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600 personas, aproximadamente, se están formando en esta religión en el país

Alegría y placer para el espíritu es la consigna de la comunidad Hare Krishna

El gurú Mangala Das (der.) es el líder espiritual de los Hare Krishna en un espacio ubicado en el centro de la ciudad. Foto: Miguel Castro / El Telégrafo
El gurú Mangala Das (der.) es el líder espiritual de los Hare Krishna en un espacio ubicado en el centro de la ciudad. Foto: Miguel Castro / El Telégrafo
27 de septiembre de 2015 - 00:00 - Redacción Guayaquil

“Jaya jaya goracande aratiko sobha, jahnavi - tata - vane jaga - mana -lobha (“Todas las glorias, todas las glorias a la hermosa ceremonia de ārati del Señor Caitanya”) es la estrofa que se entona un lunes por la noche en uno de los centros de reunión de la comunidad Hare Krishna en la ciudad.

Las luces se apagan en la sala que convocó al menos a 30 personas -entre creyentes y no creyentes de la religión- y solo queda visible la imagen de Srimati Radharani, la consorte eterna de Krishna (la suprema personalidad de Dios para sus creyentes).

Hay regocijo, las personas cantan y bailan al ritmo del sonido de los mridanga (un instrumento de percusión alargado y dos membranas) mientras lanzan pétalos de flores a la efigie en señal de respeto.

Se trata del Radhastami, el día en que se celebra la aparición de Srimati Radharani. Para el gurú Mangala Das, líder de esta comunidad, es un día más de alegría espiritual que decidió compartir con el resto de la comunidad guayaquileña.

Para ello se extendió una invitación a través de las redes sociales para que los visitantes conozcan detalles, no solo de los Hare Krishna, sino también de la cultura hindú.

El espacio adecuado para el recibimiento solo tiene una condición: ingresar sin calzado.

La razón es, precisamente, uno de los rituales de la cultura india en la que se considera a los pies como receptores de las energías terrenales. “Los zapatos y sandalias traen las malas energías de afuera y no se debe contaminar este espacio”.

La festividad del Radhastami se celebra en todo el mundo e incluye como ofrenda 150 preparaciones de alimentos hechos sin usar productos provenientes de animales.

Los primeros representantes Hare Krishna en el país llegaron a Guayaquil en 1977. “Es una institución con carácter ciento por ciento espiritual, basada en textos milenarios como el Srimad Bhagavatam y el Bhagavad-gita”, explica Mangala.

Los documentos reciben el nombre de vedas y constituyen la guía en donde se enseña que todo tiene origen en Dios.

Dios, según el credo, es uno solo, pero con diferentes nombres, de acuerdo con los lugares. “En el cristianismo es Jehová, en la cultura hindú es Krishna... Dios es ilimitado y tiene miles de nombres”, afirma el líder espiritual. Krishna significa  ‘supremamente atractivo’.

Las personas que quieren formar parte de la religión, como primer paso, deben conocer al Hare Krishna a través de sus vedas y costumbres, y, posteriormente, participar en reuniones con otros devotos.

Mangala explica que hay dos formas de considerar a los miembros de su credo: los internos y los congregacionales.

Los internos asisten entre uno y dos años para aprender la disciplina espiritual. En Ecuador, se estima que aproximadamente 600 personas realizan esta formación.

Emy Riquero-Camacho es oriunda de Babahoyo, pero se interesó en esta religión a través de la lectura de uno de sus libros.

Actualmente tiene 6 meses de preparación y en su familia ha existido apertura a su nueva condición, pese a haber sido criada en el catolicismo. “Mis padres tienen amplia confianza en mis decisiones”.

El requisito indispensable para que alguien pueda ser identificado como parte de esta religión es adoptar un ritmo de vida cuyo objetivo básico sea purificar el espíritu.

Aunque su vestimenta característica (túnica) hace suponer una vida austera, Mangala puntualiza que cada uno de los miembros de su comunidad trabaja o tiene su negocio y cada uno colabora según su voluntad. “Hacemos servicio comunitario sin intereses económicos”.

No niega que existen personas agresivas e irrespetuosas en contra de su religión, pero -en línea con su credo- no se responde ninguna de las críticas. “Es problema de ellos, no nuestro”.

Las personas interesadas en conocer más sobre esta comunidad pueden acudir al centro de reuniones en las calles 6 de Marzo y Víctor Manuel Rendón. (I)

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