
La proliferación de los sitios de venta también provocó operativos de la Policía Metropolitana, que desde el jueves comenzó a decomisar esta mercancía en sectores como La Alborada.
Jorge Quishpe, quien por 20 años ha vendido los monigotes, se quejó de que el Municipio de Guayaquil no haya sido capaz de darles al menos dos días para este comercio.
“Es el segundo año que lo hacen y antes los mismos dueños de locales (en el Albocentro) nos apoyaban, pero ya no lo hacen por temor a represalias”, dijo Quishpe.
Otros vendedores aún no pasan por esos inconvenientes. Para Manuel Vega, quien por casi 15 años se ha dedicado a la elaboración de monigotes de menos de un metro de altura, los mejores clientes provienen de los barrios considerados de clase media, como Sopeña, Las Acacias, Floresta y Pradera, en el sur de la ciudad.
Hasta ayer antes del mediodía, bajo un paso a desnivel en la avenida 25 de Julio, Vega aseguró que vendió más de la mitad de su mercancía.
Mientras que María Enríquez, en un parterre de la calle Rodrigo Icaza, al norte de la urbe, considera que el éxito para la venta de los monigotes es hacerlos lo más barato posible.
“En los más pequeños se gasta menos pintura, madera y papel periódico, y por eso se vende más que aquellos que sobrepasan los dos metros”, aseguró Enríquez.
Para los compradores, en cambio, lo importante es tener “algo que quemar para recibir el nuevo año”, como aseguró Roberto Menéndez, quien consiguió un monigote del Gato con botas, que le costó $ 20.
“Lo más difícil será que mi hijo me deje quemarlo”, bromeó Menéndez, quien recordó que el año pasado compró un Shreck de $ 15 que se salvó de la hoguera gracias a que su pequeño primogénito, de 3 años, lloró hasta asegurarse de que no lo incendiaran.
Mientras que para Richard Rodríguez cuenta más el diseño y el realismo de los monigotes que se expenden en la calle 6 de Marzo.
Los personajes de Marvel como Wolverine, Capitán América, Thor, Ironman, entre otros, son sus predilectos. Para este año, Rodríguez compró un Hulk de $ 50 bastante colorido.
“Quienes los fabrican, se esmeran en los detalles de luz y sombra, lo que les imprime mayor vistosidad”, acotó Rodríguez.
Casi no hay calle en la que falte un monigote colgando de un balcón, pegado a una puerta o, sencillamente, “montando guardia” en locales comerciales y empresas.
En el norte de la ciudad varias entidades se adelantaron a despedir el año. Lo hicieron entre las 12:00 y 18:00, para que los trabajadores pudieran desearse un feliz 2012.
En un local de Durallantas, en la vía a Daule, pasada las 13:00 se quemó a un pequeño Doraemon. Así finalizó el año de labores.
Jimmy Zambrano, asistente de gerencia, comentó que entre todos los colaboradores se consiguió para el monigote y los petardos, los cuales, en su explosión, activaron las alarmas de varios autos ubicados en los alrededores.