El Real Madrid y FC Barcelona y en menor medida también el Atlético de Madrid, han salido a husmear el mercado dispuestos a romper los límites financieros. 

El Barça, por ejemplo, se ha ganado durante estas fechas un enemigo más en el fútbol europeo: el Liverpool. El fichaje del brasileño Philippe Coutinho por 120 millones de euros, 160 si se cuentan las correspondientes variables por cuestión de derechos de imagen e impuestos, ha servido para que los ‘Diablos Rojos’ de Anfield  declaren solemnemente el estado de desafección al club culé. 

La realidad es que Coutinho era una pieza perseguida por el club blaugrana. Con su contratación, pese a que no podrá jugar ni un partido en la Champions de este año, los catalanes refuerzan su confianza de que la liga está en sus manos. Son primeros con 9 puntos de diferencia con el segundo, el Atlético, y 16 con el Real Madrid.    

Las dudas iniciales que suscitó la contratación de Ernesto Valverde como DT, con el objetivo de devolver al equipo al esplendor perdido la pasada campaña, se ha esfumado. Viendo jugar al Barça en el reciente derbi contra el Madrid, nadie cuestiona que la felicidad ha regresado al Camp Nou. 

Nada es duradero en este Real Madrid, sumido en una aparente anorexia compradora, dando palos de ciego en el mercado invernal y en una vulgaridad futbolística preocupante. Como era de esperarse, algunos han empezado a engrasar la silla eléctrica para Zinedine Zidane. 

Señalado como uno de los responsables, si no el principal, del descalabro del equipo que ha pasado en cinco meses de la gloria de Champions y Supercopas al infierno de verse a 16 puntos del Barça, su destino al frente de los ‘merengues’ depende ya exclusivamente de lo que suceda en el peligrosísimo cruce de octavos de la competición continental con el PSG.  

Pero no es fácil descifrar a Zidane. Cuentan fuentes del Madrid que el dueño del club, el empresario Florentino Pérez, nunca se ha encontrado con un entrenador tan poco apegado al cargo en sus 15 años de mandato como presidente. Lo que hasta ahora, en tiempos de triunfos apoteósicos como el repaso que le infligió a la Juventus en la última final de Champions, era una virtud, se ha convertido en un síntoma de una cierta indolencia incluso de frivolidad. Zidane parece vivir en una realidad paralela, dicen en el Bernabéu, ajeno a las críticas, sin la más mínima capacidad para la autocrítica, explicando en cada rueda de prensa que su equipo lo ha bordado aunque pierda contra escuadras recién ascendidas, como el Girona.

Dos son los escenarios que los rectores del club blanco comienzan a barajar. El más probable, es la no continuidad de Zidane. Esto significa que ya ha desatado la veda para un nuevo DT.      

Mauricio Pochettino, el actual responsable del Tottenham, es el nombre que más suena como sucesor. Es casi una tradición de Florentino Pérez apostar por quien le ha pintado los colores en la Champions. Y los Spurs lo hicieron dos veces en la reciente fase de grupos. Pero eso no es lo más complicado.

La principal tarea del Madrid es cómo y por quiénes cambiar a buena parte de una plantilla que consideran rentabilizada en fútbol y dinero. Por supuesto, los blancos solo quieren con los cracks. 

Cristiano cumple en febrero 33 años. Benzema está en los 30. Sergio Ramos tiene 31, Modric, 32; Marcelo, 29. Pase lo que pase, en verano el Madrid fichará galácticos. 

Harry Kane, del Tottenham, es la pieza elegida, aunque el sueño de Florentino Pérez es Neymar. (I)