Punto de vista
Barcelona, antes y después de 'Ronnie'
Ronaldinho llegó a Barcelona (de España) aquel 21 de julio de 2003 con el pan bajo el brazo. La afición culé, que acumulaba cinco años sin festejar y viendo los títulos de lejos, se esperanzó en que el crack brasileño fuese una especie de salvador. Y lo fue. Un año después de haber conquistado la Copa del Mundo en Corea y Japón y de mostrar sus destellos en el fútbol francés, Ronaldinho se enfundó la camiseta azulgrana y el Barça comenzó, guiado por él, una historia rica en conquistas que no ha dejado de nutrirse pese a que ‘Ronnie’ se fue hace 7 años. Ronaldinho generó una revolución culé, en la cual tuvo como cómplices a Puyol, Xavi, Deco y Eto’o en la cancha, y a Rijkaard y Laporta afuera de ella. Según Gerard López, integrante de la plantilla azulgrana cuando el exjugador del París Saint Germain apareció “cambió la mentalidad de todo el barcelonismo”. Para Rafa Márquez, la llegada del ‘10’ innovó la imagen del Barça. “Todo lo que ‘Ronnie’ trasmitía: su alegría, calidez, fútbol genial, se contagió no solo a los jugadores sino también, al club y a la afición”. Y Messi, el astro que heredó el ‘10’ en el equipo, señaló que “Ronaldinho fue el culpable del cambio del Barça. La época era mala y el cambio experimentado con su llegada fue terrible”. Fueron 5 temporadas (2003-2008) de la mejor versión de Ronaldinho, el último período en que el crack fue el número 1 del mundo. Desde el Milan hasta el Fluminense, pasando por Flamengo, Atlético Mineiro y el Querétaro mexicano, el ‘10’ comenzó a jugar más con su nombre y de vez en cuando se ganó los aplausos de la gente con uno que otro gol, un taco o una galleta, precisamente para lo que viene al Monumental. Con casi 36 años -los cumplirá el 21 de marzo-, el ‘fichaje’ de Ronaldinho es una apuesta de la dirigencia de Barcelona para asegurar un estadio lleno como pocas veces se ve por distintas razones. La Noche Amarilla, el evento más importante para el hincha barcelonista después del Clásico del Astillero o una final, es la esperanza del inicio de una etapa de triunfos y alegrías, el momento en que el equipo puede prometer que jugará bien, pero también puede ser una muestra de que no habrá progreso. Lo más probable es que la experiencia del crack en Barcelona no pase de esta noche, pero la dirigencia presidida por José Francisco Cevallos anhela que su presencia determine, como en el Barcelona español en la década pasada y en circunstancias para nada similares, un antes -lleno de deudas y más fracasos que triunfos en los últimos 18 años- y un después -libre de demandas millonarias como las de Floro y Zárate, contratados cuando estaban jubilados del alto nivel como ‘Ronnie’. Si eso no pasa, al menos quedará el orgullo de poder decir, como hincha, Ronaldinho jugó en Barcelona... de Guayaquil. (O)