“Comer sin querer pensar es romper con la palabra”
Análisis
Mayra Landívar de Hanze, Psicoanalista
Es interesante abrir un espacio en el que se interrogue la cultura de la adicción, como hoy en día nominamos a todo aquello que pudiera ser un anclaje: amor, trabajo, diversión, algo marcado por lo adictivo. La actividad de comer sin poder parar está apoyada en comer sin querer pensar; en algunas ocasiones el atiborrar la boca de comida, que en la mayoría de los casos lesiona, es instalar una ruptura con la palabra, esto es en la medida en que como, no hablo.
Los grupos que funcionan acogiendo a personas con esta dificultad, en algunas ocasiones, permiten un primer momento de apertura a decir su malestar y el riesgo es que en ese mismo ejercicio la persona quede identificada con el grupo de comedores imparables y a la comida como causa del síntoma que lo caracterice.
La razón de lo imparable exige otro escenario y el tratamiento de lo íntimo desconocido ha de requerir la intervención de un psicoanalista.
Estamos viviendo los efectos de lo que J.A. Miller ubicó como la época del Otro que no existe, “el lugar vacío dejado por Dios”, rápidamente ha sido ocupado por las religiones, la ciencia, la proliferación de síntomas adictivos.