Alfaro Moreno se enamoró de Barcelona antes de conocerlo
Carlos Alejandro Alfaro Moreno “se enamoró” de Barcelona antes de ponerse la camiseta. Fueron Rubén Darío Insúa -entonces jugador- y Miguel Ángel Brindisi (DT), quienes en 1994 le hablaron de la grandeza del club de Guayaquil y lo motivaron para que acepte la propuesta.
En ese entonces, Alfaro Moreno formaba parte de la plantilla del Independiente de Avellaneda y Brindisi -que cuatro años antes había llegado a la final de la Copa Libertadores como técnico de Barcelona- era su entrenador.
El mismo Alfaro Moreno recuerda que Brindisi le dijo que un jugador como él, con sus características, tenía que conocer al club y sentir el cariño de sus fanáticos.
El “Beto” -apodo que le dieron desde niño por ser un seguidor del exfutbolista Norberto Alonso- se considera un hombre de fe y con mucha fortaleza de carácter, cualidades que le permitieron llegar al éxito y levantarse cuando se caía.
Futbolísticamente, Alfaro Moreno fue un jugador rápido, con una gambeta explosiva, que manejaba el perfil zurdo.
Carlos Alejandro se levantaba a las siete de mañana -y todavía lo hace- para ejercitarse. Actualmente corre cinco kilómetros todos los días antes del trabajo.
La primera vez que el “Beto” usó la camiseta del club “torero” fue en febrero de 1994, en la Copa Antonio Labán en Chile. Viajó de Argentina hasta Santiago y de inmediato se puso a las órdenes del DT Jorge Habegger.
En ese torneo amistoso le convirtió un gol a Universitario de Perú y posteriormente -tras empatar con Colo-Colo- ganó el título de campeón.
Su debut oficial se llevó a cabo el 2 de marzo de 1994 en el Clásico del Astillero de la Copa Libertadores, disputado en el estadio George Capwell. Ahí -confesó tiempo después- comenzó una conexión especial con la hinchada.
Ese día fue una pesadilla para la defensa de Emelec y entregó el pase que terminó en el gol de la victoria. Festejó el tanto y el triunfo, trepado en las rejas junto con los hinchas que en esa época sí podían entrar al estadio azul.
Pero su amor por el fútbol nació a los cuatro años cuando empezó el sueño por ser profesional. Cuando era un estudiante de escuela y cantaba el himno nacional de Argentina, pensaba en que un día sería futbolista profesional y vestiría la camiseta de la selección “albiceleste” y así lo hizo en varias ocasiones.
Su primer club profesional fue Platense, en 1980, ahí estuvo ocho años. Luego pasó a Independiente de Avellaneda (1988-1991).
Tuvo un paso por el fútbol de España: Espanyol (1991-1992) y Palamós (1992-1993). Al siguiente año regresó a Independiente y luego de 12 meses su vida cambió al aceptar la propuesta de la dirigencia de Barcelona.
Con el “Ídolo” jugó 182 partidos, convirtió 64 goles y ganó dos títulos. Siendo aún futbolista activo incursionó en la actuación, siendo protagonista de una novela.
Su retiro definitivo del club y del fútbol profesional fue en agosto de 2002. Él mismo se organizó su partido de despedida en el estadio Monumental, al que llegaron varios excompañeros.
Solo después del retiro decidió iniciar los trámites para su nacionalidad. Él mismo explicó que nunca quiso jugar como nacionalizado para que nadie piense que quería continuar su carrera sin ocupar una plaza de extranjero.
Una vez retirado del fútbol se dedicó al periodismo y lo hizo como comentarista en radio y televisión. Paralelamente abrió una academia de fútbol en Guayaquil, la misma que se extendió a varias ciudades del país.
A pesar de su pasión por el fútbol, sus funciones en las academias fueron de orden administrativo y no se inclinó por la dirección técnica.
El “Beto” reconoce que vivió de una forma tan apasionada el fútbol, que ya no quería estar dependiendo del resultado en el día a día.
En una entrevista con la revista argentina El Gráfico, Alfaro Moreno confiesa que además del amor por Barcelona, decidió quedarse en Guayaquil por su familia. Se casó con la artista Yesenea Mendoza, con quien procreó dos hijos: Alejandro y Yesenea.
De su primer matrimonio tiene dos hijos: Gonzalo, que es futbolista, y Florencia, que trabaja como periodista. Ambos viven en Ecuador.
Luego de 13 años de su retiro decidió aceptar la propuesta de José Francisco Cevallos para formar parte de una lista que se postularía a las elecciones del club.
Tras ganar los comicios ocupó el cargo de vicepresidente deportivo. Su trabajo llevó a que Barcelona gane el título de campeón en 2016; un año más tarde ese equipo llegó hasta las semifinales de la Copa Libertadores, dejando en el camino a equipos importantes de Brasil.
Pero en diciembre de 2018 anunció sorpresivamente que dejaba la dirigencia del club de sus amores. Argumentó que decidió dar un paso al costado porque “el entorno ajeno al fútbol” afectó al proyecto deportivo.
Se dedicó más al periodismo deportivo -trabajo que lo realizó aún siendo dirigente de Barcelona- y fue un crítico de la gestión de la directiva “torera”.
En septiembre pasado y junto con varios exdirectivos que estuvieron en el club, anunció su postulación para la presidencia del equipo.
El sábado 19 de octubre y gracias al voto de 1.569 socios (59% del total de los empadronados), ganó las elecciones y será presidente para el periodo 2020-2023. (I)