El Astillero, ese barrio del sur que evoca recuerdos marineros
La historia marítima del Ecuador tiene sus inicios en el año 1547 y son los habitantes de la isla Puná quienes dan inicio y desarrollan sus habilidades en la construcción de las primeras embarcaciones, construidas con tronco de los árboles y palmeras secas de las plantas de cocos, amarradas con cabuyas.
Guayaquil no está exenta de esa historia. El puerto fue la cuna de excelentes astilleros, que inclusive tuvieron fama internacional. La habilidad de artesanos porteños era reconocida en toda América Latina. Esa habilidad y destreza provocaba admiración.
A eso se le suma la excelente calidad de las maderas nativas, que sin duda tuvieron gran protagonismo en el prestigio de los astilleros, tales como el guachapelí mulato, laurel de montaña, roble, cedro, amarillo, bálsamo y guadaripo.
Según Hilario Lainez, de 68 años, habitante del llamado barrio del Astillero, la botadura de una embarcación (cuando se lanzaba la nave al agua) convocaba al vecindario a festejar ante el espectáculo que ofrecía el evento, enriquecido con bandas militares, músicos y vendedores diferentes. “Era una fiesta lo que se vivía en el sector. Es algo que los abuelos no sabían cómo describir por la magnitud del trabajo de los artesanos, que era reconocido por los extranjeros”.
El comentario de Lainez es similar a la cita que hace el historiador Julio Estrada Icaza, quien en su guía histórica asegura que “fue el astillero más importante y activo que cualquier otro existente en las costas del Pacífico”.
Un gran trabajo en el sur
La fabricación de un navío tomaba alrededor de dos años o más y algunos de ellos no llegaron al agua porque cuando incursionaban los piratas incendiaban sus lugares de construcción en la isla Puná o Guayaquil.
Después de largos años de intensa actividad y bonanza, los astilleros entraron en decadencia, paralelamente a la crisis del imperio español, que perdió el dominio de los mares a manos de Inglaterra, Francia y Holanda y con ello sus rutas comerciales.
Pero quienes tienen un papel preponderante en esta actividad guayaquileña son los puneños, quienes realizaban intercambios comerciales con los Huancavilcas, Mantas y posteriormente con tribus aborígenes de Centroamérica, que utilizaban embarcaciones pequeñas conocidas como pangas (troncos de árboles con huecos en el centro), sobre todo para intercambiar sus productos, como adornos elaborados en concha spondylus y algunos tejidos.
Con la llegada de los españoles, aprovechando la gran salida que tenía Guayaquil hacia el mar y viendo las riquezas y recursos marinos de nuestra región, se decidió construir el primer astillero en 1547 con el fin de tener un lugar para reparar las embarcaciones.
Jacinto Guevara Limones, de 50 años, cuenta que Guayaquil tuvo uno de los mejores astilleros de la costa del Pacífico.
Narra que se conoce que en el siglo XV llegaban barcos de gran envergadura a los astilleros de Guayaquil, quienes por los ataques de los corsarios y piratas sufrían daños y tenían que poner a buen recaudo todo el oro y otros productos que viajaban desde Perú.
Para la reparación se utilizaba madera de cedro y balsa, maderas consideradas de excelente calidad y que estas tierras tenía.
Para Guevara, la construcción del Malecón 2000 terminó con los muelles o embarcaderos que existían en la ciudad. “Se borró gran parte de la historia marítima que teníamos los guayaquileños. Se tiene previsto que el malecón llegue hasta la calle El Oro, con lo que estaríamos enterrando la historia de los astilleros de la ciudad”, manifiesta Guevara.
Además dice que si se impulsa el desarrollo de los astilleros, solo en la reparación de embarcaciones encontraremos fuentes de trabajo para muchos obreros navales, carpinteros, soldadores, electricistas. “Los insumos que se utilizan para reparar un barco son numerosos: la industria de plástico, la madera y la pintura serían las más beneficiadas”.
A esto se suma la devolución a nuestra ciudad su historia marítima. “Si en la reparación ganamos, cuánto se podría ganar en la construcción de grandes embarcaciones siguiendo los ejemplos de Grecia o Corea del Sur”.
Astilleros y futboleros
Desde hace varios siglos el astillero ha estado ligado a la historia y el crecimiento económico y social de Guayaquil, teniendo como vía de desarrollo el río Guayas.
Pero el sector no solo es reconocido por los excelentes navíos que se construyeron sino porque ahí nacieron dos grandes equipos del fútbol: Barcelona, el 1 de mayo de 1925, fundado por inmigrantes españoles, quienes le pusieron el nombre de un equipo de su país, y Emelec, el 28 de abril de 1929, fundado por George Capwell, presidente de la Empresa Eléctrica.
Sin duda estos hechos, el nacimiento de los equipos y la importancia de los astilleros, hacen que este sector sea muy especial para Guayaquil.
El recuerdo se mantiene de lo que fue Guayaquil con esta actividad hasta llegar a ser uno de los astilleros más grandes de América. Un recuerdo que lo evocan con nostalgia los habitantes del sector y el mismo Guayaquil. (I)