En La Morita nadie quiso quedarse sin votar (VIDEO)
La vía empedrada se extiende por cinco kilómetros hasta llegar al sector “Tolita la Cantarilla”, en el poblado de Tumbaco, a la altura de la población de La Morita. El camino está plagado de extensos sembríos, alfombras de césped que cubren varios cerros a la vez. A lo lejos se divisa a una pareja de ancianos que agitan sus manos tratando de llamar la atención para detener al vehículo que lentamente se acerca. Están emocionados. Es la primera vez que Manuel Mecías y Blanca Morales votarán de forma electrónica, ya no con la papeleta tradicional.
En quince minutos, el delegado del Consejo Nacional Electoral (CNE) llega con la pareja a las instalaciones de la Unidad Educativa Tumbaco. En la entrada, ambos se separan. Manuel ingresa al recinto de hombres apoyado por un militar quien lo guía en el proceso. Mira muy concentrado la pantalla para elegir a los candidatos correctos, y de reojo observa a la puerta para ver si Blanca lo espera en la salida.
Pero ella está ocupada en el aula contigua. Entrega su cédula de identidad en la mesa y alguien le asiste con el voto. Ella tiene más de 80 años y una seria afección en el habla, puede articular muy pocas frases porque se cansa, solo alcanza a decir que el voto electrónico es “maravilloso”.
Apenas ve a su esposa, Manuel se acerca presuroso, le pide la cédula y papeleta de votación. Guarda los documentos al fondo de su bolsillo de la chaqueta de casimir azul para evitar que se extravíen los papeles. “A mí me fue muy bien, para el otro año si salen nuevas elecciones, ya tendré más comprensión. Yo solito podré votar”, explica el anciano, quien a pesar de llegar solo el quinto grado, explica que su voto fue muy consciente porque conoce la realidad del país al dedillo.
Ambos se toman del brazo y suben, nuevamente, al vehículo que los dejará en el mismo lugar donde los recogió. Para ellos, la jornada ha terminado, pero para otras personas como Olga Echeverría y Jorge Díaz recién inicia.
Jorge se dirige a la carpa azul donde una señorita lo capacita sobre el voto electrónico. Es analfabeto, nunca asistió a la escuela, pero ahora trabaja en la construcción y reconoce que le ha ido bastante bien. “Ahora sí, está listo para votar de verdad”, le dice la delegada del CNE.
Transcurren cinco minutos y ha concluido con la tarea. “Fue más fácil, mejor y seguro. Con lo que me indicó la señorita y me ayudó el joven militar no tuve problema”, explica Jorge quien es oriundo de la provincia de Imbabura.
Olga de 85 años votó con ayuda de su hija Angela Villagrán. Muy arreglada con un saco y falda azul marino llegó al recinto. A viva voz reconoció que el sistema fue perfecto. “Me pareció más fácil que estar leyendo la papeleta que dan”, dice mientras se apresura a llegar a casa para sintonizar la televisión y esperar los resultados.
El sol del mediodía cae sobre el recinto electoral y la asistencia de las personas empieza a escasear. Mientras tanto, en la calle, los restaurantes se quedan sin mesa para los comensales. Algunos han habilitado unas sillas apoyadas de ladrillos y pedazos de madera para que ninguno de los votantes se quede sin almorzar.