Entrevista / ernesto florencio guerra galarza / exjugador y exdirector técnico de fútbol
"Antes había más mentalidad ofensiva, pero se jugaba más lento"
Hablar con Ernesto Guerra es viajar por el tiempo hacia los cimientos del balompié profesional ecuatoriano. Ganador de 4 títulos nacionales en la serie A, al igual que el difunto Héctor Morales, es el único técnico ecuatoriano que ha dado 2 vueltas olímpicas con equipos de Quito en estadios de Guayaquil.
Además, fue el primer jugador quiteño de fútbol profesional en ser adquirido por un club del Astillero y, como estratega, fue el primero que, al mando de la Tricolor, hizo sufrir a Argentina, en Buenos Aires.
¿Cómo se dio su vinculación a Barcelona en su etapa de jugador?
El campo profesional del fútbol se abrió en 1955. Yo era un extremo izquierdo que participó en el tricampeonato de Deportivo Quito en los torneos provinciales de Pichincha de 1955, 1956 y 1957. Esto dio alcance para que en 1958 Barcelona me contrate rompiendo el récord del pase más caro de la época. Hasta ese momento el jugador más costoso había sido uno de apellido Solórzano, que fue transferido desde el Valdez a Barcelona por 20.000 sucres. Por mí se pagaron 22.000 sucres.
¿Cómo le fue en el club ‘torero’?
Antes de mi primer partido vi que en un diario guayaquileño decía: ‘Se acabó el puritanismo del criollismo, el ‘Noruego’ Guerra viene a jugar en Barcelona’. Cuando se dio la alineación de Barcelona en el Capwell para enfrentar a Emelec, recibí una de las peores pifias de mi vida, pero a los 27 minutos hice el gol con el que vencimos 1-0. Salí en hombros a la sede de Barcelona. El lunes, en el diario se leía ‘Guerra de por vida en Barcelona’.
Como técnico también tuvo una carrera exitosa, ¿cómo obtuvo el primero de sus 4 títulos nacionales como entrenador, en 1968, al mando del Deportivo Quito?
Ese campeonato se lo ganamos a Barcelona, en Guayaquil. Jugábamos de visitantes y teníamos un punto de ventaja sobre ellos, pero si nos derrotaba nos pasaría con un punto. Ese partido lo ganamos 1-0 en el estadio Modelo con un gol del uruguayo Óscar Milber Barreto ante 50.000 espectadores.
Ocho años después (1976) llevó a la gloria a El Nacional, ¿qué factores le ayudaron a conseguir el campeonato de ese año?
Nos favoreció la organización: en primer lugar, porque solo actuaban jugadores ecuatorianos; en segundo, la selección de jugadores la hice con la ayuda de mi brazo derecho, el ‘Peludo’ Alcázar. Él era el encargado de recorrer todos los cuarteles del país en busca de jugadores. Y en tercer lugar, ser representantes de las Fuerzas Armadas, donde la disciplina, la puntualidad y el aseo son parte primordial.
Los jugadores que consiguieron el título en 1976, la mayoría, fueron los artífices del que lograron en 1982. La hinchada recuerda mucho esa final inolvidable ante Barcelona...
Como Barcelona se impuso en Guayaquil 4-2 y nosotros en Quito
3-0, se forzó un partido extra en Ambato. Ganamos 3-0, regresamos en medio de una caravana. La alineación era con Carlos Delgado; Orlando Narváez, Andrés Nazareno, Pedro Proaño, Hans Maldonado; Carlos Ron, José Jacinto Vega, José Villafuerte; Fernando Baldeón, Gonzalo Cajas y Fabián Paz y Miño. En esa plantilla ya apareció Ermen Benítez.
¿Ya estaba instituida la rivalidad con Barcelona?
Barcelona viajó a Ambato para celebrar el tricampeonato porque quedó campeón en 1980 y 1981; preparó todo para ello, llevó camisetas en las que decía tricampeones. Se quedaron con la fiesta preparada.
¿Cuál fue su aporte para los 2 tricampeonatos ‘criollos’?
Después de ser campeón en 1976 salí de El Nacional para encargarme de la selección ecuatoriana en las eliminatorias del Mundial Argentina 78, y después de ser campeón de 1982 de nuevo renuncié para irme a la selección de cara a la Copa América 83. Yo armé los equipos de 1976, que con la misma base fueron campeones con Héctor Morales en 1977 y 1978, y de 1982, que quedaron campeones con Roberto Abrussezze en 1983 y 1984.
¿Por qué en la final de 1992 contra Barcelona no ingresaron al camerino del Monumental?
Porque tras el incidente con el línea Elías Jácome, quien fue golpeado por el capitán Velarde, preparador físico de El Nacional, en Guayaquil se formó un frente para recibirnos con palos y piedras. Para evitar sobresaltos, no llegamos al hotel que reservamos y compramos 11 colchonetas y 6 ventiladores a pilas. Dormimos en un cuartel. No entramos al camerino porque estaba recién pintado y no tenía vidrios; tampoco ingresamos al túnel porque nos avisaron que las barras bravas nos esperaban con orina y polvo pica pica.
¿Y en lo que respecta al partido?
Al terminar el primer tiempo, Barcelona ganaba 1-0 con gol de Julio Rosero. Como nos quedamos los 15 minutos del entretiempo al borde del campo, ahí descansamos. Hicimos las variantes como en el amateurismo, cuando los defensas bajaban a cabecear porque lo hacían mejor o porque saltaban más. Así se lo ordenamos a Dixon Quiñónez, quien empató de cabeza. El 1-1 nos bastó porque en Quito habíamos triunfado 2-1.
¿Cuál es el delantero más completo al que usted dirigió?
Fabián Paz y Miño. Era hábil con las 2 piernas, espigado, de tranco largo, inteligente, técnico y sabía ejecutar tiros libres.
¿Ecuador volvió a tener jugadores como Paz y Miño?
En su momento, Jaime Kaviedes; en la actualidad, Énner Valencia, un jugador que arranca, que salta, que dispara, que hace diagonal, es un futbolista moderno, ideal para el tipo de juego de hoy, de velocidad.
¿Cuál es la diferencia entre el fútbol de antes y el de ahora?
Antes había un cazador con una escopeta, sentado en el suelo, que veía a una tórtola en el techo, disparaba y la mataba. En el fútbol de hoy aparece el mismo cazador, pero en un jet y se baja a la tórtola volando. Hoy se juega a gran velocidad y precisión. Antes había más mentalidad ofensiva, pero se jugaba más lento.
¿Ejercía algún control sobre los futbolistas?
Los visitaba los miércoles por la noche para saber cómo vivían, qué comían. Los viernes, ya en la concentración del club, tenía a cómicos como Carlos Michelena, Fernando Suasnavas y Carlos Guerra, quienes los distensionaban. A las 22:00 todas las luces tenían que estar apagadas.
¿Tuvo problemas con algún jugador por indisciplina?
Con Óscar Barreto, que era mujeriego; Carlos Delgado, que era cabaretero; y Carlos Berrueta, que gustaba del licor. A Barreto y Berrueta los pude rescatar por un tiempo. A Delgado no porque nunca quiso cambiar.
¿Alguna experiencia como DT de la selección que lo haya marcado?
En la Copa América del 83, luego de caer 5-0 con Brasil en Goiania, en un cotejo que pudimos iniciar ganando de no ser por un penal que falló José Villafuerte, amenacé a los jugadores con hacerles revisar de un proctólogo. Ellos no sabían de qué se trataba por lo que lo consultaron a mi asistente. En el siguiente partido estuvimos a punto de superar 2-1 a Argentina en Buenos Aires, pero el árbitro boliviano Óscar Ortubé se inventó un penal para Argentina y dio 16 minutos adicionales. El compromiso finalizó 2-2. (I)