Camal municipal trastoca actividad del barrio Cuba
Las actividades del barrio Cuba, cotidianamente, están condicionadas a dos espacios comerciales del Municipio: el mercado de la Caraguay y el camal, en los cuales las labores comienzan desde antes de las 05:00 para que las tiendas de abarrotes y tercenas se abastezcan de los productos respectivos.
En los últimos siete meses, los moradores del sector han tenido que adoptar nuevas habilidades, en dos ocasiones, para convertir sus viviendas en “trincheras” mientras buscan objetos para protegerse. En febrero y agosto de este año, el camal municipal ha sido el común denominador de protestas que han puesto en peligro la vida de varios ciudadanos.
Los faenadores, encargados de matar y cortar las reses que abastecen aproximadamente a un 70% de la ciudad, decidieron tomarse esta semana el camal porque consideran injustas las tasas municipales (que aumentaron de $ 8 a $ 14,50) que se pagan por cada cabeza de ganado que “se trabaja”.
En febrero último, la Policía Metropolitana desalojó a los vendedores de vísceras. La acción derivó en protestas ciudadanas que ocasionaron disturbios y tensión durante tres días.
Al final, en esa ocasión, el Departamento de Justicia y Vigilancia anunció la reubicación dentro del sector, una medida que, según los vendedores desalojados, la habían solicitado meses atrás sin una respuesta concreta hasta que hubo los enfrentamientos.
No obstante, las gestiones del Cabildo fueron nuevamente motivo de descontento en el camal. Las altas tasas, según un grupo de faenadores, no se traducen en mejoras sustanciales para el lugar.
El martes pasado y ayer, los moradores del barrio se encontraron, de nuevo, en medio del cruce de piedras que se arrojaban los comerciantes y miembros de la Policía Metropolitana.
Rosa Dolores, con 20 años viviendo en el lugar, lució hastiada en las primeras horas de la mañana de ayer. Su esposo fue alcanzado por un objeto contundente durante el enfrentamiento que le causó una herida en la cabeza. “Ya esto parece una mala costumbre... no me interesa quién empezó, pero si alguien debe salir herido que sean ellos (metropolitanos y faenadores)”, indicó Dolores en tono molesto.
Ayer, desde las 05:00, varios faenadores llegaron al camal para tratar de dialogar, nuevamente, con las autoridades municipales.
Desde antes de las 07:00, delegados de los trabajadores discutieron los acuerdos que, contó el comerciante Vicente Torres, se alcanzaron el día anterior con Xavier Narváez, director de Justicia y Vigilancia. “Hasta donde tenía entendido, hoy (ayer) se trabajaría normalmente sin presencia de los metropolitanos”, comentó Torres, quien tiene una tercena a pocos metros del camal.
A las 08:00, los metropolitanos llegaron, por la parte posterior del camal, con la finalidad de desalojar a los faenadores.
Melba Encalada, desde temprano, se asomó en el balcón de su casa. La presencia de unos cuantos efectivos de la Policía Nacional la mantuvo inquieta en las primeras horas de la mañana.
Los municipales utilizaron gas lacrimógeno, lo que obligó a Encalada a regresar al interior de su vivienda. “Espero que no se haga costumbre, nunca antes habíamos soportado esto de forma tan seguida”, afirmó.
En el interior del camal, alrededor de un millar de cabezas de ganado, con cuatro días sin comer, era testigo mudo de los acontecimientos. Los gases iban y venían, ya que los faenadores los lanzaban de regreso a los metropolitanos.
Una de las reses, en su huida, embistió a un miembro de la fuerza del orden del Cabildo... Sería el único herido de consideración del lado de los municipales que se conocía hasta el mediodía.
El mercado de la Caraguay cerró parcialmente sus puertas, incluso con esposas en lugar de candados, por temor a que los faenadores utilizaran el lugar como ruta de acceso hasta el camal.
Sin embargo, el nivel de violencia disminuyó pasadas las 09:00 y varios miembros del grupo de trabajadores mantuvieron una nueva reunión con las autoridades del lugar.
Hasta el cierre de esta edición se conoció que hubo un acuerdo para que se retomaran las labores, buscando evitar que las reses se desperdiciaran... pero los faenadores mantienen el descontento por las tasas, así como la tensión en el sector.