Ayangue, la tierra del buceo
El mar color turquesa le gana terreno a la playa de Ayangue (provincia de Santa Elena). Allí forma una pequeña bahía, que se convierte en el corazón del balneario.
En ese extremo de la comuna, que está en la Ruta del Spondylus, confluyen gastronomía, artesanías y deportes acuáticos.
La principal riqueza de la población costera es su vida submarina. Por ello buzos y seguidores de los deportes extremos prefieren este destino para hacer prácticas acuáticas.
El escenario que está bajo el agua posee dos atractivos: el Cristo de las Aguas y el barco hundido (a futuro se espera el hundimiento de un helicóptero y un tanque de guerra).
El primer punto, una estatua religiosa de 2.5 metros (m), tiene su origen en una donación que hizo Diego Arango Osorio, un turista colombiano que aprendió a bucear en Ayangue.
La imagen fue sumergida en diciembre de 2011 con la colaboración de 15 buzos, quienes la colocaron 10 m bajo el mar. Dos años después, el Instituto Oceanográfico de la Armada obsequió un bote para que también se convirtiera en atractivo a 16 metros de profundidad. “Rigel” se llama la nave (fue entregada tras 38 años de servicio).
En el islote ‘El Pelado’, que está frente a Ayangue (15 minutos a mar abierto), es donde se encuentran los submarinos. Al alejarse de la costa, el paisaje se amplía. Allí se divisa el mar que pareciera no tener límites, se siente la fresca brisa y el agua salada.
Al llegar, los buzos se lanzan alrededor del islote para descubrir el fondo marino. En las profundidades se pueden observar, dependiendo de la temporada del año, mantarrayas, caballitos de mar, langostas, tortugas y peces.
Un museo bajo el agua es impulsado como el principal destino de buceo del Ecuador. Es un paraíso de agua tranquila y clara que está oculto debajo del mar.
