La construcción de ‘años viejos’ gigantes,  la  tradicional ‘caridad’ que se solicita en  una tarrina o alcancía improvisada a los transeúntes o conductores que pasan en las calles,  así como la venta de petardos para despedir el año son parte de las costumbres guayaquileñas en estas fechas.  

Tortas, metralletas, fosforitos y chispeadores son comercializados desde el 22 de diciembre en la explanada del Estadio Monumental de Barcelona, oeste de la urbe, donde se desarrolla la Feria de Fuegos Pirotécnicos.  

Franklin Cayambe, uno de los comerciantes, afirmó que las ventas son buenas, y que ha llegado a vender un poco más de $ 500 en un día.     

Una de las características de este evento es que no se ofrece productos caseros que son peligrosos. La oferta  es de productos legalmente importados, por lo tanto un poco más seguros, manifestó Priscila Ordoñez, administradora de ferias.  “Pero tienen que ser manejados por adultos, y sin la influencia del alcohol”, sugirió.  

Son 150 comerciantes divididos en 50 puestos, que incluso cuentan con la opción para que los clientes cancelen sus pedidos con tarjeta de crédito por facilidad.  “Entre ayer (29 de diciembre) y hoy se ha incrementado el flujo de personas”, observó.

La feria estará abierta hasta las 22:00 del 31 de diciembre, antes de que culmine el año.   

Años Viejos Gigantes

Las calles Pedro Pablo Gómez y la 16, oeste de Guayaquil, se han vuelto la parada obligatoria para que los visitantes admiren la exhibición de monigotes gigantes.  Entre ellos están el Dr. Drácula de la película Hotel Transylvania; Marcos de Metal Slug,  un popular videojuego; los personajes de Pinky y Cerebro;  además de Freezer y Cell de Dragon Ball Z, serie japonesa, entre otros.  

Carlos Villanueva, uno de los creadores, afirmó que construyó a ‘Drácula’ en casi dos semanas, y ya tiene 15 años desarrollando esa habilidad en el sector. Promociona las fotos con el muñeco entre los peatones, para así recolectar fondos y quemarlo el 31 de diciembre. 

Un poco más de tiempo le tomó al joven de 19 años, Ronald Cordero,  diseñar a ‘Marcos Slug’ con tres personas más. “Fueron dos meses de trabajo, y mide 9 metros”, manifestó orgulloso.  

Los turistas son los que más admiran su obra, pues los visitantes en este tiempo vinieron de Brasil, Estados Unidos, Panamá o Alemania. “Ellos vienen con un guía traductor  para estas fechas, toman fotos, y se van felices”, comentó.

Entre familias, o en grupo de amigos, esta zona del oeste de Guayaquil se vuelve parte de la ruta de despedida del  ‘Año Viejo’.  (I)