Amigos, romances y deporte en la historia del Bolocentro
Fue el 10 de febrero de 1998 cuando Luis Castro y Elizabeth Osorio contrajeron matrimonio. Hasta allí nada extraordinario. Lo inusual es que la boda civil se celebró en medio de una pista de bolos, con bolas de boliche como parte de la corte de honor de los novios.
“Nos conocimos en la oficina de mi cuñado, pero fue en Bolocentro donde nos enamoramos”, recuerda Castro, un aficionado a este deporte que por más de 14 años pertenece a la Federación Ecuatoriana de Bolos.
“Todos nuestros amigos eran de ese ámbito, entonces resultaba más fácil llevar a nuestros familiares a la pista, que a los deportistas a otro lado”, concluye.
Es solo una de los cientos de historias que existen alrededor de este popular sitio de la ciudad, que esta noche cerrará sus puertas de forma definitiva luego de 27 años de funcionamiento, ubicado en la avenida Carlos Luis Plaza Dañín y avenida Democracia (Atarazana).
“Estamos concluyendo un ciclo. Nos retiramos con un negocio activo, vigente”, explica Lauro Torres, uno de los 6 propietarios del negocio durante los últimos 22 años y que se desempeña hasta hoy como su gerente general.
Torres, médico de profesión, resalta el valor deportivo de Bolocentro en el desarrollo del deporte de los bolos en la ciudad.
“Han sido años de labor fructífera, hemos sido pioneros del deporte en diferentes torneos nacionales, internacionales, panamericanos y juveniles”, destaca el médico.
Un criterio similar es el que tiene Dionisio Saverio, de 31 años, quien participará en octubre próximo en los Juegos Panamericanos en Guadalajara, México, representando al país en los bolos y que se formó profesionalmente en este deporte en Bolocentro.
“Mis padres jugaban desde 1985, y yo empecé a practicar por iniciativa de mi madre, al igual que mis hermanos. Toda mi familia ha estado vinculada a este lugar y al deporte de alguna manera”.
Según cuenta Saverio, arrancó con sus prácticas en 1997, en el 2000 intervino en competencias como juvenil y desde 2001 en categoría de mayores. “Fui vicecampeón nacional en el 2010, hace 2 años fui bicampeón nacional y soy pentacampeón de la provincia”.
Pero las anécdotas deportivas no son las únicas que quedarán en la memoria de todos los asiduos asistentes a este lugar. También están aquellas que se vivieron entre amigos, compartiendo momentos de risa y diversión, como los que recuerda Estefanía Ramos.
“Desde hace unos 4 años somos visitantes frecuentes de este lugar. Antes veníamos cada sábado, en grupos de hasta 12 personas. Armábamos nuestros propios torneos y la pasábamos muy bien. Siento tristeza por su cierre definitivo”, sostiene.
Al igual que Estefanía, son varias las personas que han hecho eco de este sentimiento de nostalgia, confiesa Lauro Torres.
“Hemos recibido pedidos a través de las redes sociales como Facebook y Twitter, para que se revea la resolución de cerrar el local; pero es una decisión tomada desde hace varios meses”, recalca.
José Joaquín Antón, de 39 años, es uno de los propietarios de Strikes, la bolera ubicada desde hace un año en el Centro Comercial Village Plaza, en la Vía a Samborondón. Sus hermanos y él también tienen muchas emociones y memorias ligadas a Bolocentro.
“Siempre hemos practicado este deporte, incluso mi hermano Ricardo compitió en torneos internacionales. Todos los recuerdos gratos que tengo de los bolos los viví allí”, asegura.
Para Alfredo Cuadros sin duda se trata de un lugar inolvidable. Recuerda: “Cuando regresé de mi maestría en España, mis amigos me arreglaron una cita a ciegas en Bolocentro con una chica (Michelle Barragán), quien años después se convirtió en mi esposa”. Ahora ellos tienen dos años de matrimonio.
Alfredo dice que pensaba llevar a sus hijos a conocer el lugar donde comenzó la historia de sus padres y a jugar bolos como ellos en su primera cita. Siente melancolía de que eso ahora sea irrealizable.