Aguas de Puerto Lisa se tornaron turbias hace tres décadas
La garza y el pato cuervo son dos especies que todavía se observan en el estero Puerto Lisa, cerca del puente de la 4 de Noviembre (suburbio). Se los ve en menor cantidad, ya que -producto de la ocupación descontrolada de las riberas- el espejo de agua se tornó un manto verdusco y pestilente.
Según el Ministerio del Ambiente (MAE), el estrangulamiento del estero (originado por el relleno) provoca la disminución del oxígeno en el agua, lo que puede producir un efecto como el descrito.
Estero arriba, hacia el Mogollón, las primeras casas fueron levantadas en la década del 50; mientras que el sector de la 4 de Noviembre y zonas aledañas comenzaron a invadirse en la alcaldía de Assad Bucaram, poco antes de 1970.
Los moradores de la zona aseguran que ningún traficante de tierras vendió los terrenos del lugar. “La gente llegó y cada quien delimitó su lote”, recuerda Gladys Villamar, quien habita en el sector desde hace 35 años, aproximadamente.
En otros casos, precisó, los terrenos fueron vendidos por pescadores que realizaban faenas en el afluente. “Yo pagué 200 sucres por mi lote, de 6 por 20, a un señor (pescador) que ya falleció”.
La amplitud que antaño tenía el estero permitía el ingreso de botes y barcos hasta un puerto que estaba en lo que hoy es la 25 y Maracaibo. La carga que se movilizaba era madera (samán y tillo) y mariscos (peces como la lisa, de allí el nombre de Puerto Lisa).
La familia de Ana Sánchez fue una de las primeras en llegar al sector cuando las actuales calles pavimentadas eran solo sedimento. “Antes se clavaban estacas en la tierra para poder cruzar sin pisar el lodo”.
Recuerda que Assad Bucaram promovió la invasión masiva y, durante su administración, la zona recibió su primera obra municipal: relleno de cascajo para la circulación peatonal. “La pavimentación llegó recién hace 8 años”.
De acuerdo con los vecinos, el relleno de la década del 70 aumentó la sedimentación -que redujo la actividad naviera- y luego comenzaron las descargas domésticas.
El espejo de agua, antes de los rellenos, se encontraba entre los 30 y 50 metros, aproximadamente. En la actualidad, en determinados puntos, quedó reducido hasta menos de 10 metros. Durante la presidencia de León Febres-Cordero, la mayoría de los inmuebles logró obtener las escrituras, lo que representó una garantía de estabilidad para los propietarios.
Años más tardes, varias casas construidas sobre el afluente colapsaron, debido a la inestabilidad del terreno.
Cristina Torres, quien vive en la calle Francisco Pianna, relata que algunas de las viviendas, en la actualidad, presentan fisuras. “Se volvió a rellenar donde se cayeron las casas de madera y volvieron a construir, pero esta vez con cemento”.
Finalmente, durante la alcaldía de Jaime Nebot llegó la legalización de los terrenos, inclusive para los construidos sobre los rellenos que se consideran como puntos de estrangulamiento del estero Salado.
Durante la última década, el sector de Puerto Lisa conocido como 4 de Noviembre ha recibido pavimentación, servicios básicos (luz, agua y alcantarillado) y obras de regeneración urbana.
Cientos de habitantes ya han sido notificados por el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) para salir de la zona e iniciar las obras de rescate del afluente, como parte del proyecto Guayaquil Ecológico.
Para Jaime Vera y sus vecinos, la disposición resulta injusta. “Buena parte del sur de la ciudad se levantó sobre agua”, dice.
Puso como ejemplo la calle Los Ríos, cerca de Cristo del Consuelo, donde antes se podía pescar ostión. Recordó, sin embargo, que en las aguas del Salado, hasta antes de 1980, las jaibas podían verse. “Se las podía ‘saludar’”.
Una de las acciones que el Ministerio del Ambiente ejecuta para recuperar el brazo de mar es la oxigenación de las aguas en dos puntos del estero Puerto Lisa.