Árbol plantado en la urbe es remedio e insecticida
Si no hubiera conocido el árbol del Neem, Darío Delgado seguiría cultivando plantas comestibles en la terraza de su casa y atendiendo durante el día su local de repuestos para automóviles.
En 5.000 macetas blancas, negras y transparentes, crece el fruto de su proyecto: plantar 50 hectáreas de este árbol originario de la India en la vía a la Costa, para utilizarlo como pesticida en los cultivos agrícolas del país. Aunque también se lo puede hallar en zonas cercanas al museo Nahím Isaías y a la Iglesia Catedral (centro).
El plaguicida natural, que obtuvo secando las hojas de la planta y dejándolas macerar en agua durante dos días, tiene un color naranja ladrilloso, que es producido por las semillas de la Azadirachta (nombre científico del Neem).
Este investigador cuenta que hace cuatro meses, cuando lo invitaron a una comida en el campo, donde había unas 200 personas, le llamó la atención la ausencia de insectos. “Era de noche, había llovido, pero no se veían por ningún lado moscas, mosquitos ni hormigas, me fijé y vi que los árboles de ese bosque eran de Neem”. A esta experiencia él le llama “una visión de Dios”.
Maravillado por las propiedades de la planta, empezó a investigar y encontró que las hojas del árbol pueden ser utilizadas para curar 150 enfermedades, entre ellas las relacionadas con los hongos que afectan la piel y las uñas.
Durante los últimos cuatro meses, mientras cultivaba las semillas de olor penetrante que hoy llenan la terraza de su casa, ha probado el uso de la planta. “Creo que es importante que la gente entienda que no siempre en una farmacia van a encontrar la solución a sus problemas, las pastillas contienen preservantes y sustancias que deben ser procesadas por el hígado y causan daño a largo plazo”, advierte.
Sus experimentos lo han llevado a descubrir que las hojas pueden usarse para bañar a los animales, ya que eliminan las garrapatas.
El investigador ha regalado hojas a las escuelas cercanas a su casa, para que los niños se laven la cabeza con el agua que se obtiene al hervir 40 hojas por litro. “Las liendres y los piojos desaparecieron”, asegura.
Para las enfermedades de la piel, el naturópata recomienda el enjuage de las partes afectadas con el agua que se obtiene al macerar las hojas.
Entre sus planes a futuro está el aplicar el pesticida para la erradicación de los caracoles manzana, plaga que afectó los sembríos de arroz en la Costa, según la Agencia Ecuatoriana de Aseguramiento de la Calidad del Agro.
“La planta no requiere de muchos cuidados, yo les dedico dos horas, desde las 06:00 hasta las 08:00, para regarlas”.
Él cuenta que no emplea humus ni compuestos orgánicos para nutrir su cultivo, porque han causado la muerte de sus pequeños árboles.
La patente de un producto fungicida derivado del Neem fue entregada por la Oficina Europea de Patentes a la compañía multinacional estadounidense WR Grace; pero tras un litigio, en el 2005, la oficina de patentes declaró que el Neem debía ser de uso público, lo que significa que no se puede lucrar utilizando la planta.
“Creo en lo que Dios inventó, Él me dio la visión, el conocimiento y las semillas, por eso yo regalo las hojas a quien las necesita”.