Ciudadanos se quejan por excrementos de los perros
Berta Delgado, moradora desde hace 20 años del sector de Lomas de Urdesa, y el guardián Faustino Guerrero, quien trabaja en Urdesa Central, realizan diversas actividades en la ciudadela, pero comparten su enojo con los dueños de perros de la zona.
Ambos denuncian que las calles de la ciudadela del norte tienen un grave problema porque los dueños de los canes no salen ni con bolsas ni con palas para recoger los excrementos que generan sus mascotas, las mismas que dejan sucias las vías y los portales de las viviendas.
“Es un problema porque por más que se les dice a los dueños de las mascotas que salgan con una funda, no lo hacen. Parece que les da pereza y siguen contaminando”, cuestiona Delgado, quien indica que hasta los edificios son ensuciados por los animales.
Según el personal del área de Justicia y Vigilancia del Municipio de Guayaquil, que fue contactado por este medio para realizar una denuncia al respecto, no existe una normativa que castigue a los propietarios de los perros que ensucian las calles.
No obstante, existe una ordenanza municipal, del año 2010, que norma el manejo de los desechos sólidos no peligrosos generados en Guayaquil. Esta establece que los ciudadanos tienen derecho a vivir en un ambiente sano, ecológicamente equilibrado y libre de contaminación.
En el artículo 3 de ese mismo cuerpo legal reza que los propietarios de las mascotas tienen entre sus responsabilidades el almacenamiento, barrido y limpieza de los desechos sólidos.
La regulación reconoce como residuos de las viviendas los que por su naturaleza, composición, cantidad y volumen son generados en los hogares o en cualquier sitio residencial.
Así mismo, la norma trata el tema de los desechos sólidos especiales, es decir, la materia no peligrosa que por sus características requiere un manejo diferenciado; entre esos elementos están los animales muertos, estiércol producido por animales, chatarras, residuos de plantas y materiales de demolición.
En el citado departamento informaron que el Ministerio de Salud Pública (MSP) es el ente encargado de recibir ese tipo de quejas y sancionar a los responsables.
Édison Villamar, encargado del área de Zoonosis de la Dirección Provincial de Salud, aclaró que en la institución se reciben denuncias, a través de la comisaría de salud, por mala conducta de los propietarios de los animales.
“Nuestro reglamento dice que se debe cuidar que los perros no causen molestias en las zonas en las que habitan, ya sean ruidos o malos olores causados por sus heces”.
La sanción, según Villamar, va de $50 a $100, pero el monto depende del delito, el cual se analiza con una visita al domicilio del afectado, después de recibir la denuncia.
Pero de acuerdo con los registros de esa entidad, hasta el momento no tienen ninguna denuncia concreta de alguien que se sienta afectado por ese tipo de contaminación. “Lo que normalmente se reporta son ataques de perros”.
Rita Sánchez, habitante de Kennedy Norte, concuerda con que debería ser obligatorio portar una funda para recoger los desechos que originan las mascotas de los vecinos.
“Los guayaquileños creemos que las cosas se solucionan solas. No nos damos cuenta de que nosotros mismos somos los que debemos tomar la iniciativa y mantener limpia nuestra ciudad”, señaló.
El Cabildo de Samborondón informó que el cantón carece de una norma u ordenanza que controle a los propietarios de animales.
Iván Miranda, procurador síndico del Municipio de Samborondón, adelantó que actualmente trabajan en un escrito que regule el buen uso de la vía pública, sin embargo, la medida aún no se oficializa.
“Queremos vigilar que las avenidas de la cabecera cantonal y de los 10 kilómetros que componen el cantón se mantengan en orden y limpias”.
Miranda señaló que dentro de las urbanizaciones existen reglas que penalizan con montos a los moradores cada vez que se detecta un problema con sus mascotas.
Para Martha de Patiño, habitante de la zona, en este momento no hay muchos problemas de contaminación en las calles principales, aunque existen moradores que no respetan a los peatones y que sacan a sus perros a la vía pública para que hagan sus necesidades sin hacerse responsables de los desperdicios que generan.