Rodríguez González es quien demuestra una mayor sensibilidad hacia lo popular
4 fotógrafos de Guayaquil (I parte)
A inicios del siglo XX, la fotografía en nuestro país ya es considerada un medio ‘artístico’. Lejos quedaron esos tiempos en que los fotógrafos se consideraban ‘heraldos’ de la técnica, es decir, operarios de un oficio manual.
En las exposiciones internacionales de la primera década del siglo XX en las que Ecuador participa -París (1900), Buffalo (1902), San Luis (1904), Milán (1906), Madrid (1907)-, los fotógrafos presentan retratos y paisajes, así como vistas urbanas. También se anuncian en la prensa, relevando el trabajo artístico como una de sus virtudes. Existe un afán por desarrollar la fotografía en términos creativos, desde lo que implica, en esos momentos, dejarse influir por el pictorialismo, corriente estética de transición hacia la modernidad fotográfica, que consistía en crear fotografías semejantes a cuadros pictóricos.
Hemos elegido cuatro fotógrafos para ejemplificar el período, por su importancia y pertinencia en la elaboración de repertorios visuales que hablan de Guayaquil y sus valores modernos, en el proceso de transición urbanística, entre 1910 y 1930: José Rodríguez González, Enrique de Grau, Rodolfo Peña Echaiz y Miguel Ángel Santos.
José Rodríguez González nació en Trujillo, Perú, el 19 de marzo de 1870. Se inició muy joven en el oficio, como ayudante en la Galería Inglesa de R. Dayt y trabajó en la Fotografía Americana de L. Torres, ambas en Santiago de Chile. En 1897 regresó a Lima y se desempeñó en una galería que estuvo abierta dos años.
En 1899, Rodríguez González emprende una “gira ambulante recorriendo las ciudades de San Pedro, Chepén, Guadalupe, Pacasmayo, Paita, Piura, Sullana, Catacaos y Tumbes”,8 localidades ubicadas en el norte del Perú, colindantes con Ecuador. El salto al otro lado de la frontera lo da en 1900, cuando llega a Guayaquil y abre un estudio fotográfico en la calle Sucre N° 112.9 Dos años después se amplía en la esquina de Pedro Carbo y Luque, y bautiza su establecimiento con el nombre de Gran Galería Velox.10 En otro anuncio dice mantener su galería iluminada todas las noches, “con magnífica luz incandescente”,11 de 8 a 9, ofreciendo retratos iluminados, grupos de familia y vistas coleccionables “de Guayaquil y Durán”.12
En un anuncio de 1903, Rodríguez González promociona, entre sus “especialidades”, retratos al platino, así como “reproducciones y ampliaciones de retratos antiguos” y “retratos a domicilio de muertos”.13 El versátil fotógrafo importaba máquinas de distintas características y una de ellas, decía, con algo de humor negro, que era especial para “sacar retratos de cadáveres en interiores, etc., y dejarlos vivos, garantizando el parecido”.14
Por su demostrada capacidad de fotógrafo, empieza a recibir premios y reconocimientos. Los más importantes son el concurso de vistas urbanas convocado por el periódico La Nación (1903), en conmemoración del 9 de Octubre, donde obtiene “medalla de oro y diploma de honor”. Además, en 1907 y 1908 conquista, de modo consecutivo, el Primer Premio de la exposición artística de la Sociedad Filantrópica del Guayas.
Su merecida fama le lleva a colaborar como cronista gráfico en los principales periódicos (La Nación, en 1902) y revistas ilustradas del puerto, como Guayaquil Artístico (1903), Patria (1907), donde también trabajaban los fotógrafos de la sociedad Timm & Grau (Julio Timm, alemán, y Enrique de Grau, español).15 En Patria había una sección titulada ‘Fotografía Artística’, categoría que se aplicaba especialmente al retrato de estudio, con decorados, telones de fondo y otros elementos escenográficos. En esta sección también se publicaban trabajos de Menéndez & Jaramillo, Enrique Ródenas y Melitón Rodríguez, este último, importante fotógrafo colombiano.
Entre 1900 y 1905 publicó una serie de postales de Guayaquil, bajo la viñeta de ‘Fotografía Velox’, entre las que destacan: ‘Estero de Cangrejito’, ‘El Muelle del Ferrocarril’, ‘Ferrocarril de Aduana’, ‘Las Peñas’ y ‘El Malecón’.16
Es importante resaltar que, de los cuatro fotógrafos que hemos elegido, Rodríguez González es quien demuestra una mayor sensibilidad hacia lo popular. En sus imágenes del Guayaquil a la Vista se nota un interés por registrar la vida cotidiana, en el espacio restringido por el imaginario de las élites: las calles céntricas de la urbe. Al introducir en su encuadre a sujetos populares, como el niño betunero de la foto del Banco Comercial y Agrícola, Rodríguez González incluye, simbólicamente, al subalterno, en el imaginario visual del proyecto modernizador.
Lo mismo podemos decir de los transeúntes, carretilleros y vendedores informales que aparecen en la fotografía del Mercado Norte, los trabajadores de la Empresa de Carros Urbanos y los aprendices de los talleres de mecánica y ebanistería, de la Escuela Anzoátegui de Artes y Oficios.
(Texto extraído de: Ángel Emilio Hidalgo, Guayaquil. Los Diez-Los Veinte, Quito, Consejo Nacional de Cultura, 2009).