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El Telégrafo

Los anoréxicos sexuales temen al encuentro íntimo

Los anoréxicos sexuales temen al encuentro íntimo
03 de agosto de 2014 - 00:00 - Redacción de7en7

Perdieron el apetito sexual. Es más, odian el sexo, con todas sus fuerzas. Algunos incluso llegan a sentir pánico al pensar en la posibilidad, aunque sea lejana, de mantener un contacto íntimo con otra persona. Son casos extremos, pero reales, tanto que quienes padecen este trastorno reciben el nombre de anoréxicos sexuales. Con frecuencia se discute mucho sobre los adictos al sexo, pero se habla muy poco de aquellos que lo rechazan totalmente.

Hay varios sexólogos que consideran erróneo referirse a este trastorno como anorexia, pues esta palabra se utiliza para describir la falta de apetito en la comida. Por esta razón, prefieren llamarlo anafrodisia, deseo sexual inhibido o frecuencia sexual excesivamente baja.

Según la sexóloga Alicia Garzón, la frecuencia sexual se considera alta cuando una persona tiene relaciones íntimas todos los días o cada 4 días; una frecuencia media cuando lo hace cada 5 o 9 días; y una baja cuando lo practica cada 10 o 14 días.

Pero existen 2 tipos más que se consideran patológicos. Se trata de la frecuencia sexual excesivamente alta, conocida como ninfomanía en la mujer y donjuanismo en el hombre. La otra es la frecuencia sexual excesivamente baja, de 15 días en adelante, a la que corresponde la anorexia sexual.

Evadir, a toda costa, un encuentro íntimo puede generar una disminución progresiva del deseo. Lo ideal es que la frecuencia sexual se mantenga. Si no es así, la pareja debe conversarlo y llegar a un acuerdo.

Los factores que inciden en el desarrollo de este trastorno son diversos: orgánicos, psicológicos y, en ocasiones, ambos.

Germánico Zambrano, sexólogo, explica que la hormona del deseo en las mujeres puede disminuir cuando se elevan los niveles de prolactina. En los hombres, este trastorno puede desarrollarse debido a la extirpación de los testículos; por efectos colaterales de algunos medicamentos como los antidepresivos; por el consumo de drogas o por enfermedades relacionadas con la artritis o lupus.

Entre los factores psicológicos se contemplan la depresión, el estrés, las crisis existenciales, psicotraumas de tipo sexual o el temor a fracasar en el acto sexual.

Además, influye el tipo de educación sexual. Por ejemplo, en un ambiente familiar muy conservador, se asocia a la sexualidad con el pecado. En ocasiones, estas apreciaciones, siempre erradas, bloquean a las personas al punto de predisponerlas a evitar todo tipo de encuentro sexual. La infidelidad, el maltrato físico y psicológico y las rupturas también influyen de manera significativa. Las inquietudes generadas por la orientación sexual también podrían incidir. Algunas personas se declaran heterosexuales por la presión social y reprimen sus deseos. En estos casos, el interés por el sexo también puede disminuir. Aunque pocas parejas reconocen que padecen este trastorno, Zambrano asegura que es más frecuente de lo que parece. A escala mundial, lo padece alrededor del 30% de las mujeres y el 10 % de los hombres.

Sufrir de esta falta de apetito sexual conlleva varias consecuencias. Germánico Zambrano cita varias: algunos se resignan a vivir solos, se enfocan en otras actividades, y quienes viven en pareja, por lo general, se sienten incompletos y rechazados.

El psicólogo Esteban Rodríguez explica que quienes presentan este cuadro, no se sienten acogidos, amados y valorados: “Se manifiesta de manera más directa en lo sexual, pero es muy probable que también se visibilice en otros aspectos de la vida como el trabajo”.

Por su parte, Garzón advierte que cuando hay un estímulo sexual, se genera una respuesta sexual. Hay placer y satisfacción, aunque no se llegue al orgasmo. Si hay una elevada satisfacción sexual, el deseo aumenta y viceversa. “Si la persona lo ve como una obligación conyugal también puede disminuir paulatinamente el apetito sexual”. Este trastorno sexual se relaciona con la falta de comunicación en la pareja: la mujer no tiene deseos, pero es incapaz de expresar sus sentimientos, en ocasiones, por el miedo al ridículo o a frustrar a su pareja. Esta falta de diálogo genera alejamiento y, a largo plazo, rupturas definitivas.

En su libro Anorexia sexual: cómo vencer el odio a la propia sexualidad, el médico estadounidense Patrick Carnes presenta una guía de preguntas para reconocer qué relación podemos llegar a tener con la anorexia sexual.

Las interrogantes giran en torno a temas como: el pavor al placer sexual, el miedo consistente al contacto íntimo, evasión de algo relacionado con este tema, distorsiones sobre la apariencia del propio cuerpo, aversión extrema a las funciones corporales, dudas obsesivas sobre la normalidad sexual, juicios y actitudes rígidas acerca de la conducta sexual. Aunque la identificación de esta anomalía no se reduce a un simple test, porque es un tema complejo y sensible, hay quienes sugieren prestar atención a lo que apunta el texto del galeno estadounidense como una herramienta más para aproximarse al tema.

Este es un trastorno que requiere la atención de un especialista, porque, de lo contrario, el cuadro puede agravarse con el tiempo. Además, debe realizarse de forma integral, abordándolo desde varios ejes, no solo el mental de la mano de un psicólogo; ni únicamente orgánico, a través del ginecólogo. En la actualidad, también resulta fundamental que la persona reconozca su cuerpo y lo valore tal como es. Además, los especialistas sugieren que las personas exploren las áreas de placer sexual. Lo peor que puede ocurrir es desconocer que existe un problema y vivir con él durante toda la vida. Los especialistas coinciden en que disfrutar de un encuentro sexual es vital para llevar una vida plena y por supuesto saludable. Este es un trastorno que tiene tratamiento y que para vencerlo hay que reconocerlo y buscar incluso el apoyo de la pareja.

ESPECIALISTA

El deseo sexual, un compañero que es preciso alimentar

Se suele confundir la disminución del deseo sexual con el mecanismo de evitación. Por ejemplo, si un hombre tiene disfunciones sexuales y la mujer se molesta, poco a poco él deja su interés en el sexo, no porque no quiera sino porque teme fallar. Evitar tanto las relaciones sexuales podría causar una anafrodisia o anorexia sexual.

La frecuencia sexual es propia, no depende de otra persona. Esta es variable y tiene algunos factores que la forman, como socioculturales y el trato de la pareja.

Aunque algunos creen que es responsabilidad de la pareja darle satisfacción sexual, no se debe esperar que la otra persona tenga la misma frecuencia sexual. De ahí, el motivo de acudir a la masturbación.

Además, no es necesario que haya deseo para mostrarse sexualmente, sino que sea capaz de responder al estímulo. El hombre actuará en respuesta a su deseo, pero la mujer responde a estímulos y después le nace el deseo.

Alicia Garzón, médica sexóloga

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