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El primer historiador profesional que tuvo Ecuador

Abel Romeo Castillo y gobernadores de Guayaquil del siglo XVIII

Abel Romeo Castillo y gobernadores de Guayaquil del siglo XVIII
21 de septiembre de 2014 - 00:00 - Ángel Emilio Hidalgo, Historiador

Abel Romeo Castillo ha pasado a la historia por su obra poética basada en el romance español, con textos que fueron trasladados al pentagrama y convertidos en pasillos, como ‘Romance de mi destino’ y ‘Romance criollo de la niña guayaquileña’. Pero hay una faceta que quizá algunos no conozcan.

Luego de una privilegiada educación en su ciudad natal se trasladó a España para estudiar Historia y se graduó de Doctor en Filosofía y Letras, sección de Historia, en la Universidad Central de Madrid, el 6 de noviembre de 1931, con una tesis que se convirtió en libro: Los Gobernadores de Guayaquil del siglo XVIII. Es decir, el guayaquileño Abel Romeo Castillo fue el primer historiador profesional que tuvo Ecuador. Luego estudió periodismo y al cabo de varios años de estadía peninsular, regresó al país para hacerse cargo del diario de su padre: EL TELÉGRAFO.

En la década del treinta del siglo pasado, los cultivadores de la historia eran un puñado de entusiastas que desde el empirismo perseveraban en la necesidad de investigar y escribir ese gran libro en blanco que era la historia de nuestra ciudad. Habían fundado el Centro de Investigaciones Históricas (1930), tema que fue tratado en esta columna la semana anterior. Y a pesar de que Abel Romeo Castillo entró tarde al Centro, su nombradía ya llevaba tiempo, primero como poeta, y luego como el autor de una obra notable sobre la historia política y administrativa de los Gobernadores del Guayaquil colonial.

¿Cuáles fueron los méritos de esta obra? En primer lugar, apareció como respuesta a la Historia General del Ecuador, de Federico González Suárez, en el sentido de que para Castillo era trascendental estudiar el aporte de Guayaquil como ciudad y región en el periodo colonial. Además, el título de Los Gobernadores de Guayaquil del siglo XVIII trasluce el carácter biográfico de esta historia institucional. Es decir, el texto de Castillo se convierte en una historia biográfica, política y administrativa de la institución colonial; es decir, una especie de “biografía del poder” porque se plantea la problemática del poder político en el medio local.

Castillo fue un importante gestor cultural de la ciudad, particularmente desde su labor periodística en EL TELÉGRAFO. Su sensibilidad de poeta y formación ilustrada le llevaría a simpatizar con las causas del socialismo internacional y especialmente de los republicanos españoles. No obstante, como lúcidamente aclara Alejandro Moreano, hacia 1930 “el socialismo no era pues la ideología de la subversión radical del proletariado sino el ala radical del liberalismo; por eso su lenguaje pudo entrar en todas las clases”.1

En el alma del doctor Castillo convivían el poeta y el historiador, curiosa amalgama que le llevó a tomar distancia de los cronistas de su época, aunque los respetaba mucho, sobre todo a José Gabriel Pino Roca, si reparamos en el modo en que se refiere al autor de Leyendas, páginas y tradiciones de Guayaquil: “erudito historiador guayaquileño y generoso amigo”.

Cuando Abel Romeo Castillo escribió Los Gobernadores…, la historiografía guayaquileña sobre el periodo colonial recién daba sus primeros pasos. Dignos de mención es el libro Compendio histórico de la provincia de Guayaquil (1894), de Francisco Campos, así como los artículos históricos de Camilo Destruge publicados en el Boletín de la Biblioteca Municipal de Guayaquil.

A partir de su obra, Castillo dialoga con dos historiadores que le precedieron: Federico González Suárez y Francisco Campos. El primero de ellos escribió una Historia General del Ecuador, la que en realidad no corresponde al Ecuador, sino a la Audiencia de Quito. Mientras que el segundo elaboró una historia de la antigua provincia de Guayaquil que representa un esfuerzo para el momento en que fue escrito (finales del siglo XIX), aunque deja algunas lagunas que Castillo se esfuerza en llenar.  

Variados son los aportes de este libro a la historiografía ecuatoriana y el propio Abel Romeo Castillo, sin falsa modestia, reconoce que Los Gobernadores “señaló un nuevo camino a todos los investigadores de la historia patria, quienes, antes de la aparición de este trabajo, no se preocupaban de señalar fuentes documentales o bibliográficas; ni ordenaban y catalogaban los asuntos, materias y autores mencionados en sus libros, para facilitar la lectura de este tipo de obras que son innegablemente de consulta”.2

Con Abel Romeo Castillo, la historiografía ecuatoriana se actualiza y perfecciona por la elección del método científico como ejercicio fundamental en la tarea del historiador profesional. Si bien destacados historiadores de inicios del siglo XX como Federico González Suárez y Camilo Destruge ya incorporaban consideraciones teóricas y metodológicas propias de la disciplina historiográfica, en Castillo, el “método científico” cimentado en la importancia de la base empírica como condición de historicidad, se convierte en una obsesión que le acompañará toda su vida.

1.  Alejandro Moreano, Capitalismo y lucha de clases en la primera mitad del siglo XX, en VV.AA., Ecuador: pasado y presente, Quito, Libresa, 1995, p. 119.

2. Abel Romeo Castillo, Los Gobernadores de Guayaquil del siglo XVIII, Guayaquil, Publicaciones del Archivo Histórico del Guayas, 1978, Segunda Edición, p. XIV.

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