Punto de vista
Coherencia institucional
La vida nos enseña que es importante precaver cómo también dejarnos llevar por las corazonadas en algunas ocasiones, pero nos castiga cuando somos desordenados y poco preventivos en otros.
El cosmos de cada club de fútbol es igual en la mayoría de los casos, con la salvedad que el destino de sus desempeños y funcionamientos penden de un hilo, porque son guiados por personas que no conviven con los principios antes nombrados. El resultado de una gestión va mucho más allá de si la pelota pegó en el poste o fue gol, y con eso se obtuvo un campeonato. Los verdaderos hinchas sufren cuando se enteran de los vacíos institucionales y de los malos manejos que a diario se divisan porque saben que, en el fondo, una mala decisión puede poner en riego no solo un torneo, sino la historia. Muchos de los clubes de nuestro continente han comenzado a trabajar desde bases sólidas y con personas capacitadas en cada rubro para que de esta manera se profesionalicen las áreas y todo funcione como una empresa. El balompié necesita de muchos factores para intentar ser el sostén emocional de pueblos hambrientos de un espectáculo que con el pasar de los años se ha convertido en una necesidad masiva, con el atenuante de que muchísimas personas ya viven de él. Las afinidades que deben ostentar la nuevas dirigencias van desde el conocimiento puntual del deporte en sí, como también de manejos empresariales a largo plazo. Si esto no ocurriera en el aspecto deportivo, el directorio debe tener la capacidad de delegar dichas funciones a expertos para que las decisiones no sean tomadas con el fervor de un fanático.
Muchos de nuestros clubes padecen males casi irreparables porque este tipo de situaciones es recurrente, sin asimilar que continuar con estas políticas desembocará en frustraciones quizás difíciles de remediar. Los pocos ejemplos que podemos advertir en nuestro torneo nos inclinan a tratar de mostrarle al resto que la inteligencia no debe ser apabullada por las pasiones de corta vida como las que habitualmente produce el fútbol. Conseguir ese equilibrio es el detalle más notorio de las cúpulas exitosas que dirigencialmente triunfan en el país. El proceso de hacerle comprender a la mayoría que es imprescindible que la salubridad de los equipos sea estable en los aspectos económicos y sociales, más allá de triunfos deportivos urgentes, llevará tiempo, pero partiendo de esa consigna con seguridad el futuro de las nuevas generaciones será más generoso y saludable. Enormes clubes, como Barcelona y Deportivo Quito, para dar un ejemplo destacado, piden a gritos desde lo más profundo de sus esencias que se actúe con lógica y mucho respeto a las memorias de un sentimiento único y mayúsculo que se ve amenazado hace décadas por gobiernos que prefirieron la sonrisa esporádica a la felicidad constante. Por todos estos ejemplos es indispensable que las demás instituciones realicen un mea culpa, capaciten sus áreas e intenten modificar los rumbos equivocados que llevan actualmente, si así lo fuera. Aceptar esta tesitura no es fácil y mucho menos simple, pero si no se asimila y se le da la real importancia, puede dictaminar nuevas frustraciones que el tiempo se encargará de castigar. Las soluciones son muchas y no todos necesitan las mismas dosis; lo que sí es imperioso saber es que, si no encontramos cordura en nuestros proyectos y mucha coherencia institucional, el porvenir podría ser nefasto. (O)