A las 09:00 de un sábado cualquiera, el Malecón Simón Bolívar se caracteriza por tener la presencia de deportistas y de guardias municipales, pero ayer sus principales visitantes fueron los turistas.

De Loja, de Pasaje, Manta y hasta de Madrid eran las personas que -con cámara en mano o con fotógrafo contratado- posaban junto a los 65 colibríes gigantes que hace varios días están en exhibición en el céntrico espacio público.

“Madrugamos debido a que hoy es el único día que tengo libre y porque debo regresar a Ventanas a trabajar mañana”, expresó Juan Merino, quien acudió a la exhibición pública junto a su hija Melina Yunga.

Según la mamá de Melina, Martha Yunga, su hija fue la que los motivó a viajar desde la provincia de El Oro, luego de que vio un reportaje en la televisión.

“Nunca habíamos visto algo tan bonito”, resaltó Yunga. “Quito, jardín de quindes”, exposición que estará abierta hasta el 29 de este mes, ayer captó el interés de cientos de turistas.

Entre ellos estuvo Gonzalo Torres, un turista madrileño, quien expresó que acudió al lugar porque en el hotel céntrico, donde se hospeda, le recomendaron acudir al lugar.

“El arte en las calles es un concepto muy manejado en Europa y que, por lo que veo, en América va tomando fuerza”, dijo el hombre de 50 años, quien pasa sus vacaciones en el país.

El fotógrafo Francisco Valarezo, quien tiene permiso para trabajar en el lugar, confirmó que, desde que llegaron las coloridas aves, originarias de Quito, se incrementó la cantidad de turistas. “Yo, de 09:30 a 18:30, recibo turistas. Solo me voy cuando temprano cuando llueve”.    

Al otro extremo del malecón, los visitantes, atraídos por la polémica pública de la colocación de la estatua de León Febres-Cordero, llegaron hasta la zona El Fortín de la Planchada con la finalidad de ver de cerca el citado monumento.

Alfredo Flor, quien ayer estuvo en el lugar, expresó que aprovechó que un familiar suyo está hospitalizado en un hospital del centro para “darse una vuelta por el monumento”.

“El acabado en granito es bueno” resumió el residente de la ciudad puerto, quien afirmó que lo atrajo la curiosidad por la pugna surgida entre autoridades de la ciudad y el país. Como él, en menor medida que los colibríes, decenas de visitantes acudieron a llevarse portales gráficas del lugar.

Pese a que fue sábado, y que la tradición de la visita de las 7 iglesias se realiza en jueves, algunas personas optaron por hacer turismo religioso. Entre ellas están las ciudadanas peruanas  Karina Huiman y Rosa Díaz.

Ayer, a las 11:00, en la capilla ubicada en la cúspide del cerro Santa Ana, ellas estaban a punto de concluir su número de visitas.     

Las mujeres, originarias de Chiclayo, incluyeron en el recorrido  los templos de la Merced, Catedral y San Agustín. Una vez que apreciaron la arquitectura de los santuarios concluyeron que tenían mucha similitud con las edificaciones del país vecino. “Hay un predominio del estilo gótico”, observó Huiman.

A la capilla, aunque permaneció cerrada en el citado horario, concurrieron mayormente turistas extranjeros.  En el caso de las peruanas, dijeron que la existencia  de rutas terrestres -vinieron directo de Chiclayo a Guayaquil- las motivó a soportar 13 horas en el bus para conocer tierras ecuatorianas.

Los precios de la ciudad puerto, acotaron, les parecieron razonables, no obstante, el valor de las carreras de los taxis, para ellas, resultó costoso. Lo que más les gustó fue la gastronomía. “Nos habían dicho que la comida era mala, pero probamos el chupe de pescado y nos dimos cuenta de que es buena”.