En 1919, la empresa británica Anglo Ecuadorian Oilfields se instaló en Guayaquil
Ancón: turística, petrolera y patrimonial
La ensenada de Ancón está ubicada en la punta de Santa Elena, a 563 pies sobre el nivel del mar, frente al océano Pacífico. Así aparecía en los mapas anteriores a 1911. La actual parroquia del mismo nombre está formada por un centro urbano, las comunas El Tambo y Prosperidad, así como los recintos de San Francisco y San Joaquín, a 163 km de Guayaquil. Ancón cuenta con una población de 5.631 habitantes, según el censo de 2010.
Desde tiempos prehispánicos se conocía que la zona era rica en copé o copey, recurso que servía para la elaboración de la brea, un adherente natural que, mezclado con otras sustancias, servía para reparar embarcaciones.
Luego de muchas concesiones a particulares e intentos por hallar reservas petrolíferas de consideración, en 1911 se perforó el primer pozo petrolero en la península, denominado Ancón 1, con muy buenos resultados. A partir de allí empezó el ciclo petrolero en la historia de Ecuador, con la intervención de compañías extranjeras.
En 1919, la empresa británica Anglo Ecuadorian Oilfields se instaló en Guayaquil, excavó pozos en la zona, construyó el campamento minero y contrató a extranjeros, iniciándose un proceso de poblamiento dirigido por los técnicos ingleses, quienes fundaron clubes sociales, como el Nacional (1924), Andes (1928), Unión (1928), Brittish West Indies Club (1929), este último conformado por trabajadores de Jamaica, Barbados y Trinidad.
En 1928 se construyó un hospital y al año siguiente, la primera plaza del pueblo (Bolívar), formándose así el centro urbano de Ancón. Al poco tiempo se crearon los barrios Eloy Alfaro (fines de los treinta), Riobamba, Ambato, Velasco Ibarra, Siberia, Nuevo, entre otros.
Con la exploración de los primeros pozos se requirió un elevado número de trabajadores, quienes llegaron de varias partes del país, así como de otras latitudes. Técnicos ingleses, jamaiquinos, polacos, trinitarios, colombianos, peruanos y hasta hindúes se asentaron en Ancón para entregar su aporte al desarrollo de Ecuador. Por otra parte, según relata el ciudadano Enrique Mora Ávila,1 en 1925, los británicos reclutaron 500 trabajadores traídos de la Sierra como enganchados, ya que la mano de obra en la Costa era escasa.
Durante más de 50 años, los anconenses vivieron conforme a los designios de la Anglo, lo cual generó una sociedad marcadamente estratificada, tras el funcionamiento de una economía de enclave. Casi todas las rentas obtenidas del petróleo en la península de Santa Elena fugaron para Europa, debido a las prebendas que el Estado ecuatoriano concedió a la compañía.
Esta dinámica de segmentación social incidió en la configuración de la trama urbana, por ejemplo, cuando se crearon los barrios, cuyos nombres respondían al origen de los vecinos. En Ancón se implementó un modelo de segregación socioespacial, al punto que los ingleses se reservaron las zonas cercanas a los acantilados y construyeron casas de gran tamaño, limitando el paso de los nacionales a sus dependencias.
En contraste con los lujos de los funcionarios ingleses, las casas de los trabajadores, como dice el investigador Ramiro Gordillo, “eran austeras, no muy espaciosas, pero confortables […]. Otros trabajadores de menor rango vivían en canchones y el agua les era suministrada en tanqueros” (Gordillo, 2005, p. 36), aunque “disponían de una red de distribución de agua potable y de gas doméstico por tuberías, así como de un servicio permanente de electricidad y de letrinas sanitarias, lo cual para el Ecuador de la época era poco usual aun para la gente acomodada que vivía en las ciudades principales” (Gordillo, 2005, p. 36).
Los antiguos pobladores de Ancón refieren que la distribución del agua se daba por dos tuberías: el agua dulce que llegaba luego de un exigente proceso de depuración en la planta desalinizadora de la Anglo en Mambra, y el agua salada que generalmente se utilizaba para la limpieza de los servicios higiénicos. Los anconenses recibían de la Anglo los servicios de agua, gas, teléfono y luz, pues la empresa también tenía una planta eléctrica. Otro servicio impecable era la recolección de basura, la que se realizaba a diario, por parte de las brigadas de sanidad.
La Anglo Ecuadorian Oilfields fue, durante más de cinco décadas, la dueña y señora de Ancón e impuso sus propias reglas que fueron acatadas por todos los pobladores, incluyendo a los comerciantes que recibían la autorización de los ingleses para ocupar espacios públicos para el expendio de sus productos.
En 1976 acabó el ciclo de explotación de las compañías extranjeras en la península, de forma que la Anglo Ecuadorian Oilfields salió de Ancón y la Corporación Estatal Petrolera Ecuatoriana (CEPE), en un proceso de reversión que lideró el gobierno nacionalista del Gral. Guillermo Rodríguez Lara, tomó a su cargo los campos petroleros. En ese mismo año, los exdirigentes obreros de la Anglo fundaron la Junta Cívica Pro-Parroquialización de San José de Ancón, que gestionó durante décadas la mencionada parroquialización, hasta que se aprobó en 2002. Finalmente, en el actual gobierno, el 5 de noviembre de 2011 Ancón fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación, en conmemoración del centenario de la extracción del primer barril de petróleo en territorio ecuatoriano.
Ancón nació, surgió y creció como el primer conglomerado dedicado a la explotación petrolera en Ecuador, a partir de la segunda década del siglo XX, lo que generó una economía de enclave, así como una sociedad y cultura propias, de gran riqueza simbólica y con realizaciones materiales de indudable interés patrimonial.
La declaratoria de Ancón es motivo suficiente para favorecer proyectos de desarrollo que deberían convertir a la zona en un atractivo turístico de gran importancia, sin dejar de precautelar el patrimonio cultural que contribuye a fortalecer la identidad de sus ciudadanos y ciudadanas, sobre la base de una historia de civilidad, trabajo y progreso, de la cual sienten orgullo. (I)