"Solo se sabe de las peleas que se dan fuera de los estadios"
‘Delincuentes disfrazados de hinchas’. Una expresión cliché que rescata la autoestima colectiva. Es natural, a pocos les resulta fácil reconocer que la delincuencia forma parte de un segmento de la sociedad al que también pertenece.
El crimen de Jonathan Romero en Machala dejó como secuela la necesidad del hincha por defender la honra de los colores. El barcelonista oriundo de El Guabo fue asesinado a tiros en un atentado que protagonizaron hombres armados a bordo de una camioneta, en contra de un bus donde viajaban barristas del club ‘torero’ hacia Guayaquil. El parte policial del asesinato deja claro que no se trató de un enfrentamiento de barras. No se encontraron ni se citaron. Los pistoleros atacaron a los aficionados amarillos por sorpresa y en desventaja; un hecho con ribetes de delincuencia organizada.
En redes sociales el tema transcurrió entre la victimización, la impugnación y el comentario vacío. Para los amarillos, la barra ‘eléctrica’ tuvo la responsabilidad. Mientras la ‘Boca del Pozo’ salió al paso con un comunicado resaltando que entre miembros de la hinchada de Barcelona han existido enfrentamientos internos y que “no les interesa lo que pase con ellos”.
Esto último pierde sentido cuando las acciones violentas de los barristas de los diferentes clubes del país se apegan a las definiciones judiciales sobre las bandas delictivas. Félix Hernando, coronel de la Guardia Civil española, describe en su tratado ‘Lucha contra el crimen organizado’ que la conceptualización de este término no solo debe relacionarse hacia las mafias propiamente etiquetadas. El oficial ibérico da 3 aspectos que perfilan a un grupo de delincuencia organizada: “La preparación detallada, la centralización de beneficios y elevado número de delitos en un período relativamente corto”.
Encajar en el patrón antes mencionado resulta cada vez más fácil para quienes integran las barras nacionales, sobre todo cuando estos grupos dejan de ser un camuflaje y se vuelven una plataforma para delinquir. El 22 de septiembre de 2015, Giuseppe Cavanna, líder de la ‘Boca del Pozo’, reconoció a este Diario que “integrantes de pandillas barriales se toman el nombre de la barra para cometer sus delitos” y “expulsarlos se ha vuelto casi imposible”. “Muchos de ellos forman grupos independientes que no respetan el liderato tradicional”.
Desde la ‘Sur Oscura’, un exlíder que prefiere mantener su nombre en reserva, asegura que apenas una mínima parte de los actos ilícitos que cometen subgrupos de la barra se mediatizan por su gravedad. “Tal vez las reyertas que más se notan son fuera de los estadios, pero nadie sabe de las emboscadas, lo que pasa en los barrios”.
El 7 de diciembre del 2015 un hincha de Liga (Q) fue apuñalado dentro de su grupo, cuando se negó a darle dinero a un supuesto compañero. La ‘Muerte Blanca’ definió el hecho como ‘aislado’; pero 2 meses antes miembros de la misma agrupación atacaron a un hincha de El Nacional con una navaja, y en enero de este año otro ‘albo’ fue acuchillado en una reyerta con aficionados de América de Cali. (I).
Un muerto y 54 detenidos dejó el clásico entre Olimpia y Cerro Porteño
Un joven de 18 años murió de un disparo de bala antes de comenzar el partido entre Olimpia y Cerro Porteño, el clásico del fútbol paraguayo que se disputó el domingo pasado en Asunción y finalizó con enfrentamientos violentos y medio centenar de detenciones, informó ayer la Policía Nacional de ese país.
Antes del encuentro se escucharon varios tiros de arma y cayeron heridos Elías Gabriel Rojas (18 años) y Néstor Javier Mora (25 años). Ambos fueron llevados por miembros de la policía a un hospital de la localidad; el primero falleció a los pocos minutos y el otro quedó mal herido y con diagnóstico reservado.
Otro incidente sucedió a pocas calles del lugar, donde Gustavo Omar Rojas, de 19 años, hincha de Olimpia, también fue baleado mientras caminaba, por una persona que estaba dentro de un grupo de barrabravas de Cerro Porteño. El joven fue derivado al Hospital del Trauma, donde quedó internado, pero su herida no registró mayor gravedad. Finalmente, el último herido de bala fue José Humberto Jara López, de 22 años, quien fue baleado en la zona de Sajonia.
La única víctima, un presunto hincha del club Olimpia, se encontraba en las cercanías del estadio Defensores del Chaco de Asunción -a pocos minutos de iniciar el tradicional encuentro- cuando supuestamente recibió un disparo con un arma de fuego por miembros de los integrantes de la barra de Cerro Porteño en circunstancias que no fueron reveladas.
Durante el compromiso deportivo, ambas barras protagonizaron peleas en el interior del estadio Defensores del Chaco, pero la Policía Nacional y varios elemenos de seguridad privada lograron controlar a los aficionados.
Luego del encuentro -que terminó con la victoria de Cerro Porteño (1-0)- cientos de hinchas de ambas escuadras, volvieron a enfrentarse entre ellos en las afueras del escenario deportivo y agredieron a miembros de la Policía Nacional en diversos incidentes en los que se incautaron varias pistolas y armas blancas.
Otro punto donde se registraron problemas fue en las paradas de buses, en ese lugar también llegó la policía y detuvo a varias personas.
En otra parte de la ciduad (Capiatá) agentes policiales aprehendieron a 11 jóvenes simpatizantes del club Cerro Porteño, por presunta perturbación de la paz pública. El grupo supuestamente estaba pidiendo dinero a los transeúntes, según una llamada telefónica a la oficina de guardia de la referida sede policial.
Los uniformados, una vez en el lugar, procedieron a detenerlos.
Hasta la tarde de ayer las autoridades anunciaron unos 54 detenidos por esos hechos, en la Comisaría Metropolitana de Sajonia, según la Policía.
La Policía Nacional de Paraguay había extremado las medidas de seguridad para el encuentro, un derbi que suele reunir a decenas de miles de aficionados.
Pero ante los acontecimientos, las autoridades están estudiando otras opciones de seguridad. Una de las medidas que se podrían tomar es jugar este tipo de encuentros sin hinchas visitantes. (I)