Carlos Vera: “Para ser árbitro profesional hay que ser un futbolista frustrado”
Carlos Vera no quería ser árbitro. Su padre, Ramón, lo fue en los tiempos en que vestían completamente de negro, cuando Elías Jácome era el referente nacional del gremio y se convirtió en el primer silbato ecuatoriano en pitar en un mundial, el de Italia 1990.
Los consejos de su padre y su insistencia para que siga sus pasos, como ya lo hacía su hermano mayor, Sandro, rindieron sus frutos en 1995, cuando ingresó al curso de arbitraje. En 2002 Byron Moreno representó al gremio arbitral en Corea y Japón, mientras Carlos despuntaba en los partidos de serie B, lo que le sirvió para ascender a la máxima categoría, la serie A.
El Carlos Vera que 2 años atrás -en una entrevista con EL TELÉGRAFO- se puso como meta llegar a la final del Mundial, cuenta detalles de su experiencia en Brasil y las sensaciones que tuvo por estar como cuarto árbitro en el partido en el que Alemania se consagró campeón mundial al derrotar a Argentina en el mítico estadio Maracaná.
¿Qué significó para usted estar en la final del Mundial?
Junto a Christian Lescano y Byron Romero luchamos 4 años para lograr ese objetivo. El 15 de enero se nos notificó que íbamos al Mundial, tras pasar una serie de pruebas. Nunca olvidaré esa experiencia, tuvimos la oportunidad de mostrarle al mundo que el arbitraje ecuatoriano puede lograr cosas importantes.
¿Es cierto que el penalti que dictaminó fue clave para que la FIFA lo haya designado cuarto juez en el último partido de la Copa?
Sin dudas, el penalti que le pité a Grecia, porque hizo que la comisión de arbitraje vea con agrado el trabajo que habíamos hecho. Después de ese partido, cuando llegamos a la concentración de los árbitros, recibí muchos elogios de mis colegas y de la comisión arbitral. Me felicitó mucha gente que sabe de fútbol, el mismo presidente de la FIFA (Joseph Blatter) se había manifestado a favor de la decisión que tomamos en esa jugada, que fue determinante en el partido. Mientras en Brasil muchas personas me felicitaban por el penalti pitado, en Ecuador dudaban de mi capacidad y me criticaban. Se quiso tirar abajo una excelente decisión.
¿Por qué no dudó en señalar penalti?
Estuve totalmente convencido, desde el principio, porque me ubiqué en el lugar preciso. La jugada era compleja, pero las repeticiones posteriores nos dieron la razón.
¿El debut mundialista fue cómo se esperaba?
Hubo nervios. La noche anterior al primer partido traté de descansar, pero casi no pude, porque ya quería estar en la cancha. Cuando estuve en el centro del campo, me di cuenta de que no era nada del otro mundo, que era un partido con todas las seguridades.
La designación para estar en la final del Mundial puede leerse como una reivindicación del arbitraje nacional. ¿Está de acuerdo con aquello?
Nos tocó vivir momentos difíciles, pero la Comisión de Arbitraje apostó por el recambio estructural total del gremio, apostó por la juventud. Nosotros tuvimos la responsabilidad de cambiar el arbitraje. Recuerdo que en 2005 me tocó pitar la final del Torneo Apertura, entre Barcelona y Liga de Quito, sin ser árbitro FIFA. Una vez terminado el torneo se reglamentó que ya no se puedan traer árbitros extranjeros y desde ahí no hemos tenido inconvenientes.
¿El hecho de ver, desde pequeño, a su padre pitando lo motivó a ser árbitro o fue una profesión que escogió después?
De pequeño no quería ser árbitro, fue algo que recién decidí a los 19 años. Mi papá (Ramón Vera, exárbitro) daba la vida porque mis hermanos y yo seamos árbitros, pero yo me dedicaba más a los estudios. Lo que sí me gustaba era jugar fútbol. Para ser árbitro profesional hay que ser un futbolista frustrado, para entender el fútbol hay que haber estado en una cancha, en competencia. No era mi deseo ser árbitro, pero mi papá siempre me motivó, me llevaba a los partidos y con el tiempo me convenció. Ahora me toca agradecerle por ayudarme a entrar a una profesión.
¿Tuvo un antecedente como futbolista?
En todos los equipos fui arquero; hasta cuando empecé a jugar olimpiadas con los árbitros tapaba. Pero cuando mi hermano Félix ingresó al gremio arbitral, yo pasé a ser delantero, porque él me banqueó, es un excelente guardameta. En uno de los Juegos Nacionales, en Los Ríos, en el estadio 7 de Octubre de Quevedo, tuve la oportunidad de marcar un gol en la final del torneo, que nos dio el título.
¿Cómo fue el primer día en el arbitraje?
Cuando regresé del servicio militar, a los 19 años, viajé a Tungurahua para hacer el curso de árbitro, ya que en Manabí no podía por esos días. Sentía que era el momento indicado y no me importó viajar con tal de hacer el curso. Agradezco a todos mis amigos y compañeros de Tungurahua, tuve grandes profesores que me enseñaron cosas que hasta hoy pongo en práctica. (I)