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Álbumes fotográficos y visiones de ciudad

Álbumes fotográficos y visiones de ciudad
25 de enero de 2015 - 00:00 - Ángel Emilio Hidalgo, Historiador

La fotografía documental urbana del periodo 1910-1930 vehiculiza las sensibilidades modernas, al tiempo que oculta la cara no deseada de la modernidad periférica, cuando las ciudades publicaban álbumes fotográficos: Recuerdo de Guayaquil, de Aquiles Maruri, editor (1909); Guayaquil a la Vista, de Juan Bautista Ceriola (1910-1920); Guayaquil en la mano, de Jacinto Jouvín Arce (1912); El Ecuador en el Centenario de la Independencia de Guayaquil, de J.J. Jurado Avilés (1920); América Libre, de Carlos Manuel Noboa (1920); Álbum Sanitario de Guayaquil (1928); Álbum-Guía de Guayaquil (1929), entre otros. Estos libros celebran la cara limpia de la ciudad, representada en sus instituciones, hombres destacados y efemérides patrióticas.

En el álbum Guayaquil a la vista, ‘colección de fototipias’, a cada fotografía le acompaña un texto que resalta, en términos grandilocuentes, los signos de la modernidad y el acelerado proceso de cambios urbanísticos que experimenta la ciudad. Los espejos son París, Londres, Barcelona, es decir, las grandes urbes europeas: “Boulevard 9 de octubre. Como París se muestra orgulloso con sus grandes boulevares, Guayaquil se presenta no menos satisfecha con su moderno Boulevard 9 de Octubre, que principia en el Malecón, sigue hacia la Plaza del Centenario y terminará en el Salado”.1

Destaca, al mismo tiempo, la ausencia de los barrios y sujetos populares. Parecería que los fotógrafos evitan que el hombre de la calle se introduzca en el encuadre. No hay referencia alguna a las balsas-viviendas que, aunque en retirada, todavía permanecen al pie de la orilla, formando el suburbio flotante de Guayaquil. Tampoco hay fotografías del barrio del Astillero, sector que concentra la incipiente industria de principios de siglo XX, ni de la calle Villamil, cuyas edificaciones se salvaron del incendio grande de 1896.

La consigna no manifestada por el editor es ocultar toda presencia de ruralidad y marginalidad, en una ciudad que se concibe a sí misma, ‘letrada’ y ‘civilizada’. La primera edición (1910) está dedicada “a la culta sociedad guayaquileña”, 2 por lo cual, algunas de las fotografías de las señoritas pertenecientes a las más pudientes familias de Guayaquil, denominadas ‘flores del Guayas’, nos remiten a una tradición aristocrática de las elites guayaquileñas, que al mismo tiempo pregonan la libertad de comercio, la democratización y el progreso, aunque en constante tensión con el resto de la sociedad.

La ascendente burguesía comercial privilegia el papel de las instituciones liberales, sobre todo aquellas controladas por las elites económicas del puerto: La Filantrópica, la Beneficencia, los bomberos, destacándose la labor de sus principales benefactores. No obstante, las letras y las artes también comparten la mesa en el banquete modernizador: aparecen los pintores, escritores, dibujantes y fotógrafos que tienen mayor visibilidad entre las elites. También están representadas las profesiones liberales, con la inclusión de médicos, abogados, educadores, ingenieros y periodistas.
Si bien Guayaquil a la Vista reproduce, en su conjunto, el discurso y propaganda municipal, el álbum posee una interesante riqueza icónica y registra importantes aspectos de la vida cotidiana: carreras hípicas, funciones teatrales, ejercicios de agua, etc. La calidad de los fotógrafos es notable: José Rodríguez González realiza las tomas arquitectónicas, mientras que Julio Timm y Enrique de Grau proyectan imágenes variadas como ‘Jockey Club’ (Timm) y ‘Efectos de la luz en la ría’ (de Grau), que puede considerarse uno de los primeros intentos de realizar fotografía artística, desde parámetros ‘modernos’.

Guayaquil en la mano (1912) es un pequeño libro-guía de bolsillo dirigido al turista y hombre de negocios. Incluye un directorio de profesiones y oficios, así como de almacenes comerciales, con una presentación del editor donde destaca los atributos de una ciudad en permanente cambio y destinada a convertirse en un emporio de trabajo y progreso. El autor de las fotografías es Enrique de Grau e Iscla, dueño uno de los más prestigiosos estudios fotográficos de la ciudad.

En 1920 se publican dos títulos de lujosa presentación, dedicados a Guayaquil: El Ecuador en el Centenario de la Independencia de Guayaquil, impreso en New York, donde el fotógrafo Enrique de Grau recopila vistas urbanas que registran la actividad comercial de las principales ciudades del Ecuador. Además, incluye tomas de haciendas y paisajes rurales de Costa y Sierra. Es una especie de enciclopedia visual del país y representa el homenaje simbólico que le hacen las demás ciudades a Guayaquil, con un sentido de afirmación nacional, por el centenario de su independencia.

El otro libro del mismo estilo y profusamente ilustrado es América Libre, volumen editado por ‘Prensa Ecuatoriana’, empresa del guayaquileño Carlos Manuel Noboa, que publicaba revistas, álbumes y guías turísticas.

América Libre está pensada como un homenaje a Guayaquil desde una visión continental; es decir, resaltando el lugar que ocupaba la ciudad puerto en el circuito comercial del Pacífico. El libro contiene reseñas históricas y noticias de actualidad sobre algunos países latinoamericanos. En el caso del Ecuador, se concentra en Guayaquil y muestra una ciudad que se está transformando urbanísticamente, destacándose el papel de la prensa en la conformación de una esfera pública burguesa.

Álbum Sanitario de Guayaquil (1928) y Álbum-Guía de Guayaquil (1929) son publicaciones que refuerzan la campaña higienista dirigida por la Dirección Municipal de Sanidad. Contiene fotografías que muestran el antes y después de una campaña sanitaria emprendida por el gobierno local para acabar con la peste bubónica que azotaba Guayaquil. El editor del Álbum Sanitario de Guayaquil resalta la diferencia de los edificios de hormigón armado que paulatinamente van poblando el centro de la ciudad, frente a las antiguas casas de madera que empiezan a ser demolidas para evitar o disminuir la proliferación de roedores, así como la posibilidad de que se produzcan incendios. En el horizonte ideológico y cultural de estos álbumes, las casas vernáculas de la calle Villamil son parte del “folk-lore”3 guayaquileño, reforzado en la construcción de repertorios discursivos que idealizan, en tono nostálgico, el pasado de la ciudad.

1. Juan B. Ceriola, Guayaquil a la Vista, 2ª. Edición, Barcelona, Imp. Vda. de Luis Tasso, 1920.

2. Juan B. Ceriola, Guayaquil a la Vista, Barcelona, Imp. Vda. de Luis Tasso, 1910.   

3. Así aparece escrito en el Álbum Sanitario de Guayaquil (1928).

(Tomado de Ángel Emilio Hidalgo, Guayaquil. Los Diez-Los Veinte, Quito, Consejo Nacional de Cultura, 2009).

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