Entrevista / luis gustavo soler / director técnico argentino
“Siempre supe que iba a ser entrenador”
“¿Dónde vas a meter todo esto en la entrevista?, voy hablando una hora y después sale un reportaje pequeño”, se preguntó el entrenador argentino Luis Soler en medio del diálogo con este diario en una cafetería al norte de Quito. El DT contaba en esos momentos sus anécdotas sobre el uso de las redes sociales cuando pausó para pedir que sus historias no queden en el olvido.
Desde que salió de Universidad Católica en 2014 no ha vuelto a dirigir, pero se mantiene documentado con las últimas tendencias deportivas y asiste a los estadios de Quito a observar los juegos del torneo local. Está a la espera de que suene su teléfono y tener otra oportunidad para impartir sus conocimientos desde la zona técnica.
Permaneció poco tiempo como futbolista antes de ser técnico...
Empecé en las divisiones juveniles del Deportivo Español, después pasé a Vélez Sarsfield, donde debuté en primera división. Luego de 7 meses en Primera fui al Sevilla en España, pero por problemas con mi permiso de trabajo volví a Argentina y jugué en Banfield.
Regresé a España al Recreativo de Huelva y más tarde en Argentina jugué en All Boys y en Los Andes. Mientras vivía en España empecé el curso de entrenador, que lo terminé en Argentina. Con 29 años (1980) dirigí al Deportivo Español, mi primer club como estratega.
¿Siempre jugó como defensa central?
Toda la vida en esa posición que se la llamaba líbero o ‘stopper’. No fui un gran jugador técnicamente, pero sí muy inteligente, que leía bien los partidos y mandaba dentro de la cancha. Siempre les cuento eso a los jugadores a los que entreno, que me preguntan cómo jugaba. Se ríen cuando les digo que, si yo hubiera sido mi entrenador, no me ponía en el equipo de titular. Era un jugador de 6 puntos (sobre 10), pero me alcanzó para jugar en primera división y en Europa.
¿Fue duro dar el salto al fútbol español?
En principio sí me costó; primero, porque no había tantas comunicaciones como ahora con internet, redes sociales, Skype... Todavía se enviaban cartas y se demoraban 3 semanas en llegar las noticias, las líneas telefónicas no funcionaban bien. Fue complicado el desarraigo de la familia.
¿Cómo se produjo esa transición de las canchas al banquillo?
Me retiré en Deportivo Morón y empecé a entrenar al Deportivo Español en las inferiores, en 1980 ya dirigí en primera división. El curso como entrenador me ayudó muchísimo porque vivir en Europa te abre los horizontes. Mi crecimiento se dio una vez que ya estuve dirigiendo porque de las equivocaciones y los aciertos se aprende. Y ese recorrido te convierte cada día en mejor técnico. Al Deportivo Español lo considero como mi casa, porque mi padre lo fundó.
¿Se enamoró de inmediato de la dirección técnica?
Sí. Yo siempre supe que iba a ser entrenador. Cuando jugaba, era un técnico dentro de la cancha. Era el responsable de ordenar al equipo y dar indicaciones. No fui el capitán porque esa responsabilidad recae en las figuras y yo era un soldadito.
Además, en Argentina, en la década de 1980, no había muchas posibilidades deportivas ni económicas y a mí siempre me gustó entrenar. Siempre estuve muy pendiente de la táctica y la estrategia y tuve entrenadores de muy buen nivel.
¿Quién fue su mentor?
Los más representativos fueron Osvaldo Zubeldía y Ernst Happel. Los conocimientos del austriaco me entusiasmaron mucho. Happel entrenaba hace 40 años como se practica hoy. Estaba adelantado a su época. Era muy firme y quizás demasiado autoritario para un latino en España como yo.
Fue campeón de Europa con el Brujas de Bélgica, fue técnico de la selección de Holanda en el Mundial de 1978. Era un técnico de un nivel extraordinario.
Y Zubeldía me hizo debutar en primera división con Vélez. Él también fue campeón de América y campeón del mundo. Otro adelantado. Los técnicos que marcan tu carrera son los que trabajan en el futuro 10 y 20 años en relación a lo que se conoce en esos momentos.
¿Qué tendencias futbolísticas marcaron sus primeros años como director técnico?
En la década de 1980 en Argentina había 2 inclinaciones bien marcadas: ‘bilardismo’ contra ‘menottismo’; yo me incliné más para el lado de Carlos Bilardo, con su estrategia y táctica.
¿Cuál es su característica como entrenador?
Creo que soy una persona a la que le gusta el buen fútbol y que se adapta a los jugadores que tiene. Disfruto de los aspectos tácticos y estratégicos. Considero importante que mis equipos sean sólidos, que tengan transiciones rápidas, que ataquen y que presionen arriba.
¿Cómo era la vida de Buenos Aires en las décadas de 1960 y 1970?
Era una ciudad muy cosmopolita, con muchos extranjeros. Había grandes grupos de españoles e italianos y era un lugar en el que todavía se podía jugar al fútbol en la calle. Había potreros y grandes espacios abiertos en los que armábamos una cancha y jugábamos fútbol todo el día.
¿Vivió de cerca la dictadura militar de Jorge Rafael Videla?
Fue muy dura. En esa época estudiaba en la Facultad de Derecho, llegué al tercer año de abogacía, pero después ya me fui a jugar a Europa y no pude seguir; también por el momento político del país. Tuve muchos amigos que desaparecieron. Fue muy doloroso vivir esa etapa, que no se la deseo a nadie y ojalá nunca se repita un hecho similar en Argentina.
¿Disfrutó de su trabajo en la liga española?
Todos los técnicos de larga trayectoria, como yo, tenemos éxitos y fracasos. Yo salí campeón con el Cádiz (serie B) en 2005 y me fui al descenso al año siguiente. Los técnicos normalmente contamos las buenas, pero también hay malas experiencias.
¿A quién se enfrentó como DT del conjunto andaluz?
Fue una gran experiencia participar de la liga española. Nos tocó jugar contra el Real Madrid de (David) Beckham, de (Zinedine) Zidane, Ronaldo, (Iker) Casillas... y ante el Barcelona de (Lionel) Messi, Ronaldinho, (Samuel) Eto’o, (Ludovic) Giuly, Xavi, (Andrés) Iniesta. La verdad es que dirigir en el Camp Nou ante 95 mil personas fue inolvidable.
En sus 35 años como estratega forjó grandes amistades...
Sí, obviamente. Con quien tengo una gran relación es con el uruguayo Víctor Espárrago, radicado en España hace 30 años. Él jugó conmigo en el Sevilla y en el Recreativo de Huelva y nos hicimos grandes amigos. Dirigimos juntos en el Cádiz. Fue padrino de mi boda, su señora es madrina de mi hija...
Ha sido hincha de San Lorenzo toda la vida...
Crecí en el barrio de Almagro en Buenos Aires, toda mi familia estuvo vinculada al fútbol, mis otros hermanos, Fernando y Ricardo, también fueron futbolistas; mi padre, Luis, fue comentarista de fútbol español por muchos años. Me crié yendo a la cancha desde los 4 años, fue una pasión para mí. San Lorenzo jugaba en el estadio Gasómetro en la avenida La Plata, un recinto de madera espectacular, en el que lo vi campeón. Toda mi familia respalda al equipo, desde mi abuelo (Luis Soler), mi padre, mis hermanos y mis hijos. Eso no se traiciona.
Tiene una foto junto a Edgardo Bauza en su cuenta de Twitter...
Estuve con él en el Mundial de Clubes en Marruecos, en la final entre San Lorenzo y Real Madrid. Fui a la concentración del equipo y hablamos de fútbol por horas.
¿Cómo fue esa experiencia en Marruecos?
Fui con mis hijos Romina y Rodrigo, ambos aficionados de San Lorenzo. Fue espectacular. Aunque el Real Madrid era el club más mediático, los que pusieron el ambiente y la fiesta fueron los hinchas de San Lorenzo. Hubo 12 mil aficionados en Marrakech. Nos encontramos con gente del equipo que venía de todo el mundo. Fue impactante.
¿Vivió el encuentro como un hincha más del ‘Cuervo’?
Sí, definitivamente. Tengo fotos con la camiseta y con banderas en el estadio. Fue muy lindo vivir la final de este Mundial. Valió la pena.
San Lorenzo ganó en 2014 por primera vez la Copa Libertadores, debió ser otro momento gratificante...
Agradezco a todos lo que conforman el club. Llevaba 50 años sin ganarla y al fin lo consiguió. Las iniciales del equipo son CASLA (Club Atlético San Lorenzo de Almagro), pero los hinchas de Boca Juniors nos ‘cargaban’ (molestaban) y decían que significaba Club Atlético Sin Libertadores de América; ahora ya se les acabó esa broma.
En Estados Unidos dio clínicas deportivas a aficionados...
Enseñaba en universidades aspectos tácticos y estratégicos. Justo era en la época en la que el fútbol en ese país empezaba a surgir, en el primer lustro de la década de 1990. Pasó el auge del Cosmos y comenzó el tema del Mundial de 1994 y ya había mucha pasión. Se daban los primeros pasos para lo que hoy es la Major League Soccer (MLS).
La enseñanza es otra de sus pasiones...
Sí. Sobre todo trabajar con juveniles. Por eso brindé tantas oportunidades a jugadores jóvenes en Deportivo Cuenca y Barcelona. También soy profesor de la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino y doy charlas cuando viajo a Argentina.
En Argentinos Juniors formó a Juan Román Riquelme...
Tuve una gran camada de futbolistas en mi paso por Argentinos; además de Riquelme, hice debutar en primera división a Juan Pablo Sorín; fueron mis pupilos también (Fabricio) Colocinni, (César) La Paglia, Nicolás Rodríguez... Había 20 jugadores que terminaron jugando en Europa y llegaron a la selección.
Fueron 3 años increíbles y con todos esos chicos tengo una relación bárbara. Me encontré con Sorín y Riquelme cuando enfrenté con el Cádiz al Villarreal. ‘Juampi’ Sorín me invitó a su despedida del fútbol en Belo Horizonte, en 2009, que enfrentó al Cruzeiro contra Argentinos Juniors. Y fue una linda experiencia, porque yo dirigí uno de los equipos de las estrellas. Ver a 50 mil brasileños despedir como ídolo a un argentino no es común.
¿Qué tiene de especial Riquelme?
Es un crack. Leía los partidos como ningún otro. Tenía una personalidad increíble y le pegaba a la pelota de forma espectacular. Sobre todo poseía una pasión única por el fútbol. Y Sorín era un jugador inteligentísimo, uno de los mejores laterales del mundo.
¿Es más sencillo dirigir a jugadores habilidosos?
Sí, obviamente. A Sorín le decías una sola vez las instrucciones y ya las ponía en práctica. Es más fácil dirigir a las estrellas que a los que tienen menos talento.
Como entrenador trabajó en las inferiores de Argentinos Juniors, Lanús, Rosario Central... parece que la formación de futbolistas es otro de sus talentos.
Fue una etapa de mi vida hasta 2004 cuando estaba en Lanús y dirigí jóvenes muy buenos. A (Alejandro) Frezzoti lo dirigí en Lanús y vino a Deportivo Cuenca y actualmente está en Barcelona. En Huracán (1997) tuve a Daniel Montenegro, a
Christian Celay que ahora está en Mushuc Runa...
Acá en Ecuador lo hice debutar con 17 años a Andrés López en Deportivo Cuenca, en un partido contra Barcelona, después ya se mantuvo en primera división.
Cuando llegué a Barcelona (2013) Christian Penilla no jugaba nunca y lo puse en el primer equipo. Dos años después, está jugando en México en el Pachuca. Lo importante es detectar el talento y darle confianza al jugador.
¿Es muy estricto, expulsó a algún jugador de su equipo?
Nunca lo hice, pero sancioné a un montón en todos los equipos. Hasta que se adapten a las normas que ponía en los entrenamientos y concentraciones. En Ecuador les costó un poco a los futbolistas porque yo venía de España y traje las normas de convivencia de allá y hasta que tomen ritmo siempre dificulta. Mi filosofía es sancionar para educar.
¿Conocía sobre el fútbol ecuatoriano cuando llegó a Deportivo Cuenca en 2010?
No sabía casi nada. Solo lo que me había contado Jorge Célico, otro de los amigos que tengo acá y con el que trabajé en Argentina, pues fue mi asistente en Huracán. También me comentaron sobre el fútbol ecuatoriano el ‘Patón’ Bauza y el ‘Chino’ (Jorge) Benítez, quien fue el que me vinculó a Deportivo Cuenca. Me recomendó, me llamaron a España y vine.
¿Qué le sedujo de Barcelona?
A Barcelona no le puedes decir que no. Es como Boca Juniors en Argentina, no puedes dejar pasar esa oportunidad. Me gustó el desafío y me fue muy bien. Sacamos el 60% de los puntos (segundo semestre de 2013). Lo tomamos en los últimos lugares de la tabla y logramos clasificar a la Copa Sudamericana.
¿Por qué no continuó?
No nos pusimos de acuerdo en el aspecto económico con los hermanos Noboa. Me ofrecieron renovar mi contrato, pero no se dieron las cosas. Pero pienso volver a Barcelona en algún momento, estoy seguro de que regresaré.
Su cuenta de Twitter siempre está activa y tiene más de 42.700 seguidores...
Las redes sociales me parece que son un buen medio de comunicación con la gente. Las empecé a usar para no tener problemas con los periodistas en Cuenca. Entrenábamos a las 10:00 y algunos tenían la alineación, pero los que realizaban programas radiales más temprano no contaban con esa información. Entonces decidí crear mi Twitter y colocar ahí la alineación, para que todos los que me siguen la puedan ver al instante. Pero cuando fui a Barcelona fue una explosión. Tenía 9 mil seguidores y en 15 días pasé a 40 mil. Fue impresionante.
¿Cómo afronta esta nueva etapa de padre?
Es muy linda. Se llama Valentina y es cuencana. La llevo a los estadios, ve fútbol desde chiquita. Vamos al parque y al cine. El otro día fuimos a la casa de Federico Laurito (jugador de Universidad Católica) a tomar mate. Él tiene 2 niños y pasamos un gran momento. La llevé 3 veces a Argentina para que conozca a sus hermanos.
¿Está cómodo viviendo en Quito?
Me encanta. En general, me gusta Ecuador, es un país que me brindó afecto, tiene estabilidad y es tranquilo. Pero acá (Quito) hay más fútbol, hay muchos equipos, lo que para mi profesión es conveniente.
Se dice que en Rosario se encuentran las mujeres más guapas de Argentina, ¿es verdad?
Sí, es así. En toda la Argentina hay mujeres lindas, pero en Rosario están todas juntas. (I)