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Los jugadores y trabajadores de Deportivo Quito viven horas de incertidumbre

Imagen del ingreso a la concentración ‘azulgrana’, a la que solo asistieron trabajadores administrativos.
Imagen del ingreso a la concentración ‘azulgrana’, a la que solo asistieron trabajadores administrativos.
Fotos: John Guevara / El Telégrafo
13 de septiembre de 2016 - 00:00 - Redacción Fanático

En Carcelén hay silencio. Los últimos vientos de verano es lo único que se escucha en el complejo Ney Mancheno Velasco. La cancha del lugar, donde se entrena Deportivo Quito a diario, luce vacía y así permanecerá al menos hasta el próximo martes, cuando los jugadores deberán volver a las prácticas.      

Con el descenso confirmado a segunda categoría, la dirigencia les otorgó a los futbolistas 10 días de licencia; sus contratos siguen vigentes y si quieren salir del equipo deberán finiquitar, a través de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF), sus contratos.   

Ayer, en Carcelén, solo los empleados administrativos acudieron al complejo, a la espera de alguna respuesta. Como cada día, el kinesiólogo del club, Ramón Chiriboga, llegó para empezar la jornada, pero fue en vano. Sabía que no habría práctica, pero esperaba que algún dirigente se haga presente.  

Chiriboga es el empleado que más tiempo tiene en el club: 65 años, por lo que ha estado presente en los 5 títulos del equipo ‘chulla’. Hoy tiene 15 meses sin cobrar su salario, pero permanece cerca del equipo “por amor a la camiseta”. Él es uno de los 30 trabajadores del club, incluidos los jugadores, que quedarían desempleados.   

Con sus ahorros y el apoyo económico de sus hijos ha podido sobrevivir en todo ese tiempo. No imaginó que el equipo de su vida descendería a Segunda y que ahora quede al borde de desaparecer. A sus 83 años estará en Deportivo Quito hasta que pueda.

‘Ramoncito’, como se lo conoce, mantiene siempre un semblante serio y con pocas palabras definió la situación actual de los ‘chullas’: “penosa”. Mientras espera en una banca a la entrada del complejo, se le acercan ‘Brando’ y ‘Tío’, 2 perros que viven con los cuidadores en el predio ‘azulgrana’.

Con nostalgia recordó el título de 2008, el que para él fue el más importante, porque habían pasado 40 años desde que los ‘chullas’ levantaron el último. Pero justamente ese campeonato, fue el más costoso, porque los altos sueldos y premios que se ofrecieron desencadenaron en la crisis que hoy puso al equipo al borde del abismo.

Chiriboga estaba en compañía de Bolívar Realpe, uno de los cuidadores y que desde mayo de 2015 no ve ni 1 centavo. En ese tiempo sus hijos lo han ayudado y también los futbolistas, que cuando cobraban algo,  cedían algo de dinero a los empleados administrativos. Según Realpe, antes habían 15 personas para realizar las labores administrativas; ahora hay 8. Incluso el personal de cocina dejó el equipo, por lo que cuando el plantel concentraba, contrataban a alguien eventual para alimentar a la plantilla. Si no se podía, los futbolistas solían ir a comprar alimentos en un supermercado.

Mientras que Mario Oña, que hacía las veces de utilero de la sub-19 y también jardinero, entre otras actividades, tiene 18 meses impago. “Es una pena que se tenga que llegar a esto, pero era algo que se veía venir. Tuve que hacer préstamos y recurrir a mis hijos para poder sobrevivir”, contó.

A pesar de que no han recibido paga, el amor por su equipo los hizo volver al complejo. Sin respuestas, ni un panorama claro, los trabajadores se atienen a sus obligaciones. Al menos hasta el martes próximo no asistirá nadie más que ellos, sin que sus tareas sean numerosas.

El viernes pasado, cuando ya se conoció la noticia del descenso, el silencio se apoderó del lugar. Los futbolistas no encontraban respuestas a lo que sucedía y de a poco abandonaron el complejo de Carcelén. Los jugadores de otras provincias decidieron volver a sus lugares de origen mientras esperan por alguna novedad de la directiva.

Mientras que el sábado, coincidió que la directiva estaba reunida en el complejo y los hinchas del equipo llegaron al lugar, porque allí disputaban un torneo interno. Con cánticos exigían la salida de todos los directivos y el auto del abogado Javier Armas fue afectado, pues los miembros de la barra lo pintaron con una lata de aerosol. Los jugadores actuaron para que no pase a mayores y la intervención policial calmó los ánimos de los aficionados en el lugar. Desde ese día, el presidente Eduardo Romero y los directivos no se han hecho presentes en Carcelén, ni se han pronunciado.

La situación actual

Deportivo Quito pasará 6 meses sin jugar, ya que el torneo de Segunda Categoría se iniciaría en marzo de 2017. Las deudas que mantiene el club no desaparecerán, pero como aliciente al menos este año ya no tendrá que cancelar semana a semana lo adeudado.

Los contratos de los futbolistas también continúan vigentes, pues la sanción que recibió el club fue deportiva. “El club no se ha disuelto, solo se lo sancionó. Los acuerdos siguen vigentes y si algún jugador quiere dejar el equipo, deberá dar de baja el contrato. Por ahora la relación entre Deportivo Quito y sus jugadores está activa, así como los derechos y obligaciones”, dijo el jurista deportivo Geovanny Cárdenas.

Sin embargo, los jugadores continuarán atados a Deportivo Quito hasta que encuentren una solución y en lo que resta de 2016 no podrán actuar en ningún club de cualquier categoría, porque el libro de transferencias está cerrado.

Este diario trató de comunicarse con el capitán del equipo, Santiago Morales, para conocer sobre una postura de la plantilla, pero no atendió al llamado. (I)

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