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Los castillos, patrimonios que sobreviven a la modernidad de Guayaquil

El castillo Espronceda —declarado Patrimonio Cultural de Ecuador— permaneció abandonado por varios años.
El castillo Espronceda —declarado Patrimonio Cultural de Ecuador— permaneció abandonado por varios años.
Fotos: Danny Mera / EL TELÉGRAFO
06 de octubre de 2018 - 16:03 - Redacción Web

Al recorrer el antiguo casco central de Guayaquil el paisaje lo dominan los edificios con sus frescos portales que brindan protección del sol a los caminantes.

Sin embargo, dentro de la homogeneidad del diseño del centro porteño destacan dos estructuras que rompen los esquemas arquitectónicos de la zona: los castillos Ala-Vedra y Espronceda, de diseño tipo medieval.

El castillo Ala-Vedra —enclavado en una zona de intenso comercio— cercana a la Bahía, se erige imponente. Sus paredes de piedras color gris, tres torres y amplios ventanales lo hacen misterioso, pero a la vez cautivante.

Transcurría junio de 1962 cuando el doctor José María Ala-Vedra y Tama inauguró su palacio, que costó 5 millones de sucres (moneda oficial), una cantidad onerosa para la época.

Cronistas reseñan que fue todo un acontecimiento el evento de inauguración, al que acudió la ‘alta sociedad’ porteña vestida con trajes de nobleza, tal como lo esperaba su mentalizador en sus sueños aristocráticos.

Sobre su extinto dueño y el edificio de tres torres, la más alta de 25 metros, se tejen tantas historias, más leyendas que realidad.

Comerciantes de la zona dicen que el castillo lo habitan fantasmas de personas que vivieron hace años en el lugar, pero los dueños de negocios establecidos en el inmueble prefieren reír ante esas historias, a las que califican de “invento”.

Raúl Romero, un colombiano, que tiene una academia de Belleza, dice que para montar el negocio le atrajo la belleza del edificio y el intenso movimiento comercial de la zona.

Por eso le puso el nombre de El Castillo a su local. “Nuestro negocio está relacionado con reinas y princesas de la belleza”, manifiesta sonriente.

La fachada luce cuatro blasones nobiliarios (escudos familiares) y en su parte baja aparecen formas en bloque de piedra rústica y en el resto hay adoquines pulidos.

Actualmente, José Ala-Vedra, hijo del fallecido dueño, administra el edificio, que es propiedad horizontal. Sobre algunos ventanales de los pisos superiores hay letreros que ofrecen el servicio de alquiler de suites y departamentos, que han permanecido desocupados por años.

Si bien, el Municipio ha emprendido mejoras en el área circundante, algunos propietarios de negocios esperan que el castillo sea convertido en una especie de museo y que se lo adorne con luminarias que resalten los detalles arquitectónicos de esta fortaleza.

Castillo Espronceda

En la zona centro-sur, concretamente en las calles Eloy Alfaro y Venezuela, en el tradicional Barrio del Astillero, se levanta el castillo Espronceda.

Según la Dirección de Turismo del Municipio de Guayaquil, este edificio fue construido en la década de 1930 por la familia compuesta por el empresario español José Martínez Espronceda y su esposa, Lucrecia Peribonio Brajcic.

En un terreno de la parte posterior del castillo, donde ahora funciona un solar usado como garaje, Espronceda levantó su fábrica de bebidas gaseosas de la marca Fox.

Vecinos relatan que Espronceda y su esposa, quienes no tuvieron descendientes, dejaron el castillo y los negocios a cargo de un sobrino y viajaron a España. Al cabo de unos años Peribonio enviudó y retornó a Ecuador a vivir nuevamente en el castillo, hasta que lo cedió al municipio local, que se hizo cargo a partir de 2001.

La edificación —declarada Patrimonio Cultural de Ecuador— permaneció abandonada por varios años durante los cuales se convirtió en refugio de indigentes.

En mayo de 2018, el Municipio entregó los trabajos de restauración de este emblemático inmueble, que costaron más de $ 600.000.

En la edificación se tiene planificado que próximamente funcione un museo y biblioteca, según un proyecto cultural del cabildo porteño.

Al igual que el castillo Ala-Vedra, sobre esta estructura se tejen historias fantasmagóricas, pero Esteban Guadalí, inquilino por más de 15 años antes de ser expropiada la residencia, dice que jamás vio nada paranormal y más bien alabó las bondades arquitectónicas del viejo inmueble.

El hombre, quien ahora reside en el terreno aledaño donde funcionó la fábrica de colas, dice sentirse contento de que el castillo Espronceda haya sido rescatado porque guarda parte de la historia de la ciudad. (I)



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