El proyecto minero Mirador ha sido la fuente de dos noticias importantes esta semana. Por un lado, la empresa encargada de la explotación minera, Ecuacorriente S.A., cumplió el pago de regalías anticipadas al Estado ecuatoriano. Con la entrega de $ 15 millones, la firma china completó los $ 100 millones estipulados en el contrato.
Entre tanto, se exportaron desde el puerto de Guayaquil las primeras 22.000 toneladas de concentrado de cobre a China. El cargamento tiene un valor aproximado de $ 25 millones. Según cálculos oficiales, la explotación minera ubicada en la provincia de Zamora Chinchipe generaría más de $ 36.000 millones por concepto de exportaciones de mineral para los próximos 30 años de vida útil del yacimiento.
Más allá de los recursos que recibe el Estado por concepto de ese y otros proyectos similares, como Fruta del Norte, la producción minera a gran escala aportará otros beneficios al país, en general. Mirador, por ejemplo, con una inversión aproximada de $ 2.015 millones, ha generado cerca de 11.000 plazas de empleo, entre directo e indirecto. Además, en el ámbito de desarrollo social, hasta 2019, benefició a 1.903 familias, 36 organizaciones, 46 instituciones y 94 comunidades de las zonas de influencia donde se encuentra ubicado.
Y las familias de quienes reciben el beneficio de contar con una fuente de ingresos multiplican por tres o cuatro el efecto positivo.
Sin duda que la actividad minera, como cualquiera que desarrolla el ser humano, tiene sus pros y contras; entre estos últimos, el daño ambiental que pueden ocasionar. Sin embargo, el uso de nueva tecnología puede ayudar a paliar estos efectos.
Además, la posibilidad de que surjan problemas no puede ser argumento para no emprender tal o cual actividad, pues ello nos llevaría al inmovilismo. Es hora más bien de que mostremos madurez como país y capacidad para controlar lo que ocurre en nuestro territorio. (O)