Bloqueo de intersección agrava el problema de movilidad en la urbe
Gilda Rueda, quien trabaja en un local comercial en el centro de la ciudad, hasta el año pasado, usó su propio vehículo para llegar a su lugar de labores. Pero por el actual tráfico del centro desistió de esta modalidad de traslado, por lo que decidió usar el sistema Metrovía. “Me demoro casi 10 minutos menos porque la Metrovía tiene su carril despejado la mayor parte del tiempo...
Si uno intenta llegar por Rumichaca, en carro propio, es para tener coraje en las esquinas”, aseguró la ciudadana.
Rueda observó que en las intersecciones de las calles Clemente Ballén y 10 de Agosto, pese a que los semáforos dan preferencia al tráfico que llega por Rumichaca o Pío Montufar, los vehículos se demoran para atravesar el tramo.
La situación se presenta porque otros conductores que vienen en sentido oeste-este, al irrespetar el semáforo en amarillo y, en algunos casos, en rojo, bloquean el paso a los choferes que circulan de sur-norte. El irrespeto al semáforo y otras señalizaciones están contemplados en la Ley de Tránsito como contravenciones graves de primera clase (Art. 142, literal a).
Los conductores que incurren en este tipo de faltas son sancionados con una multa equivalente al 30% de la remuneración básica unificada ($ 95) y reducción de 6 puntos en su licencia de conducir.
En los cruces de las avenidas 25 de Julio, Domingo Comín, Francisco de Orellana, y calles como 10 de Agosto, Clemente Ballén, Luque, Rumichaca, García Avilés, Colón son más evidentes los congestionamientos vehiculares por los bloqueos de las intersecciones.
Según la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE), en forma permanente ha distribuido agentes que circulan a pie o en motonetas, en las vías mencionadas.
No obstante, Wilson Sánchez, miembro de la CTE, aseguró que en las calles del centro es frecuente detectar que se incumple el artículo 142 de la Ley de Tránsito.
Los mayores contraventores, afirmó el uniformado, son los conductores de buses urbanos. “Ellos son los primeros en atravesar sus unidades en las intersecciones cuando intentan cruzar con el semáforo en amarillo”. Pese a los controles, en las calles como Tungurahua, Luis Urdaneta y García Avilés, se presentan casos en los que los choferes burlan a los agentes de tránsito al pasarse la luz roja en su presencia.
Algunos ciudadanos consultados, se justificaron en que los vehículos de transporte masivo de personas (buses y Metrovía) vuelven lento el tráfico en las calles donde sí hay semáforos, especialmente, en las horas pico. Asimismo, coincidieron en que las calles resultan estrechas para la cantidad de carros que circulan. El parque automotor de la ciudad, hasta el año pasado, ascendía a casi 400.000 unidades.
Efraín Villarroel, quien trabaja en la zona centro, aseguró que el control de los agentes de tránsito no se da en forma permanente en el centro. “Por eso es que los buses y la Metrovía hacen lo que les da la gana... he visto a articulados pasarse el semáforo en rojo. ¿Usted por qué cree que atropellan gente en la calle Boyacá?”, expresó Villarroel.
En marzo de 2007, por ejemplo, testigos de un accidente en Boyacá y Colón afirmaron que un articulado se pasó la luz roja y colisionó con una moto. El conductor del vehículo fue llevado a una casa asistencial con fracturas en las piernas.
Las unidades de la Metrovía también han sido chocadas por buses urbanos que han irrespetado el semáforo. En enero de 2012, un colectivo de la línea 92, que circulaba a exceso de velocidad por la calle García Avilés, se pasó la luz roja y chocó contra un articulado que, por la fuerza del impacto, se salió del carril y se incrustó en una vivienda de dos pisos donde funciona el comercial Katherine (García Avilés y Sucre).