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El Telégrafo
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Los intereses individuales de los clubes grandes mataron a la liga profesional

El dinero que generan las transmisiones suple en buena parte el rubro que antes se obtenía de las taquillas.
El dinero que generan las transmisiones suple en buena parte el rubro que antes se obtenía de las taquillas.
Foto: Mario Egas / El Telégrafo
13 de septiembre de 2016 - 00:00 - Redacción Fanático

El reparto de los porcentajes por derechos de televisión impidió que nazca la liga o asociación de fútbol profesional. Esta propuesta era impulsada por varios clubes, cuyos directivos la veían como una solución global a la crisis que atraviesan buen número de equipos locales.

Galo Cárdenas, presidente de Deportivo Cuenca, uno de los principales líderes de la iniciativa, explica que Barcelona y Emelec, 2 de los clubes más grandes del país, apoyaron la creación de la asociación, pero sin vincular la negociación de los derechos de televisión, es decir, querían comercializar por su cuenta sus derechos de transmisión.

Esa posición le quitaba sentido a la asociación, pues su vínculo principal era que los clubes manejen sus derechos y establezcan la distribución a través del contrato colectivo con alguna cadena televisiva.

Cárdenas añade que incluso, Esteban Paz, directivo de Liga de Quito  y Francisco Egas, de Universidad Católica, habían sostenido acercamientos con medios visuales del exterior para que acerquen sus propuestas. Dichas ofertas resultaron muy atractivas y se avizoraba un incremento para todos.

“Barcelona, Emelec y Liga de Quito iban a tener una tajada mayor por ser los clubes más influyentes del país, pero la idea también era incrementar las ganancias de los  demás equipos, ya que queríamos un torneo competitivo, no como el de algunos países donde solo 2 o 3 instituciones se disputan los títulos”, reflexiona el mandamás del representativo ‘morlaco’.

Entre los parámetros para ejercer el reparto estaban los campeonatos nacionales obtenidos por cada club, su cantidad de hinchada y las campañas de los últimos 3 años, es decir, se respetaría la historia y el peso de cada marca.

En un principio la distribución general contemplaba el 70% para los clubes de la serie A, el 20% para los de la serie B y el 10% para las asociaciones de fútbol.

No obstante, la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) se habría interesado en hacerse cargo de los recursos para las asociaciones provinciales, por lo que era posible un replanteamiento. Los clubes de la B pedían el 30%, pero algunos de la A no estaban conformes con aquello.

“Para mí es imposible que la liga profesional no maneje los derechos de televisión porque, son estos, justamente, los que nos mantendrá unidos. La experiencia indica que  si cada plantel maneja individualmente sus derechos, los de mayor popularidad conseguirán más beneficio y los de menos convocatoria, obtendrán menos. Eso hace que en el mismo torneo haya equipos de primera clase y equipos de segunda clase”, cita.

Esteban Paz coincide con Cárdenas en que fueron los intereses individuales los que hicieron caer el proyecto de la asociación de fútbol profesional, situación que de continuar le restará atractivo al balompié local, ya que la competencia por los cetros se reducen a la minoría.

Considera que sin la cristalización de la liga profesional de fútbol es posible hacer una competencia más equitativa desde la misma FEF, pero con el compromiso de no priorizar los intereses particulares sobre los colectivos.

Un aspecto que también  se debe perfeccionar es la profesionalización de los árbitros, es decir, subirles los ingresos al punto que se vean obligados a capacitarse más e incluso, a interesarse más en la labor de los inspectores para tener mejores notas al ser evaluados.

No se ha vendido mejor el campeonato y eso, de una u otra manera, también le resta expectativa a la contienda. “El torneo ni siquiera cuenta con un auspiciante principal, no existe el auspicio de una marca de balón... No hemos mejorado, seguimos estancados”, analiza.

A esto le suma que no se han atendido bien los mercados que genera el rey de los deportes, esto se evidencia en la disminución de personas que asisten a los estadios a causa de observar los cotejos desde casa, adquiriendo los paquetes de televisión pagada.

“Con mejores presupuestos, los clubes armarían mejores plantillas y elevarían el espectáculo. Esto aumentaría los ingresos por asistencia a los estadios sin perjudicar a la televisión. Así pasa en Europa”, detalla.

José Delgado, presidente del Delfín de Manta, sostiene que la falta de una oferta clara sobre la venta de los derechos de televisión también conspiró contra esta alternativa. “No escuché que alguna empresa de televisión haya mocionado alguna cifra; algo que en realidad nos muestre un incremento”, dice.

Los clubes de la B, en tanto, desistieron porque no se propendía a una división más equitativa.

Robert Ludeña, presidente encargado de Liga de Loja, indica que lo que se recibe por los permisos de transmisión en la serie B es bajísimo en torno a lo que se recepta cuando se está en la serie A. En 2015, la ‘Garra del Oso’ percibió $850.000 por este rubro; pero al bajar a la B, este año, la suma se redujo a $320.000.

Sin la liga profesional en el horizonte, la única alternativa que ve para salvar las finanzas de su club es que se respete la disposición de justificar los presupuestos y sincerar los salarios para los futbolistas, o sea, pagar emolumentos acordes con la realidad del país.

“Es complicado. Si un cuadro quiere contratar a un jugador no puede porque otro le ofrece más dinero. Se arman bien los que tienen el poder adquisitivo, tornando menos competitiva la justa”, razona.(I)

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