Hemos oído de todo en un discurso: diatribas, ofensas, expresiones de un machismo agrio y de una homofobia persistente. Y a nadie del aparato mediático privado (entre ellos blogueros y tuiteros), analistas y entrevistadores que llaman a la cordura y a cambiar el estilo, se ha escuchado una mínima crítica. Igual ocurre en las redes sociales y en algunas expresiones grabadas en audiovisuales que circulan en internet.
Incluso cierto asambleísta llama a botar a todo ‘correísta’ de cualquier local privado o público. ¿Bajo qué premisa o derecho? ¿Como dueños de todo? ¿Como la peor expresión de intolerancia y violencia? Lo único claro es que, mientras ese aparato mediático y los supuestos líderes de opinión socapen esa violencia, el único efecto será más violencia, como ya ocurrió en otros países.
Hasta ahora no hay un solo preso o herido por salir a las calles a manifestarse en contra del Gobierno y, sin embargo, insisten en una mentira: la represión. No se ha lanzado una sola bomba lacrimógena y riegan por todas partes la enorme falsedad de que no se deja expresar con libertad. (O)