Rubén Israel leyó el partido en el momento justo y con la precisión de un cirujano. Fue minutos antes del  descanso que llegó a la conclusión de que a Barcelona le había faltado claridad y sorpresa ofensiva durante los primeros minutos del partido. Una decisión acertada del adiestrador le dio ayer el triunfo a Barcelona 2-0 sobre el Olmedo de Riobamba, en el estadio Monumental.      

El estratega se detuvo en un costado de la zona técnica con el brazo derecho cruzado sobre su abdomen y su mano izquierda posada sobre su mentón. Un minuto de reflexión y  llamó a  Christian Suárez, quien se encontraba calentando a un costado de la cancha junto al resto de suplentes. La orden pudo entenderse desde cualquier localidad del estadio. Le pidió que se quedara en la cancha completando el calentamiento. Le dijo que iba a ingresar en el segundo tiempo. 

Con el cambio ya consumado, la duda era quién iba a ser el sacrificado. Israel decidió que fuera el juvenil Jason Domínguez, quien no había tenido un buen desempeño marcando la banda derecha. Por momentos había cometido errores en la marca y no pudo complementarse con Pedro Pablo Velasco, que ayer jugó como volante por esa misma zona.  

El ingreso de Suárez le dio más vértigo al juego ofensivo de Barcelona. Lógicamente, obligó a hacer una variante posicional, Velasco retrocedió al puesto de Domínguez y Suárez empezó a conducir el juego por la banda diestra.

La variante fue aprobada con aplausos por los 19.497 espectadores que llegaron ayer al estadio ‘canario’. La decisión de Israel dio resultado a los 49 minutos cuando precisamente Suárez ingresó al área rival con el balón dominado y ejecutó un fuerte remate que el arquero Róbinson Sánchez no pudo controlar. La pelota quedó en el área y Blanco, con una media tijera acrobática, marcó el primero tanto.

El gol del delantero argentino fue una suerte de desahogo para el equipo ‘amarillo’. Durante el primer tiempo Barcelona había demostrado que ha cultivado la paciencia como un principio de juego, pero en la segunda mitad quería evitar cualquier sorpresa. Olmedo está acostumbrado a hacer buenos partidos en Guayaquil. Ayer aplicaron la estrategia de encerrarse en su cancha y hacer una fuerte marca en el medio campo, pero los ‘toreros’ estaban resueltos a sentenciar el partido con más goles. Consolidarse en el primer lugar de la tabla de posiciones era el objetivo.  

La intención de Barcelona  quedó más clara a los 13 minutos cuando José Luis Perlaza marcó el segundo tanto. El zaguero celebró con furia. Quería descargar algo de ira contenida. Esa ira que lo invadió  semanas atrás cuando los aficionados empezaron a cuestionar a Israel por su titularidad. La presencia de Perlaza en la defensa representa un autogol o un penal en contra, sentenciaban algunos. Pero él mismo se encargó de callar esas críticas y al final del partido fue despedido con aplausos.       

Barcelona sigue en racha. Ayer logró su sexto triunfo consecutivo y mantiene el mismo nivel de juego que ha mostrado en las últimas fechas. La última vez que perdieron fue en la fecha dos ante Mushuc Runa en Ambato.

El de ayer es el triunfo 38 de Barcelona en 77 partidos ante Olmedo. Los riobambeños se quedan con 24 victorias, 15 empates.

Blanco anotó el tercer gol en 4 partidos con los ‘toreros’, mientras que José Luis Perlaza marcó su segundo tanto en el año y ya suma 12 en 359 juegos en la Serie A.

El cuadro guayaquileño le saca seis puntos de diferencia a El Nacional, que se ubica segundo (ver infografía).

Su próximo rival será el Manta, este miércoles a las 19:00. Olmedo, por su parte, recibirá al Deportivo Cuenca en el estadio Olímpico de Riobamba.