“Gracias Ecuador por todo el apoyo recibido”
Incesantes palmas que no pararon de batirse al ritmo de un coro único de “Gracias Cevallos, esta hinchada jamás te olvidará” fue el tributo que los 25 mil aficionados presentes, en Casa Blanca, rindieron al golero José Francisco Cevallos, quien a sus 40 años se despidió ayer oficialmente del balompié activo en el cotejo en que Liga de Quito venció 2-0 al Imbabura.
El primer tiempo lo vivió desde la banca, junto a su hijo, el volante de 16 años y homónimo del guardameta. Intercambiaron breves impresiones verbales sobre el cotejo, y con angustia observaron el accionar de sus compañeros, que desaprovecharon varias ocasiones para abrir el marcador a su favor.
“Pepe Pancho” era el centro de la atención de camarógrafos y fotógrafos que intentaban captarlo en cada momento. El desarrollo del compromiso ante los imbabureños pasó a segundo plano.
Él sentía esas miradas y sonreía, pero muy dentro pensaba en el moment de saltar al gramado y despedirse para siempre. Los carteles de respaldo a su labor lo emocionaron. Sobre todo uno que se colocó frente a la banca de suplentes y en el que resaltó su rostro pintado sobre tela en el que rezaba: “Por siempre las manos de Ecuador”.
Cuando concluyó la primera etapa, demoró algunos minutos en descender por las gradas para dirigirse al camerino. Fue el último en hacerlo y, nuevamente, atrajo el flash de la cámara a su humanidad.
Tras el discurso técnico de Edgardo Bauza en el entretiempo y cuando todos los jugadores titulares y suplentes retornaron a la cancha, Cevallos no lo hizo. Su asiento quedó vacío ante el desconcierto de los comunicadores que estaban prestos a inmortalizar sus movimientos en las múltiples gráficas.
Entonces la atención se llevó el partido hasta los 69’, cuando llegó la primera anotación. Un error de la defensa “gardenia” y la desafortunada intervención del zaguero Cristian Mercado, quien topó el balón para introducirlo en su propia valla levantó la emoción “alba”, tras centro de Miler Bolaños.
Y la algarabía llegó al clímax enseguida cuando salió del camerino la figura de José Francisco Cevallos, vestido totalmente de verde y con su clásica gorra blanca, que un costado mostraba el número 1, el que siempre lució con los “azucenas”.
Se ubicó junto al juez suplente y sin hacer ningún calentamiento previo, solo esperó la autorización del árbitro central, Miguel Hidalgo, para ingresar. La algarabía se instaló en Ponciano y el protagonista apenas pisó el gramado a los 74 minutos se persignó, después recibió el saludo del ex integrante “azucena”, Franklin Salas. En su lento caminar al arco levantó sus manos para replicar los aplausos que le brindaron los integrantes de la “Muerte Blanca”.
De inmediato llegó tras su pórtico el tercero de sus hijos, José Gabriel, quien, vestido de pasabolas primero, le dio un abrazo y luego una botella de agua para refrescarlo. Pepe Pancho intentaba entrar en el ritmo del cotejo, mas era evidente que su mente estaba en la despedida, aún así trató de acomodar a sus compañeros para frenar las esporádicas pero claras llegadas rivales.
Festejó como siempre, con saltos y elevando sus puños al cielo la segunda anotación, obra de Miler Bolaños a los 77’. Con este triunfo, los “azucenas” se convirtieron en los punteros del torneo, con 38 puntos, los mismos que Emelec, pero con mejor gol diferencia.
De contragolpe el “Mago” quiso probar su resistencia y por la velocidad topó con su pierna el rostro de Cevallos, quien quedó tendido por 60 segundos, pero con la asistencia médica y un poco de agua en su cabeza se reincorporó.
Luego, cuando tomaba carrera para sacar el balón, el juez también quiso ser parte de la despedida y le exhibió la última cartulina amarilla de su vida. Ante un remate del volante imbabureño Édison Vega, Cevallos mostró que aún tenía reflejos, y desvió la pelota. Llegó el minuto 90 y su adiós. Entonces se confundió en un abrazo extenso y emocionado con sus hijos futbolistas José Gabriel y José Francisco.
Después lo hizo con el primogénito, Francisco Andrés. Y con el último de la familia, Matías, en brazos y una bandera tricolor atada a su cuello recorrió el rectángulo de juego agradeciendo el respaldo de la hinchada a la que conquistó con atajadas inolvidables, como aquella de los tres penales en Brasil para el título de Copa Libertadores 2008.
Tras la vuelta olímpica, como aquella que se da para conmemorar un título, se dirigió hasta el costado de la cancha para saludar con un beso a su esposa, Rosita Enríquez.
Sus compañeros de equipo dejaron la camiseta oficial para ponerse la del homenaje con la caricatura del golero acompañada del “Gracias Pancho” y los años de los 4 títulos internacionales conseguidos con Cevallos hasta 2010.
Una vez en la mitad de la cancha con juegos pirotécnicos recibió el agradecimiento personal de los máximo dirigentes “azucenas”, Rodrigo Paz y su hijo Esteban. Las lágrimas se hicieron presentes en el fuerte abrazo del jugador.
Luego llegaron las fotos, placas y trofeos de diferentes organizaciones. Él, con la sencillez de siempre, aceptó todo. Después sus compañeros hicieron dos filas para, con sus brazos, elevarlo por los aires.
Al final las “Manos del Ecuador” agradeció el reconocimiento. “Estoy muy emocionado por todo lo vivido. Gracias a todo mi país”.