Cuando más se banaliza la prensa y cuando más se mercantiliza la cultura la insurgencia del periodismo responsable luce como un extraño y hasta sospechoso fantasma. Así lo sentimos cuando pensamos que desde el primer diario público del Ecuador teníamos la obligación de llenar un vacío en los periódicos nacionales. Y ese vacío no era una publicación más o un suplemento lleno de fotos y con ciertas poses intelectuales. Nuestra ambiciosa necesidad era garantizar un espacio para la reflexión, el pensamiento y el debate. Y nunca pensamos que con ello íbamos a volvernos más populares o abrir espacios para la publicidad mejor cotizada.

Han pasado 36 meses y en cada edición hay un encantamiento pensado desde y hacia los lectores más inquietos y reflexivos de nuestro país. Hicimos este suplemento para lectores y no para consumidores; para expandir las voces y los pensamientos, con una absoluta urgencia por horizontalizar los debates.

Quizá hemos hecho bastante comparado con ese vacío de los periódicos nacionales, pero para nuestros afanes más modestos todavía nos queda mucho por hacer. Y, es cierto, aquí las voces más diversas, críticas y de todas las edades y corrientes han podido expresar nuestra más plural coexistencia.

Solo tenemos que darles las gracias a ustedes lectores (categoría cada vez más compleja y diversa) y exigirles también que nos den más bríos y alimento para un trabajo que no tiene ninguna recompensa y que solo la historia bibliográfica nos dirá si hicimos bien o simplemente fue un esfuerzo más.