El doble reencuentro entre McLaren y Honda por una parte, y Fernando Alonso con su antiguo equipo por otra, levantó gran expectación, pero tres meses más tarde, el comienzo se antoja complicado a días de comenzar la temporada con el Gran Premio de Australia.

El español, doble campeón del mundo, será el gran ausente de la primera prueba en Melbourne, a causa de un accidente en los ensayos en Barcelona a finales de febrero. Alonso pasó tres noches en el hospital, y no participará en Australia por precaución, a pesar de que los médicos decían que se encontraba en perfectas condiciones de salud.

No se necesitó más para que las teorías conspiratorias sobre las causas del accidente crecieran en internet (descarga eléctrica, etc...), algo que fue rápidamente desmentido por la escudería de Woking y su histórico jefe Ron Dennis. Sin embargo, la duda persiste y se suma a los fracasos invernales, queda mucho por hacer y muy poco tiempo.

En doce días de pruebas en Jerez y Barcelona, el McLaren MP4-30 rodó tres veces menos (380 vueltas) que Mercedes-AMG, la vigente campeona del mundo (1.300 vueltas). Y mucho más lentamente que los otros ocho monoplazas presentes, porque la prioridad era la búsqueda de fiabilidad, especialmente en el nuevo motor Honda V6 turbo híbrido.

Con las dificultades de los ingenieros japoneses para comunicarse, y como McLaren no es una escudería de F1 como las otras, la prensa británica no quiso atosigar al francés Eric Boullier y sus hombres. Sin embargo, la paciencia tiene un límite y las expectativas son enormes, dada la magnitud del desafío: Volver a mandar en la Fórmula Uno como en los 80 hacían con el brasileño Ayrton Senna y el francés Alain Prost....a la manera que actualmente hace Mercedes.