Omar de Felippe, un campeón que luchó en las Islas Malvinas
La historia más llamativa del decimocuarto DT argentino campeón en el torneo nacional no está asociada al fútbol. Omar De Felippe, el único entrenador visitante que ha dado una vuelta olímpica en el estadio de Ponciano, salió librado ayer de una dura lucha, aunque no tan compleja, ni de vida o muerte, ni olvidable, como la que debió afrontar hace más de 30 años para defender a su nación, no en un torneo internacional, sino en la Guerra de las Malvinas.
De Felippe, aquel joven de 20 años que fue enlistado para combatir contra Gran Bretaña en 1982 y que se salvó de ser uno de los 649 argentinos que perdieron la vida, es ahora el entrenador de 53 años que condujo a Emelec al tricampeonato, pese a que muchos desconfiaban de su potencial por ser desconocido en el medio y porque debía igualar o superar los grandes éxitos de Gustavo Quinteros en 2013 y 2014.
Antes de hacerse cargo del ‘Bombillo’ debió contestar más de una decena de veces si no le atemorizaba reemplazar a un entrenador que había dejado la vara tan alta. Y De Felippe, que conoció fuera de una cancha el miedo, representado por el vuelo de aviones y helicópteros de guerra, bombazos, disparos y muertes, respondió siempre con una tranquilidad que rayaba en frialdad y que lo ha caracterizado durante toda su estancia en el club, incluso cuando está molesto.
Ese rasgo de su personalidad puede ser uno de los mecanismos de defensa que acogió o alimentó en el campo de batalla, donde debió acostumbrarse a ver compañeros muertos día tras día. “Te vas endureciendo de tal manera que solo te preocupas por tu grupo, que son 4 o 5 personas. Todo se hace más duro. Y vos te endureces tanto que por ahí ves morir a alguien y es como que no hubiera pasado nada. Creas mecanismos de defensa que no hay nada que pueda alterar tu pensamiento y tu supervivencia. Miras las cosas y no te penetran”, contó, en presente, como si cada vez que recordara esa época se volviera a meter a la guerra, al diario La Nación de Argentina.
Después de estar sentado, rezando para que no le cayera una bomba; intentando no dormir, pero con la necesidad de hacerlo, y con una 9 milímetros sin seguro en el pecho en caso de que algún británico lo atacara, no suena tan difícil para él manejarse en una profesión en la que debe pararse al costado de una cancha para dirigir a un equipo, mientras escucha insultos de los hinchas, cuando las cosas no salen, y correr el riesgo de recibir un botellazo proveniente de la tribuna.
“...Por momentos, no teníamos cómo contrarrestar los ataques de ellos a toda hora”. La frase del oriundo de Mataderos, Buenos Aires, no forma parte del análisis de un partido, sino de aquel conflicto por la disputa de unas islas que le dejó heridas internas y por el cual necesitó del fútbol para salir adelante. Huracán y su familia fueron determinantes para su recuperación. De Felippe afrontó situaciones tan adversas “como pasar hambre, sufrir frío, estar descompuesto, tener que robar para comer, tener que comer la grasa que sobraba, escuchar la primera bomba, tirar todas las balas que pudimos”, que se hace descartable pensar que tomó con temor la responsabilidad que le dio Nassib Neme de ser estratega del bicampeón en lugar del actual seleccionador nacional. Luchar en las islas “me fue fortaleciendo, aprendí a no rendirme en nada, de confiar en uno y saber que siempre hay una posibilidad más”. Tal vez por ello, después de caer ante Liga (2-0) en Manta, por la segunda etapa del torneo nacional, no perdió su serenidad ni las esperanzas de llegar a la final.
De Felippe fue futbolista profesional entre 1986 y 1999, comenzó en Huracán y se retiró en Olimpo, justamente el equipo al que como DT llevó al título de la Primera B Nacional en el 2010, 10 años después de haber comenzado su carrera como asistente técnico de Julio César Falcioni en Vélez Sarsfield.
Ya como entrenador principal, además de Olimpo, devolvió a primera a Quilmes e Independiente, razón que, sumada al estilo ofensivo que pregona y practica, captó el interés de Nassib Neme, quien lo contactó por primera vez en 2011. Desde esa época ya se generó un vínculo que se concretaría 4 años después tras la salida de Quinteros. Bajo su dirección, Emelec avanzó a la segunda ronda de la Copa Libertadores, donde quedó afuera en la eliminatoria con Tigres por gol diferencia (1-0 en la ida y 0-2 en la vuelta) y en la Copa Sudamericana llegó solo hasta octavos por culpa del equipo que terminaría siendo el campeón, Independiente Santa Fe, por gol de visitante (2-1 en casa y 0-1 afuera). Y en el torneo local finalizó segundo en la primera fase y primero en la segunda, lo que le permitió disputar el cetro máximo con los albos.
Emelec nunca dejó de ser protagonista, pero las pocas veces que el equipo no jugó bien aparecieron las voces que invocaban a Quinteros y desvalorizaban el trabajo del actual DT, que a criterio del también estratega argentino Claudio Campos “le dio continuidad a un funcionamiento y lo fortaleció defensivamente, con menos volumen de juego, pero más práctico”. De Felippe aprendió de aquel partido frente a Liga en Manta. Para la revancha en Portoviejo cambió: le dio la pelota al rival, lo esperó y fue mortal a la contra. Fue el primer gran paso para ser campeón. (I)
Datos
Fue asistente técnico de Julio César Falcioni en Vélez Sarsfield, Olimpo, Banfield, Independiente, Colón y Gimnasia y Esgrima de La Plata.
De Felippe fue contratado como entrenador por Olimpo en el primer semestre de 2009. Tras algunas buenas actuaciones se le renovó el contrato para dirigir al equipo en el torneo de la Primera B Nacional 2009/10.
En esa temporada logró el campeonato y el ascenso con 3 fechas de anticipación. En Primera logró la permanencia con holgura. En el Clausura 2011 terminó en la cuarta ubicación con 30 puntos. Se fue en 2012.
En Quilmes, tras lograr 7 victorias, consiguió el segundo puesto y el ascenso directo a la Primera División, quedando a 1 punto de River Plate. En 2013 asumió en Independiente en la fecha 5 con el equipo en los últimos puestos de la B Nacional y terminó logrando el ansiado ascenso.