El fútbol femenino de Ecuador crece con la Superliga
El fútbol femenino ecuatoriano da un paso más en su crecimiento y esta noche se estrenará la naciente Superliga, el torneo nacional organizado por la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF).
El campeonato contará con 22 equipos: los 16 que disputan la actual LigaPro y seis adicionales, a los que se les permitió inscribirse en el certamen. Estos seis clubes ya estaban formados anteriormente y participaban activamente en los campeonatos nacionales.
Las escuadras de la serie A tuvieron que formar un equipo femenino de forma obligatoria, de acuerdo con la normativa Conmebol para este año. Así, algunos de ellos realizaron alianzas con elencos ya formados y otros empezaron prácticamente desde cero, con pruebas abiertas o jugadoras recomendadas.
“Esta fue una de las ideas fundamentales con las que llegamos a la Federación. Hemos visto durante muchos años cómo al fútbol femenino se lo ha relegado y olvidado. Se han organizado campeonatos inverosímiles, sin apoyo, sin recursos”, señaló el presidente de la Ecuafútbol, Francisco Egas.
El ente que regula el balompié nacional realizó un convenio con una entidad bancaria, pero no reveló cuál será el monto económico del acuerdo entre las dos partes.
Egas aseguró que esta es “una vieja deuda” con el deporte ecuatoriano y se espera que con los nuevos formatos se deje atrás la informalidad en la organización de los campeonatos.
La Superliga se jugará entre abril y septiembre, por lo que existirá mayor tiempo de competencia, contrario a lo que sucedía anteriormente, cuando los torneos tenían poca duración.
El cupo a la Copa Libertadores de América Femenina se mantiene para el campeón. La edición 2019 del certamen continental se realizará por primera vez en Ecuador.
La Libertadores se lleva a cabo desde 2009. De las 10 ediciones, siete se han realizado en Brasil, una en Colombia, una en Uruguay y otra en Paraguay. El país acogerá la Copa, pero no se conocen aún más detalles sobre las sedes o si será una única sede.
“Vivir y ser parte de esto es superlindo, después de tantos años que se ha luchado. Nosotras jugamos por el gusto, por el corazón y por el club al que representamos. Ahora nos apoyan, no con millonadas, pero sí con una motivación para nosotras”, dijo Merly Zambrano, jugadora de El Nacional.
En ese sentido, no todas las futbolistas reciben salarios. Ese aspecto varía de club a club. Por ejemplo, algunos pagan a pocas jugadoras de la plantilla por su rendimiento y de a poco ampliarán a más deportistas.
Otros sí cancelan sueldos a toda la plantilla, como es el caso de Ñañas, con el salario básico unificado ($ 394). Esperan que esa práctica se normalice en todos los equipos, pero saben que dependerá del crecimiento del torneo y de los auspicios que puedan generar.
“Este es un paso gigante para la profesionalización que se necesita en el país. Esto marcará un antes y un después, porque permitirá tener conciencia de lo que significa ser profesional; no solo en el sentido de que nos paguen, sino de cómo te vas formando como deportista”, indicó Mabel Velarde, de Universidad Católica.
Ella recordó los primeros campeonatos en los que participó, que eran totalmente amateur. Los equipos no invertían, las jugadoras no eran pagadas, tampoco contaban con indumentaria adecuada y los entrenadores muchas veces eran improvisados.
Mientras se organizaba el certamen, la FEF escuchó a jugadoras, exjugadoras y entrenadores para conocer de cerca los problemas y aspiraciones para el fútbol.
Desde la clasificación al Mundial de Canadá 2015, el fútbol femenino ecuatoriano ha mantenido un crecimiento sostenido. Muchas jugadoras empezaron a salir al extranjero, con el arranque de la Superliga se acercan a lo que pretenden: contar con un balompié totalmente profesional. (I)