El anglicismo bullying aún no es aceptado por la Real Academia Española, no tiene hasta ahora una traducción bien definida, pero su significado es muy claro y puede ser letal, especialmente en las primeras etapas de la niñez y de la adolescencia. Es una práctica que se centra básicamente en las escuelas y colegios de todo el mundo, que consiste en un acoso persistente a un estudiante con burlas, bromas pesadas, incluso castigos físicos. El pionero en el uso del término fue el psicólogo sueco Dan Olweus, quien escribió el primer estudio sobre violencia escolar en los años setenta. Suecia y Noruega fueron también los primeros en proponer una ley en contra del acoso en las escuelas en los años noventa.
Entonces, en nuestro idioma, la definición más precisa es acoso escolar, que según el DRAE es lo que uno o varios alumnos ejercen sobre otro con el fin de denigrarlo.
EL TELÉGRAFO publicó recientemente un estudio que señala “el 60% de los alumnos en el Ecuador han vivido algún acto de violencia en su centro de enseñanza”. El mayor porcentaje se concentra en la región amazónica, añade el estudio.
Lo que para algunos estudiantes puede ser un simple juego, aprovechando las debilidades físicas de un alumno, para los que sufren el acoso se convierte en una tortura diaria que puede alterar seriamente su conducta frente a la sociedad, incluso su fracaso rotundo como estudiante.
Un estudio publicado por el Ministerio de Educación con el aval de la Unicef, denominado ‘Violencia ente pares en el sistema educativo’, indica que uno de cada cinco alumnos de entre 11 y 18 años ha sido víctima de bullying. Las principales formas de ataques son los insultos, los golpes, el robo y destrucción de sus cuadernos. El Ministerio de Educación muestra en su página web un protocolo de cómo actuar en casos de acoso escolar. Esto incluye ayuda psicológica para la víctima. La idea es muy importante, pero también es fundamental que las alertas se enciendan en el hogar, que los padres hablen con los hijos sobre las consecuencias que esta horrible práctica genera en el futuro de las víctimas de este nefasto acoso. (O) et