Si hacemos un repaso por la historia y desmenuzamos los momentos importantes de la misma, encontraremos la palabra crisis como dueña de épocas donde la incertidumbre invadía a todos. Hoy el fútbol ecuatoriano vive este trance que abarca muchos aspectos que si los enumeramos minuciosamente nos llamarán la atención. Las ultimas noticias que salpican a la credibilidad del balompié nacional no solo son un indicativo importante de los momentos que se viven, sino también de que la lealtad que tanto se solicita en el deporte no tiene espacio ni es recordada por los intereses que los propios responsables de estos destinos juraron seguramente alguna vez de niños.

Una regla con vacíos en su contenido generó una malversación de dignidades y escrúpulos que toda persona debe tener por el simple hecho de pretender ganar dinero haciendo trampa. Pero estos sucesos que hoy son noticia son solo una parte de un abanico inmenso de tesituras que en conjunto producen esta ruina futbolera. Muchas instituciones buscan solo sobrevivir y zafarse de problemas llegando a resultados sin bases sólidas y pretendiendo conseguir logros con esfuerzos aislados.

Pocos ejemplos tenemos en la interna de proyectos que crecen caminando con pasos firmes apoyados en la paciencia que necesita encontrar coherencia en su tramo para desembocar en el lugar propuesto. Abundan falsos convencimientos y eso es evidente al observar que muchos clubes penden de una peligrosa hilacha y este es el hilo de la victoria, sin asimilar que el fútbol es el rey de los imponderables, donde todo puede suceder pero que premia la constancia con el correr del tiempo.

Estos huecos en los conceptos producen que la mediocridad se apodere del funcionamiento y que las mentiras ganen terreno y se hagan realidad sin sustentar por qué lo hicieron. Es arriesgado no darse cuenta de esto, porque una pasión como este deporte que crece a pasos agigantados y se convierte en parte de nuestras culturas está invadida en su ADN de partículas nocivas que lo pueden llevar a su muerte. El termómetro de cómo está la sanidad de esta pasión está en las gradas vacías que vemos en casi todos los partidos, y eso no es casualidad sino causalidad de un cúmulo de errores que no tienen excusas sino responsables.

Es malo buscar comparaciones, pero países cercanos gozan de espectáculos maravillosos compartidos entre el público y los futbolistas que salen a batallar por un objetivo, mientras en las tribunas son acompañados por la masa que solo busca satisfacción. Si analizamos el contenido en su totalidad podremos comprender que esto es parte de la esencia de este deporte que nació para ser un entretenimiento, que involucra a los artistas y sus seguidores como los grandes animadores de la exhibición. Pero después de una triangulación y una falsa pared salgo de este sector y me sumerjo en otro aspecto delicadísimo como la formación. La vida nos enseña que los cimientos son fundamentales para que una estructura sea consistente y pueda soportar las avalanchas de situaciones que recibirá en su periplo y el fútbol no es la excepción. Es preciso hacer un llamado al análisis integral y decir que las capacitaciones no solo deben ser de los niños en edades tempranas, que piden a gritos profesores con conocimientos e ideas claras sino también que aquellos que ostentan la enorme responsabilidad de guiar los destinos del fútbol en general, que son los dirigentes opten por involucrarse con todo su caudal de conocimientos y se preparen en la materia interpretando que las pasiones de los pueblos deben ser alimentadas por sabias decisiones para que perduren en el tiempo y las mantengan con vida. Debemos ser conscientes de que atravesamos un momento de miseria que pide ser saneado urgentemente con medidas coherentes, comprometedoras y duraderas. (O)