Joseph Blatter tendrá que vivir encerrado durante los próximos meses, ya que la justicia Suiza le ha quitado la inmunidad al aún presidente de la FIFA, uno de los hombres más poderosos del planeta, que por ahora no podrá salir del país helvético donde se encuentra la sede del organismo mundial de fútbol.

Blatter sabe que si pisa fuera de la frontera de la Conferencia Suiza puede ser detenido de inmediato. Desde que estalló el denominado FIFAGate, el directivo se ha cuidado de salir de la que era su inexpugnable residencia suiza. Primero fue el Mundial Sub-20, luego el Mundial femenino y lo último el sorteo del Mundial de Clubes, que pasó de celebrarse en Tokio a hacerlo en Zúrich.

Tras la visita del Fiscal General suizo hubo más cambios en la agenda, pero ahora forzados porque ya no puede salir de su país de nacimiento. El Ejecutivo que se iba a celebrar en Tokio con motivo del Mundial de Clubes -es tradición que la FIFA cierre el año con un Ejecutivo en la ciudad en dónde se celebra el citado torneo-, ha sido trasladado a la capital suiza ante la imposibilidad de Blatter de acudir al país asiático, gesto que algunos de sus compañeros de Ejecutiva agradecen por aquello de la exposición pública.

Tras el paso de Mihcel Platini como testigo ninguno parece estar libre de ser llamado al orden o a declarar. Los frentes se abren y a día de hoy pocos dirigentes del fútbol mundial están libres de sospecha.

Si no hay renuncia de por medio, el fútbol solo puede librarse de Blatter si el Comité de Ética que preside el suizo Cornel Borbely decide suspender de funciones al aún presidente o por una eventual entrada en prisión del mandatario, tal y como les ha sucedido a otros 7 de los que eran compañeros de Ejecutiva. La palabra la tiene la fiscalía suiza.

Ante este panorama, el fútbol se ve abocado a una ausencia de gobierno durante los próximos 5 meses. Se marche o no, todas las decisiones que adopte la FIFA sin un nuevo orden de por medio, no tienen ningún sentido ni fuerza alguna. El fútbol necesita que el cambio se ejecute de manera inmediata y no esperar a que Blatter siga jugando a su manera para retrasar lo que parece evidente.

La salida de la sede de la FIFA de algunos miembros del Ejecutivo, a media noche y medio camuflados en lujosos coches como lo hizo Ángel María Villar, dice muy poco de la imagen del fútbol, uno de los mayores negocios del mundo y el juego que más pasión levanta.

El sistema está agotado y el cambio tendría que llegar antes de que termine 2015. Lo curioso es que parece resistirse al cambio: mientras la policía registraba el despacho presidencial de Blatter, el resto decidían sobre las fechas del Mundial de Qatar, otro evento señalado y bajo sospecha contínua. (D)