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El Telégrafo

Punto de vista

La FIFA y su reglamento para la verificación de sexo

La FIFA y su reglamento para la verificación de sexo
13 de junio de 2015 - 00:00

“En las competiciones para hombres de la FIFA solamente tienen derecho a participar hombres. En las competiciones femeninas de la FIFA, solamente tienen derecho a participar mujeres”. Así inicia el artículo 4 del Reglamento para la Verificación de Sexo que impone la FIFA, el máximo ente regulador del fútbol mundial.

En tiempos de lucha por la igualdad de género, por la no discriminación y por la inclusión, la organización rectora de uno de los deportes más importantes del mundo resuelve no solo marcar esta distinción entre hombres y mujeres, si no además, juzgar y penar a aquellas asociaciones que no cumplan con las reglas y seleccionen jugadores o jugadoras que no sean “del sexo correcto”.

Para decidir quiénes pasarán por la prueba de la Verificación de Sexo, el sistema es muy simple: si el aspecto del jugador o la jugadora no coincide con el estereotipo de hombre o mujer, será calificado como sospechoso y por ende sometido a la humillante prueba cuyo resultado lo/la ubicará en el género que le corresponda.

Aunque parezca una medida antigua no reformada, no lo es. El reglamento de la Verificación de Sexo es de 2011, y aunque las normas internacionales en materia de derechos humanos establezcan que toda persona tiene derecho al reconocimiento de su identidad de género y al libre desarrollo de su persona conforme a su identidad de género, la FIFA, en este caso, puede decidir cuál es el sexo correcto de cada persona, según un estudio genético.

El discriminatorio reglamento de la FIFA pretende justificarse señalando que el objeto del mismo es garantizar igualdad de condiciones a todos los jugadores, estableciendo las normas de un procedimiento estándar para la verificación del sexo de los futbolistas y protegiendo en todo momento su dignidad y su vida privada. Una normativa que evidentemente se contrapone a las campañas que la misma federación lanza contra la discriminación en las canchas y que está bastante alejado de lo que establece su estatuto: “Está prohibida la discriminación de cualquier país, individuo o grupo de personas por cuestiones de raza, color de piel, su origen étnico, nacional o social, sexo, lengua, religión, posicionamiento político o de cualquier otra índole, poder adquisitivo, lugar de nacimiento o procedencia, orientación sexual o por cualquier otra razón, y será punible con suspensión o exclusión”.

El sábado arrancó en Canadá la Copa Mundial Femenina de fútbol y con el pitido inicial se impone también una normativa humillante a las jugadoras que ahora además de jugar tienen que demostrar a la FIFA que son mujeres. Y lo que es peor, en cualquier momento pueden ser objeto de procesos de investigación, pues basta con que un equipo considere que tiene “motivos y evidencias” de que una jugadora podría ser en realidad un hombre para que se inicie una “investigación a fondo”. Según el propio reglamento de la FIFA, se debe considerar como sospechosa “cualquier anomalía de las características sexuales secundarias”, es decir, atribuciones físicas como pechos y caderas anchas en mujeres y vello corporal o musculatura en hombres. Todo esto para asegurarse de que las jugadoras “sean del sexo correcto”.

Las mujeres que se nieguen a participar en este escrutinio humillante serán sancionadas y aquellas que no encajen en su género serán suspendidas. Una razón más para que la organización que presidía Blatter sea repudiada, pues medidas institucionales como ésta invitan fácilmente al abuso contra mujeres que no se ajusten a los estándares tradicionales de feminidad y las someten a investigaciones degradantes y estigmatizantes.

El reglamento de verificación de género de la FIFA no solo es invasivo y constituye una violación de la privacidad, sino que también es poco científico. La ciencia tiene claro que la sexualidad de las personas, las condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada sexo, están lejos de ser ese o blanco o negro que reclama la legislación de la organización que hoy está en la lupa de las autoridades por corrupción. (O)

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