Carentes de un gremio sólido y amparados por un marco estatutario que apenas honra el título profesional como requisito para ejercer, los directores técnicos ecuatorianos se enfrentan a un mercado que se dilata para los extranjeros y se cierra para ellos. Tres estrategas nacionales consultados por este Diario coinciden en definir el contexto laboral en el que se desempeñan bajo el mismo término: “una competencia desleal”.    

Las plazas de trabajo para los técnicos ecuatorianos en los equipos de la Serie A han experimentado incrementos y reducciones importantes en las últimas temporadas. En 2013, los equipos del campeonato echaron mano de 5 técnicos nacionales a lo largo del certamen, arrancando el año con 3 (ver infografía). El número fue aumentando en 2014 con 6 contrataciones nacionales, 3 desde el inicio del año. En 2015 fueron 7 los registrados en total, empezando el periodo con 4. Sin embargo, para el arranque del torneo de este año el incremento dejó de ser gradual y apenas dos técnicos del país han logrado ser fichados.

En medio de este panorama hay dos aspectos que vale recalcar: los entrenadores ecuatorianos casi nunca cuelan en los denominados ‘equipos grandes’ y a menudo se los utiliza de manera emergente.     

¿Por qué no logran sostenerse los técnicos ecuatorianos en su propio mercado? El profesor Paúl Vélez, quien ha dirigido clubes de la A como Deportivo Cuenca y Liga de Loja, apunta hacia la crisis económica en el fútbol como la clave para la proliferación de extranjeros al mando de los clubes. “Muchas veces llegan técnicos de otros países a cobrar valores menores a los que nosotros pedimos”.

En la Serie A, la situación es menos acentuada, hay cierta paridad salarial hablando meramente de clubes con limitaciones financieras. En los equipos poderosos es difícil que llegue un estratega nacional y los foráneos que fichan ganan a otro nivel. “En la B, el tema es grave, pues llegan extranjeros a hacer pasantías incluso gratis, no sé la formación ni antecedentes, lo que importa es que cobre poco”, añade.

El austral -quien recién el miércoles aseguró empleo para este año con el Marcará- señala que en el torneo estelar los planteles de renombre y tradición no buscan opciones en la palestra local, “tanto por imagen como por presión de la hinchada”. Cerradas las puertas de la élite quedan las de los equipos más humildes. Allí el contexto no es amigable, pues la plantilla es limitada y al DT le toca fortalecerla mediante el proceso más lento: observar, escoger y enseñar. Al tratarse de un trabajo con un compás de espera amplio, el aguante de los dirigentes termina por condicionarse a los resultados, algo que vuelve inestable la plaza laboral.    

El exestratega de Deportivo Quito, Carlos Sevilla, encuentra el origen del auge de colegas extranjeros en la dolarización del año 2000. Explica que con el cambio de moneda los técnicos del resto de Sudamérica e incluso Europa vieron atractivo el mercado ecuatoriano. “Hoy en día un DT argentino que recibe una oferta multiplica su salario por 13 (1 dólar= 13 pesos). Por decir que aquí gane $ 10.000, en su país se vuelve 130.000 y con eso te puedes comprar allá una propiedad”.

El imbabureño hace hincapié en que “la deslealtad de muchos foráneos ha provocado que algunos ecuatorianos bajen sus aspiraciones salariales” y con ello también “frenan su crecimiento profesional al no poder costear cursos para actualizar conocimientos”.    

Sevilla, quien lleva años vigente en el mercado ecuatoriano y ha logrado títulos, resalta la inversión  importante que debe  hacer un DT para innovar sus saberes: “siendo ahorrador, a mí, como a muchos otros, me toca invertir al menos 20.000 dólares en 30 días de formación en Europa”.     

Comenta que parte de los gastos tiene que ver con mantener la imagen de estatus. “Para que los colegas me traten al mismo nivel tengo que, por ejemplo, hospedarme en un buen hotel... Si digo que me estoy quedando  en un hostal me mirarán por debajo del hombro”.

La importancia del respaldo

El profesor Joaquín López, quien actualmente dirige las escuelas de fútbol de la Federación Deportiva de Los Ríos, está consciente de que los técnicos se han perjudicado al no organizarse como agremiación para defender sus derechos. Revela que la única entidad formada para velar por sus intereses es la Asociación Nacional de Entrenadores de Fútbol del Ecuador, pero “la última vez que sesionó fue hace dos años”.

Según López, la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) también ha restado el respaldo a los nacionales al no restringir con reglamentos la llegada de internacionales. Pone como ejemplo la Liga MX, en la cual el requisito para dirigir como extranjero es haber tenido experiencia mínima de tres años en un club de primera. Mientras que muchos DT de los que vienen al Ecuador apenas están debutando en un campeonato profesional.

Dejando de lado a los entrenadores de experiencia, Joaquín se muestra preocupado por los que vendrán. “Ni siquiera se prohíbe que haya extranjeros en los zonales provinciales que se supone deberían ser el campo de fogueo de los novatos que la misma Ecuafútbol prepara en sus institutos”, denuncia.

La preocupación es válida. Desde su fundación en 2008, el Instituto Tecnológico Superior de Fútbol (ITSF) de Guayaquil ha graduado 151 directores técnicos y 34 entrenadores (el de Quito va hacia su primera promoción). Si bien  algunos de ellos ya estaban inmersos en el balompié profesional y necesitaban el título para ejercer como manda el estatuto de la FEF, la mayoría aún no vive la experiencia de dirigir un certamen provincial.      

El doctor Ángel Flores, director del ITSF, es muy pragmático al replicar esta apreciación: “a ningún profesional la universidad le consigue trabajo”. El rector pone la solución sobre la mesa recalcando que los colegios profesionales se forman con facultativos titulados y de esos ya hay 151, con los que se puede conformar un gremio sólido para pelear por sus espacios laborales. (I)