Argentina, fiel a su estilo, clasificó con sufrimiento
Un gol de Lionel Messi en la primera parte y una segunda parte de sufrimiento extremo tras el empate del nigeriano Víctor Moses que los dejaba fuera, finalizado por el tanto del defensor argentino Marcos Rojo, clasificaron a Argentina a los octavos de final del Mundial de Rusia 2018.
Fue un pase agónico, marcado por un penalti innecesario de Mascherano que dio vida a las “Súper Águilas”, quienes al contragolpe dieron mil y un sustos a la Albiceleste, hasta que anotó Rojo.
Era la última bala de Argentina, la última bala de Messi. Sin red, ni siquiera sin depender en realidad de sí mismos, llegaba la Albiceleste a San Petersburgo, obligada a ganar. E incluso eso podría no bastarle si Islandia ganaba a Croacia, ya clasificada, aunque los balcánicos cumplieron con su parte y ganaron 2-1.
Argentina demostró ayer que el fútbol es una cuestión de estado de ánimo. De dudar ante Islandia y ser humillado por Croacia, a resurgir de sus cenizas frente a Nigeria. De temblar, a llorar de alegría.
“Sabía que Dios está con nosotros y no nos iba a dejar afuera. Estábamos confiados de que íbamos a ganar este partido. No esperábamos la complicación esa de que nos empataran y tener que ir a buscar el partido, con lo que eso significa, nerviosismo, ansiedad, el tiempo, todo”, indicó Messi tras el agónico triunfo.
No quedaba nada de la Albiceleste tras la derrota 3-0 ante los balcánicos. Solo el orgullo y el corazón de una generación que se negó a bajar los brazos y entregar la honra.
Argentina arrancó bien, liderada por un Lionel Messi que, por fin, se pareció a aquel jugador que levantó cinco Balones de Oro. Que lució como sí mismo.
Decisivo, incisivo, gambeteador y desafiante, la “Pulga” brilló y Argentina ganó. Cuando la primera parte de la ecuación se da, la segunda se resuelve casi siempre sola.
Diego Maradona, desde el palco, empujó cada acción de sus compatriotas, al igual que históricos como Sergio Goycoechea, Javier Zanetti, Fabián Ayala, Juan Pablo Sorín u Óscar Ruggeri. Nadie se lo quiso perder.
Y para disipar las dudas y seguir con vida, un cuestionado Jorge Sampaoli optó por formar con la alineación de mayor edad que ha pisado nunca una Copa del Mundo para su país, con una media de 30 años y 189 días. Con Javier Mascherano y Enzo Pérez en la medular y Ángel Di María y Gonzalo Higuaín acompañando arriba a Messi.
Sampaoli incluyó también el anunciado cambio en la portería de Franco Armani por Willy Caballero y se agarró a los “históricos”, introdujo a Éver Banega en el centro del campo para el 4-4-2 y a Marcos Rojo en la defensa junto a Nicolás Otamendi. En la delantera optó por Gonzalo Higuaín en lugar del “Kun” Agüero.
Nigeria también tenía que apostar sus cartas. No en vano, las “Súper Águilas” estaban en la pole position para pasar a octavos, con tres puntos, por uno de Argentina, recordó en la previa su seleccionador, el alemán Gernot Rohr, quien mantuvo su esquema con tres centrales, dos carrileros (Víctor Moses y Bryan Idowu) y dos puntas móviles, Ahmed Musa y Kelechi Iheanacho.
Con ello se vio al inicio una Argentina mejor asentada en el centro del campo para la creación, con un Banega que se movía entre los mediocentros nigerianos y encontraba a sus compañeros con facilidad, con un primer balón a Tagliafico que el lateral disparó muy alto.
No obstante, era también una Argentina muy frágil en la defensa. Avisó Musa con un disparo lejano y una pérdida de Mascherano en un mal pase a Rojo dio el balón a Iheanacho, pero la lentitud e indecisión del delantero del Leicester inglés permitió al “jefecito” recuperar la posición y el esférico.
Messi, al que se había visto intentar un eslalon en los primeros diez minutos, detenido con contundencia por Obi Mikel, trazó en el 14 una línea solo visible para Banega, que desde la divisoria lanzó un centro diagonal perfecto para el control con el muslo del delantero del Barcelona, que se dio un autopase antes de fusilar a la red, imposible de detener para Francis Uzoho.
Alzó los brazos al cielo Messi y lo hizo también Maradona, dando “espectáculo” en uno de los palcos del Saint Petersburg Stadium.
Todo cambió cuando no habían transcurrido ni cinco minutos de la segunda parte, con un agarrón de Mascherano a Balogun dentro del área visto por el colegiado turco Cuneyt Cakir, que señaló penalti. Moses ejecutó la pena máxima con un disparo raso, a la izquierda de un Armani que se lanzó hacia el lado equivocado.
Cuando todo parecía perdido y quedaban apenas tres minutos de tiempo, un centro desde la derecha de Mercado encontró al central Marcos Rojo, en sorprendente ocupación de delantero, que conectó el esférico con su bota derecha y lo alojó en el fondo de la portería de Uzoho. (I)