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Ecuador, 10 de Enero de 2025
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El Telégrafo
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Entrevista / Edison Vicente Méndez Méndez / MEDIOCAMPISTA DE EL NACIONAL Y DE LA SELECCIÓN ECUATORIANA DE FÚTBOL

"Tengo fuerzas para jugar 2 años más a buen nivel"

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Édison Méndez hizo una de las jugadas más valiosas de su carrera en 2008. Jugaba en el PSV Eindhoven y antes de regresar a Holanda, después de pasar unos días de vacaciones en El Chota junto a su familia, cumplió un anhelo pendiente: construir una cancha y trasladar ahí la escuela de fútbol Harrington, de Ibarra, donde empezó a formarse como jugador a los 7 años.

Seis meses antes, Méndez había sorprendido al país con el anuncio de su renuncia a la Selección (Sixto Vizuete lo convenció después para que vuelva). Triunfaba en Europa, pero se sentía incompleto. Sentía la necesidad de devolver la gratitud que le mostraba su gente cada vez que regresaba a su pueblo.

‘La Jugada’, como una de las tantas que ha realizado a lo largo de su carrera como futbolista, fue el nombre que eligió el ‘Kinito’ para aquella cancha de césped sintético. La infraestructura, que se encuentra en el sector del Parque Industrial de Ibarra, sobre 300 metros cuadrados, es ahora una de las mejores obras deportivas de la capital imbabureña.

Después de su salida del Independiente Santa Fe -el DT Gustavo Costas no lo tenía en sus planes- y una vez terminado el Mundial de Brasil, Méndez se entrenó en las reservas de Liga para mantenerse en forma.           

El fútbol en el Valle del Chota es casi una religión…

Todos los que crecimos en el Chota le contarán lo mismo que yo; íbamos a la escuela por las mañanas, almorzábamos, nos bañábamos en el río y desde las 14:00 hasta las 18:00 jugábamos fútbol sin parar.
Practicábamos en una canchita debajo del puente que sigue ahí. Con los jugadores que más compartí fue con Kléber Folleco, Diego Ayala, (Geovanny) Sombra Espinoza, Raúl Guerrón, Hugo Guerrón, Omar de Jesús...

Seguro eran encuentros disputados…

Eran unos partidazos a muerte a partir de las 2 de la tarde. Se organizaban 3 equipos y jugábamos hasta que un grupo anote 4 goles y el perdedor salía y entraba el que estaba afuera. No parábamos hasta que se hacía de noche.

¿Cuándo empezó a practicar este deporte?

Inicié en la escuela de fútbol Harrington a los 7 años cuando fui del Chota hacia Ibarra y a partir de ahí empecé como futbolista. Gracias a mi desempeño, cuando tenía 10 años, integré la selección sub 12 de Imbabura y fui el más joven. Deportivo Quito se fijó en mí y así arrancó mi carrera.

¿Sus padres lo respaldaron con su decisión de ser futbolista?

A mi padre (Segundo Méndez) no le gustaba que yo practique fútbol, porque me decía que siempre llegaba con los zapatos rotos y no me quería comprar más (risas). Pero mi mamá (María Carmelina Méndez) si estaba feliz porque veía que hacía deporte y me alejaba de los vicios. Ella no me vio jugar nunca cuando empecé en el fútbol, pero cuando debuté con la selección sí estuvo en el estadio.
 
¿Le costó la adaptación a una ciudad más grande como Quito?

Fue un cambio muy duro. A pesar que mis 2 hermanos mayores, Jorge y Silvana vivían en la Capital y me pude quedar con ellos, los primeros 4 o 5 meses fueron muy difíciles para mí. Mis desplazamientos eran largos. Vivía en el sur y tenía que viajar en bus hasta Carcelén en el norte y se me complicaba con los pasajes, pero después los directivos me ayudaron a conseguir una vivienda cerca del complejo del Deportivo Quito.

El primer equipo en el que me probé en Quito fue en El Nacional, pero no me adapté. Me acuerdo clarito que en la residencia del club en Tumbaco había muchos jugadores de la Costa y junto a Santiago Morales éramos los únicos 2 de Imbabura y decimos salir ambos y así llegué al Quito.
 
¿Es solitaria la vida de un futbolista?

Cuando recién se empieza sí, es muy duro. Hay que arrimar bastante el hombro, porque pocos son los entrenadores que apuestan por un futbolista que viene de un pueblo pequeño como el mío. Mis padres se quedaron en el Chota y tuve que apoyarme en mis hermanos.

¿En sus inicios, fue volante como hoy o probó otras posiciones?

En la selección de Imbabura era carrilero derecho, porque jugábamos con línea de 3 en el fondo, pero en la sub 14 de Deportivo Quito empecé como volante ofensivo. Mi entrenador en las inferiores fue Carlos Brito.

¿Con quién compartió en sus primeros años como chulla?

Jugué junto a José Luis Chiriboga, Marcos Lulu Castillo, Hugo Guerrón, Kléber Folleco, Héctor Carabalí, Juan Pablo Romero..., teníamos un gran equipo en las inferiores. Junto a ellos continuamos el proceso y debutamos en primera división en 1997 con el profesor Miguel Ángel Arrué.

¿Qué recuerda de ese debut?

Fue un debut soñado, como el de cualquier joven que empieza en el fútbol. Ingresé cuando faltaban 25 minutos para que termine el partido en Quevedo. Tenía 17 años y todos me respaldaron cuando entré en ese partido que finalizó 1-1.

¿Cuándo escucha Deportivo Quito, qué pasa por su mente?

Significa mucho para mí. El Quito me acogió cuando tenía 12 años y tengo un cariño inmenso hacia la institución. Recuerdo que con 14 años el arquitecto Tommy Schwarzkopf y el ingeniero (Luis) Chiriboga me dieron una vivienda para que me pueda instalar y estoy muy agradecido con los entrenadores y toda la gente del Quito.

¿Tuvo muchas novias en la Capital?

Nunca las tuve en Quito. Mi primera fue Cristina Carcelén en El Juncal a los 14 años y en la actualidad ella es mi esposa, con la que formamos una linda familia. Mayer es el hijo mayor que tiene 12 años, Valentina de 10 y Dana de 6 años.

¿La familia Méndez-Carcelén ya está completa?

Mi esposa está esperando un bebé, una niña más y me gustaría tener un niñito y con 5 estaríamos muy contentos.

¿Cómo deciden los nombres con su esposa?

Con los 2 primeros fueron una decisión mutua. Pero ya desde la tercera dispusieron nuestros hijos y ya no tenemos voto con Cristina (risas). Para la bebé que nacerá en mayo aún no sabemos qué nombre ponerle.

¿Si no hubiera sido futbolista, tenía en mente otra profesión?

La verdad yo no tenía 2 opciones en mi vida. Era solo fútbol. En mi pueblo se respira fútbol y ahora que lo pienso, nunca tuve un plan B, porque mi objetivo siempre fue ser futbolista y aposté todo en esa opción que me dio resultado.

Su último paso por El Nacional fue en 2003 antes de fichar por el Irapuato.

¿Estaba listo para jugar en el balompié mexicano?

Si solo cambiar mi vida del Chota por la de Quito fue complicado, viajar a otro país fue mucho más difícil, porque fue la primera vez que salía al exterior. Allá me encontré con el argentino Diego Garay, quien jugaba en Barcelona y conocerlo facilitó mi adaptación.

La principal diferencia entre México y Ecuador es la comida, porque a los mexicanos les gustan las cosas picantes y eso cuesta adaptarse. Pero en los otros aspectos es más sencillo. Las ciudades son similares, se entrena igual y el clima es igual. En Torreón (Santos Laguna) el calor es seco. pero parecido al de Guayaquil y hay ciudades de altura como México DF y Toluca; e Irapuato era frío como Quito. La verdad me adapté con rapidez porque jugué siempre de titular y eso ayudó para que a los 6 meses me vendan al Santos Laguna.

Tras el Mundial de 2006 se vinculó al PSV de Holanda con el que ganó 3 títulos ¿cómo manejó esa transición al fútbol europeo?

Fue complicada la adaptación pero me ayudó viajar con mi familia, nunca estuve solo. Sin hablar inglés, me costó mucho más; pero sobre todo cuando estaba fuera de las concentraciones, porque dentro del equipo había 12 jugadores que hablábamos español y de ellos, 8 éramos titulares. Además el técnico Ronald Koeman hablaba español.

Compartí con el mexicano Carlos Salcido, el peruano Jefferson Farfán, el brasileño Gomes, y los holandeses Ibrahim Affelay, Phillip Cocu, Patrick Kluivert y Timmy Simons que hablan español.

Además recibíamos 3 horas de clases al día de neerlandés, entonces de a poco si aprendí el idioma.

¿Cómo se vive el fútbol en los Países Bajos?

No te da respiro. El fútbol se juega todo el año y no tienes mucho tiempo para recuperarte y la liga se define por muy pocos puntos, así que hay que ganar hasta el final para ser campeón. Conseguí 3 títulos con el PSV.

Su gol contra el Arsenal de Inglaterra en la Champions League en 2007, fue el primero de un ecuatoriano en este torneo de clubes. ¿Qué recuerda de esa anotación?

Fue uno de los 2 goles que anoté que marcaron mi carrera. El primero fue en el Mundial de 2002 contra Croacia. Nunca lo olvidaré porque significó la primera victoria de Ecuador en un Mundial. Fue una alegría enorme marcar el gol. En lo personal y grupal fue motivador porque fue el último partido del torneo y queríamos regresar de Japón con un triunfo.

Con la anotación contra el Arsenal, el PSV ganó el partido y pudimos clasificar a cuartos de final de la Champions. De niño para mí era un sueño ver los partidos de la Champions por televisión y cantar el himno antes del comienzo de los mismos. Es una canción que significa mucho para los futbolistas. El primer partido en esa temporada lo jugué contra el Liverpool y no lo podía creer.

Es el único ecuatoriano con 3 mundiales a sus espaldas. ¿Lo toma de manera especial?, ¿Cuál lo recuerda más?

Al ser un jugador activo, todavía no asumo completamente lo que significa disputar 3 torneos de esta magnitud, pero es muy bonito saber que vengo de un pueblo pequeño y protagonizar 3 copas del mundo, pero yo creo que habrá jugadores nacionales que igualarán o superarán mi marca. Los mundiales son como los hijos, todos son igual de importantes y no hay ninguno feo.

¿Se imaginó estar presente en 3 mundiales?

La verdad nunca me imaginé, porque las Eliminatorias de Sudamérica son las más complicadas del planeta y clasificar a 3 mundiales es un logro de todos los ecuatorianos. Y como jugador lo asimilo con mucha humildad.

El 27 de marzo de 2005 Ecuador derrotó 5-2 a Paraguay tras ir abajo 2-0, usted anotó un golazo que ingresó en el ángulo…

Ese gol fue muy especial porque lo convirtió la afición, el estadio entero. Antonio Valencia descontó y el mío fue el del empate. Era el minuto 45 y recuerdo que le dije a Edwin Tenorio que me dé la bola, me la entregó y fui directo al arco. Cerré los ojos y pateé y solo sentí cuando la hinchada gritó gol, no me acuerdo más, fue como si me hubieran puesto una inyección para dormir. 

Representar al país con la selección debe ser único

La selección es tu mamá y tu papá, es tu vida y el orgullo más grande es poder vestir esa camiseta ‘tricolor’. Jugar el Mundial con mi país es lo más importante que me ha dado el fútbol.

¿Qué lecciones le ha dejado su carrera futbolística de 18 años?

En cada equipo aprendí algo distinto. Por ejemplo en Europa entendí sobre la disciplina táctica. Es fundamental saber correr y respetar los espacios dentro del campo de juego. En la selección aprendí que hay que defender esos colores con orgullo y que cada partido hay que dejar todo en la cancha así ganes o pierdas. Liga me enseñó que nada es imposible que con humildad se pueden conseguir torneos internacionales y la unión es fundamental.

¿Es complicado manejar la fama y el glamour que genera el fútbol?

No es difícil, si se mantiene una vida educada y recta. Ver luchar día a día a mis padres en el campo, me hizo darme cuenta que yo también tenía que pelear por lo que quería. La fama no es mala pero hay que saberla llevar.

¿Ve cerca el retiro del fútbol?

Si he pensado en ese tema pero todavía tengo al menos 2 años en un buen nivel. A mí me gusta entrenar niños y cuando deje el fútbol quisiera abrir mi propia escuela de fútbol. Pero por el momento estoy en El Nacional, una institución a la que quiero mucho y de la que salen grandes jugadores de selección y es un honor defender esta camiseta.

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