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El Telégrafo

¿Mujer de uno o de todos?

¿Mujer de uno o de todos?
30 de agosto de 2015 - 00:00 - Gerónimo Altamirano

A través de los años, se ha dicho que los hombres son mujeriegos por naturaleza, pero este comportamiento no es exclusivo de su género. Las mujeres también pueden ser ‘hombreriegas’ en igual o mayor proporción que su contraparte masculina.

¿Cuántas veces hemos escuchado: ‘Los hombres son más tontos para engañar’, o, en ese mismo sentido, ‘Las mujeres son más astutas’; para referirse a la infidelidad o a las relaciones paralelas y afectivas que los individuos mantienen dentro de un vínculo sentimental estable?

Lo que sí está claro es que a ningún hombre le gusta tener de pareja a una ‘hombreriega’ y a ninguna mujer le atrae un mujeriego.

Pero cuál es el perfil de una ‘hombreriega’. El sociólogo Luis Paladines explica que generalmente estas mujeres disfrutan al máximo su libertad y restan importancia a los juzgamientos de los demás. “Suelen tener amigas que justifican su comportamiento”, señala.

Otra de las características de este grupo de féminas es lo selectivas que son a la hora de escoger a su acompañante sexual. “Si un hombre les agrada coquetean con él de forma casi evidente, lo besan, se divierten juntos y, al final, llegan a la intimidad física y no emocional. Al día siguiente pueden coquetear con otro que llame su atención”, indica.

Son muy informales en una relación ya que pueden tener de acompañante sexual a un amigo, con quien pasa momentos agradables sin que esta sea una relación amorosa como tal. Son mujeres independientes y no se fijan en la situación socioeconómica de su amante, aunque hay excepciones.

Además, se integran con facilidad al mundo masculino. “Ellas tranquilamente pueden hablar de fútbol o cualquier deporte; son confidentes de sus amigos; se toman cervecitas con ellos, van al estadio o les acompañan a los peloteos”, explica el especialista.

Ese tipo de mujer prefiere la comodidad, no es obsesiva con los detalles, gusta de lucir bien y estar a la moda, habla del sexo sin pensar en qué pensarán los demás, debido a que socialmente este tema ha sido encasillado para hombres.

Sin embargo, esas características no son exclusivas de las mujeres promiscuas. Pueden ser socialmente amenas, divertidas, lucir bien y tener varios amigos sin necesidad de haberlos llevado a la cama.

Hablando de sexo

Paladines explica también que en una sociedad machista se suele calificar a una mujer como “fácil o experimentada” cuando toma la iniciativa en la intimidad. “Muchos hombres que buscan una relación seria, al darse cuenta de que su pareja toma la iniciativa sexual, se desencantan; disfrutan de la relación, pero ya no le ven como a la futura madre de sus hijos. Piensan que por ser así, en el futuro podrían ser infieles, comenta, pero —agrega— varias mujeres independientes y seguras de sí mismas pueden tener estas mismas características sin llegar a ser promiscuas”.

Más allá de la diversión

Pero qué lleva a una mujer a profesar la promiscuidad como una aparente diversión. La psicóloga y consejera matrimonial, María Susana Puig explica que existen factores que predisponen a una mujer a involucrarse en este tipo de situaciones como la soledad, la curiosidad, la angustia o el placer.

La promiscuidad, según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), es la “convivencia con personas de distinto sexo”, o “mezcla y confusión”. El concepto, sin embargo, está asociado a la práctica de relaciones sexuales con diferentes parejas o grupos sexuales.

La especialista señala que actualmente este tipo de comportamiento en la mujer se ha visibilizado en diferentes grupos sociales, algo que, al parecer, va acorde con los cambios sociales que la humanidad ha experimentado en los últimos 20 años, en los que la intimidad de las personas ha sido expuesta en la Tv y redes sociales.

“Aunque no es la regla, hay mujeres que de manera narcisista suben sus fotos a las redes sociales para ser elogiadas y conseguir atención masculina. Esto puede pasar a otro nivel y llegar incluso a encuentros íntimos”.

Puig explica que existen 2 tipos de promiscuidad. Por un lado está la activa que es practicada por personas que disfrutan de encuentros sexuales esporádicos, sin ningún tipo de atadura sentimental; y, por el otro, la pasiva que es practicada por personas que están condicionadas por la sociedad, producto de problemas orgánicos o sicológicos.

En el primer grupo entra perfectamente María José, quien lleva 6 años de relación con su enamorado a quien conoce desde la época colegial. Planean casarse cuando terminen sus estudios de posgrado el próximo año. Sin embargo, ella suele tener encuentros íntimos con algunos ‘conocidos’ porque la hacen sentir “especial y deseada”.

“Quiero a mi enamorado, pero se ha vuelto aburrido. Sé que la maestría lo tiene muy ocupado, pero ya no hacemos cosas juntos hace mucho tiempo. Me fui a una fiesta con unas amigas y ahí estaba un ex. Hablamos, nos acordamos de muchas cosas lindas y feas que pasamos y terminamos vacilando. Me sentí atractiva para alguien más. Te hace sentir bien, aunque en el fondo sepa que no está bien”, comenta.

“Las relaciones o encuentros fugaces nos dan esa sensación de libertad cuando nos sentimos presionadas por la otra persona o cuando nos sentimos desatendidas e insatisfechas”, señala Puig.

La recomendación de la especialista es el diálogo frontal y directo desde el primer instante de la relación, en el que se expongan las aspiraciones personales y de convivencia entre ambos, para que los   planes de cada uno no interfieran en el otro.  

Evelyn es la otra cara de la moneda. Trabaja en el área comercial de una distribuidora farmacéutica. Ella ha tenido encuentros íntimos con algunos de sus compañeros de trabajo y uno que otro vecino. Sin embargo, varias de esas relaciones fugaces no han tenido un final feliz.

“Nunca he tenido un enamorado. Sé que en el colegio y en la universidad decían que era del grupo de las feas. Nunca me invitaban a ningún lado ni mis padres me dejaban salir. En una fiesta de fin de año del trabajo recién tuve mi primer beso y estuve con alguien. Me enamoré, pero él se aprovechó de mí económicamente. Después se fue y no lo volví a ver más. Como él han pasado otros más. Al menos puedo decir que sí he estado con alguien”.

“Algunas mujeres consideran al sexo como la única forma de tener cariño y afecto para llenar esos vacíos emocionales”, señala el psicólogo Paul Ycaza.

Para mejorar la autoestima hay que empezar con la aceptación de cómo somos realmente, aceptar nuestro cuerpo, forma de ser, y aceptar lo que tenemos.

“Se debe trabajar en aumentar el amor propio creando un proyecto de vida o una estrategia personal que nos haga sentir valorados, queridos y aceptados con nuestros defectos y virtudes”. También están las mujeres que lo hacen por conseguir un bien propio. “Los problemas económicos en ocasiones obligan a ciertas mujeres a ser promiscuas hasta conseguir a alguien que les de la estabilidad que necesitan. Comúnmente no vuelven a recurrir al mismo modus operandi”, explica Ycaza. Comenta además que cuando no se tiene control podría darse un cuadro de ninfomanía, aunque este esté estrechamente ligado a causas orgánicas o psicológicas.

En el primer caso, podría tratarse de lesiones encefálicas, epilepsias y tumores, mientras que en el segundo grupo, podría darse por el consumo de drogas, esquizofrenia o psicosis maniaco-depresiva.

“Las personas con cierto grado de ninfomanía tienen la necesidad incontrolable de mantener relaciones sexuales con su compañero sentimental, amigos y desconocidos”, acota.

Es común que las ninfómanas asistan a prostíbulos, visiten sex shops, vean películas pornográficas o incluso mantengan relaciones sexuales con desconocidos, aunque tengan una pareja estable. “Suelen tener preocupaciones, fantasías y pensamientos que pueden perturbar su vida cotidiana. Llegan inclusive a acosar a personas que las rechazan”.

El sexólogo Juan Carlos Santana explica que en la década pasada estos comportamientos han recibido una atención creciente, pero que “todavía existen dudas sobre si constituye un trastorno adictivo, del ámbito del trastorno obsesivo compulsivo o de la patología del control de los impulsos”. La hombreriega siempre disfrutará al máximo de su libertad, del placer de hacer lo que le plazca sin importarle ser juzgada.

Derechos

Libertad sexual femenina

La sexóloga Lía Soriano asegura que la libertad sexual femenina pasa por un momento importante en la sociedad.

La especialista explica, además, que esta libertad no solo quiere decir que la mujer pueda entregarse a quien quiera, lo cual, por supuesto, tiene todo el derecho de hacerlo, aunque no sea esto lo que le da la verdadera libertad; sino que es la única y absoluta dueña de su cuerpo y puede hacer con él lo que quiera.

No solo entregarlo o compartirlo a voluntad a través de fantasías sexuales y deseos, sino y fundamentalmente decidir tener o no tener hijos y, en caso de querer tenerlos, elegir con quién los quiere tener, cuántos quiere tener y en qué momento.

“Hay que tener en cuenta que la libertad sexual femenina no es sinónimo de emancipación ni de libertinaje, que aun cuando así una mujer pudiera decidirlo sin dejar de ser respetable, el espíritu de ese derecho radica en que ella debe elegir el camino que considere más pertinente a su felicidad y placer, siempre y cuando se haga con responsabilidad”.

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